Víctor Manuel Silva Galaviz
El Banco Mundial y Education for Global Development publicaron un estudio sobre los costos y riesgos de mantener las escuelas cerradas, del cual te presento el siguiente extracto:
“Para la mayoría de los estudiantes, la pandemia del COVID-19 ha sido una tragedia de múltiples dimensiones. Con las escuelas cerradas, muchos niños perdieron acceso a un entorno relativamente seguro cuando el deterioro en las condiciones económicas en el hogar provocó un aumento del estrés y violencia doméstica. Para los niños más pobres en el mundo, el cierre de escuelas también significó perder su comida principal del día. Dada la enorme brecha digital, la mayoría de los países intentaron diferentes formas de aprendizaje a distancia con plataformas que combinan métodos en línea con la televisión, la radio y la distribución de material didáctico. Pero ninguna aplicación, algoritmo o programa de televisión puede sustituir al profesor en el proceso de aprendizaje o a la interacción entre alumnos en el desarrollo de habilidades sociales. Las oportunidades de aprendizaje que ofrece la escuela a los niños de más bajos ingresos son quizás una de sus pocas opciones para salir de la pobreza. Al cerrar las escuelas, las sociedades también cerraron uno de los pocos canales de movilidad social.
Pero el cierre de escuelas va más allá de la pérdida de aprendizajes básicos: hay cada vez más evidencia de los efectos que ha tenido sobre la ansiedad, la depresión y un daño considerable para la salud mental y el bienestar de los niños. Además, el cierre de escuelas reduce la participación laboral femenina y aumenta la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Cuando las escuelas empezaron a cerrar en todo el mundo para intentar contener la propagación del COVID-19, cerrar las escuelas para proteger a niños, profesores y padres de un virus desconocido era lo correcto. Pero en el último año se ha generado suficiente evidencia para tomar una decisión más informada. Hay dos elementos que deberían estar en el centro de la toma de decisiones: los riesgos sanitarios asociados a la apertura de las escuelas versus los costos en términos de trayectorias educativas y aprendizajes de mantenerlas cerradas.
Al mantener las escuelas cerradas y suponer que el aprendizaje a distancia es un buen sustituto del aprendizaje presencial, estamos trasladando el costo de esta decisión a los niños más pobres, quienes tendrán menos aprendizajes hoy y menor bienestar mañana. Si no se llevan a cabo las acciones necesarias para recuperar los aprendizajes, sólo se conseguirá que los costos de la pandemia se manifiesten, en mayor pobreza y desigualdad, durante varias generaciones”.
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