Recientemente, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) publicó el Informe 2016 La educación obligatoria en México, donde se describen las condiciones en que se encuentran algunos de los componentes del sistema educativo mexicano. Este informe aborda siete temas: 1) indicadores del sistema, 2) condiciones escolares, 3) evaluación de docentes, 4) currículo, 5) aprendizaje de estudiantes, 6) educación de jornaleros agrícolas y 7) gasto educativo.
Por ahora, me propongo abordar lo relativo a cinco indicadores de la educación obligatoria: tamaño del sistema, cobertura educativa, asistencia a la escuela, eficiencia terminal y escolaridad poblacional.
Tamaño del sistema. De los 119.5 millones de habitantes del país, 45 % tiene menos de 25 años; es decir, está en edad de recibir educación. La población mexicana se distribuye en aproximadamente 192 mil localidades; de éstas, siete de cada 10 están conformadas por menos de 100 mil habitantes. Casi una cuarta parte de la población reside en localidades rurales (con menos de 2 mil 500 habitantes). El Sistema Educativo Nacional (SEN) es el tercero más grande del continente americano y enfrenta el reto de la dispersión poblacional, así como el de la educación indígena. La educación obligatoria del país se compone de 244 mil centros escolares, cerca de 1.5 millones de docentes y 30.8 millones de alumnos. De éstos, cerca de 26 millones son de educación básica (EB) y el resto de educación media superior (EMS).
Cobertura educativa. En teoría, los niños y jóvenes deben cursar cada nivel educativo de acuerdo con ciertos grupos de edad típica: el preescolar de 3 a 5 años; la primaria de 6 a 11; la secundaria de 12 a 14, y la EMS de 15 a 17. Sin embargo, al inicio del ciclo 2014-2015, la tasa neta de cobertura (proporción de escolares que cursan el grado que les corresponde de acuerdo con su edad) fue de 71.9% en preescolar, 98.6% en primaria, 87.6% en secundaria y sólo de 57% en EMS.
La obligatoriedad de la EMS, de acuerdo con el Artículo 3o constitucional, supone que para el ciclo escolar 2021-2022 estarán inscritos todos los jóvenes de 15 a 17 años. Sin embargo, el ritmo al que se están matriculando los estudiantes de este rango de edad es muy lento, ya que desde el ciclo 2011-2012 la matrícula ha crecido anualmente sólo el 2.5%. De seguir este ritmo, se requerirán tres lustros para que se logre la universalización de la EMS. Por ello es necesario revertir la falta de matriculación, especialmente en aquellos estados que presentan mayor rezago, como son los casos de Chiapas, Michoacán, Oaxaca y Guerrero, cuyas tasas netas de matriculación en secundaria varían de 75.1 a 79.1% y en EMS de 47.3 a 53.3%
Asistencia a la escuela. Otro problema que enfrenta la educación obligatoria es la asistencia a clases que, aproximadamente, es de 98% en primaria, de 93% en secundaria, de 73% en EMS y de 63% en preescolar. Especialmente, es importante señalar que la menor asistencia escolar se concentra en los niños que presentan las siguientes condiciones: tienen pocos recursos socioeconómicos, viven en comunidades pequeñas, sus padres tienen baja escolaridad y provienen de hogares indígenas. También es importante destacar que los jóvenes que trabajan 20 o más horas asisten menos a la escuela, especialmente si el trabajo se realiza fuera del hogar.
Eficiencia terminal. Este indicador se define por el porcentaje de alumnos que egresan en el tiempo establecido. En el ciclo escolar 2013-2014 la eficiencia terminal fue de 96.3% en primaria, 87.7% en secundaria y 63.2% en EMS. Esta situación pone de manifiesto la dificultad que tienen los estudiantes por concluir los niveles educativos más avanzados en la educación obligatoria.
Escolaridad poblacional. Hay que decir que el país ha incrementado la escolaridad promedio de su población en las últimas décadas. En 1970, la población de 15 años alcanzó una escolaridad de 3.4 grados escolares (poco más de la mitad de la primaria) y en 2015 se incrementó a 9.2 grados (un poco más que la secundaria completa), lo que se traduce a un incremento de 1.1 grados cada diez años. Sin embargo, esta situación difiere sustancialmente de un estado a otro. Así, mientras que en la Ciudad de México la escolaridad de los jóvenes de 15 años es de 11.3 grados, en Oaxaca, Guerrero y Michoacán es de 7.5, 7.8 y 7.9, respectivamente.
En conclusión, podemos decir que el SEN enfrenta importantes desafíos respecto al acceso y la permanencia en la educación obligatoria. Esta situación se explica en buena medida por el tamaño de la población mexicana que está en edad de recibir educación, por la gran dispersión geográfca de sus comunidades, por la diversidad cultural del país y por la condición de pobreza de una proporción importante de sus habitantes. Lo anterior obliga al Estado a realizar mejoras estructurales del SEN, de tal manera que se cumpla con el mandato constitucional de ofrecer a todos los mexicanos una educación de calidad. Es la única forma en que la educación no reproducirá las desigualdades sociales y servirá como una verdadera herramienta de transformación social.
Twitter: @EduardoBackhoff
Consejero de la Junta de Gobierno del INEE