Alberto Tonatihu Alonso Sarmiento
Alfred Schutz destacó que toda “decisión introduce más o menos explícitamente, además del actor, una serie de significatividades” (Schutz & Luckamann, 2009). Considero que esta idea de las decisiones, asociada a los guiones (tipificaciones) y las acciones que le siguen, tiene un alto poder interpretativo de cara a lo que estamos viviendo tras el sismo del 19 de septiembre de 2017. Esto particularmente en el ámbito escolar y sus actores.
Dicen que algunos profesores quedaron pasmados durante el sismo; se cuenta que otros dieron indicaciones a sus estudiantes, llamando a la calma, aunque quedaron atrapados por la fuerza del movimiento, procediendo de manera poco regular, como sostenerse de una puerta con vidrios. Igual los estudiantes corrieron para salvar sus vidas, en ocasiones acompañados de los docentes, en otras, sin esperar instrucciones. Las autoridades escolares actuaron de manera igualmente distinta, pues en algunas escuelas pidieron que los estudiantes esperaran en los espacios abiertos que sirven para el refugio, impidiendo el paso hacia los salones una vez que había concluido el fenómeno; en otras, sin seguir protocolo alguno, dieron luz verde a la evacuación, lo que no significó la prohibición de regresar a las instalaciones para recoger cosas y atender pendientes. Tan dispares acciones entre individuos con el mismo rol, incluso cuando se cuenta con marcos regulatorios y coercitivos que orientan el comportamiento (simulacros y protocolos de protección civil), sugieren que las decisiones y sus acciones guardan significados que no caben en lo que se plasmó en papel.
El sismo hizo que se rastrearan brevemente los guiones para proceder según la situación. Eméro, cuando la mesa se sacudió de abajo hacia arriba y cuando se apreció el “balanceo” de los pasillos, los rostros reflejaron que dichos guiones fueron realizados para sismos “distintos” a éste. Y entonces, la elaboración no fue otra más que la de la practicidad: quien pudo, huyó, y quien no, por cuestiones de las instalaciones o de sus propios roles, se sostuvo como pudo. El guion que resultó fue uno que sigue elaborándose, que no deja de escribirse, y que está permanentemente a la espera de otra “sacudida”. Es uno que está en alerta permanente; por supuesto, “hasta nuevo aviso”.
Tras el anunció del regreso paulatino a las clases, la vida escolar de estudiantes y profesores depende de los comunicados y listas que se difunden y actualizan en redes sociales. En ellas, no faltó el anuncio sobre el reinicio de actividades, y la aparición seguida de la pregunta incomoda: “¿y ya se cuenta con el certificado o documento pertinente solicitado para la reapertura?” La ausencia de respuesta también incomoda. Pregunta y silencio que guardan significados. Y mientras, el guion mantiene la alerta.
En algunas escuelas se ha dado el regreso a actividades. En unas ha sido ordenado. Pero en otras, se dio sin contar (y siguen sin hacerlo) con el documento requerido. Sucedió también que las clases se programaron en el mismo salón que una semana atrás sufrió cuarteaduras transversales en paredes o cuarteaduras en el techo; no obstante, esta condición no fue impedimento para que la escuela apareciera en la lista de planteles listos para el reinicio. Pasó también que la orientadora indicó por “whats” que la escuela ya se encuentra en labores, y que, frente a la crítica de padres y estudiantes respecto a las condiciones del plantel, informó que las ausencias no justificadas son motivo de reprobación. Tampoco faltó que las clases reiniciaron, para ser canceladas seguidamente porque protección civil del municipio valoró, a pesar de la autoridad escolar, que el inmueble presentaba daños estructurales.
También se han dado actos distintos. Estudiantes que rechazaron continuar con las clases debido a la incertidumbre que genera el estado que guardan los planteles. Otros más, avisados del reinicio de clases programado para el lunes 25, organizaron asambleas para continuar con el apoyo a las zonas afectadas en la capital y en el interior del país. También pasó que los padres de familia que recibieron convocatoria a junta para establecer el reinicio de clases, se negaron debido a las condiciones de la escuela. Mucho de lo anterior sucedió muy a pesar de los deseos e insistencias de la autoridad educativa correspondiente.
Así, en las escuelas se está desarrollando una disputa de cuándo, cómo y en qué condiciones será válido ese “hasta nuevo aviso”. En la entrada de los planteles y en sus explanadas, se está definiendo aquel guion en alerta, pero que es igualmente solidario, colaborativo, sensible frente a la tragedia, y crítico. Y que está particularmente poniendo en entre dicho a las decisiones y acciones de la autoridad educativa, sobre todo a aquellas que no parecen seguir al estado de alerta.
Mas la disputa es también por lo simbólico (Friedland & Alford, 2001). Abrir planteles aún cuando no se cuenta con el dictamen requerido en el protocolo de la SEP -forjado por la propia alerta-, deja ver que algunas autoridades educativas parecen pensar que se encuentran en un juego de poder frente a los padres de familia y los estudiantes. La derrota es inaceptable, se valora, pues la rectoría de la educación ahora corresponde al Estado. Paradójico, pero parece que los guiones para tratar tanto a profesores disidentes, como a aquellos, son los mismos. Reanudar clases a pesar de las condiciones de la escuela y el ceder frente a los llamados de las secretarias estatales es evidenciar que vale más la pauta variable del sí mismo, que el de la colectividad. Anunciar clases para el miércoles y retractarse finalmente para esperar a que se recolecten todos los documentos pertinentes, es dar cuenta de problemas organizacionales, de búsqueda de legitimidad, pero de entendimiento de las condiciones que se enfrentan de cara a la tragedia.
En pocas palabras, que la vida regrese a la normalidad, al estado de las cosas previo al 19 de septiembre de 2017, es una disputa que este guion en alerta no está dispuesto a perder. No en tanto dicha condición es producto de guiones que no fueron totalmente de utilidad en su momento. Superar la tragedia no es justamente que las cosas se sigan haciendo de la misma manera (lo que está implícito en el regreso). Es que se revisen, que se reflexionen, y que se proceda de una forma que pueda ser más pertinente, con la salvedad que significa el “hasta nuevo aviso”. De lo contrario, las historias de negligencia y de indignación serán la constante.
Este guion que se está elaborando no es un asunto menor. El cuestionamiento que está haciendo a las decisiones dará pauta, seguramente, a nuevos marcos de actuación, valores y normas informales; horizontes culturales con los que habrán de operar los mexicanos que resulten del país tocado por esta tragedia. Y es particularmente simbólico que esa disputa por lo simbólico se esté librando en las escuelas.
Referencias
Friedland, R. & Alford, R. (2001). “Introduciendo de nuevo a la sociedad: símbolos, prácticas y contradicciones institucionales”, en DiMaggio, P. & Powell, W., El nuevo institucionalismo en el análisis organizacional, 1a reimpresión de la 1a edición en español. FCE: México.
Schutz, A. & Luckamnn, T. (2009). Las estructuras del mundo de la vida, 2a reimpresión de la 1a edición en español. Argentina: Amorrurtu.