La educación en México hoy en día responde a las políticas que se “sugirieron” desde la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de acuerdo con el documento: “México. Mejores Políticas para un desarrollo incluyente” de septiembre de 2012.
En aquel documento, en 73 cuartillas y 21 puntos principales, se abordaba los que la OCDE veía como áreas de oportunidad, dentro de las que destacaban el sistema educativo, la política regulatoria, laboral, energética entre otras.
Un apartado que se visualizaba era los escenarios para el crecimiento económico de acuerdo con la aplicación de las reformas, los cuales, para este 2018, auguraba, en cualquiera de los escenarios, al menos un 3.5% de crecimiento económico, que no se ha dado.
De aquel momento, siguió la toma de posesión del presidente Peña Nieto, la suscripción del Pacto por México en donde el PRI, PAN y PRD iniciaron con lo que ahora vivimos como Reforma Educativa que ha transformado y trastocado la forma y fondo en que se vive la educación en México.
En este momento retomo la primera de las recomendaciones que hacía la OCDE con respecto a la educación: “Seguir ampliando la cobertura educativa y el cuidado de la primera infancia, y al mismo tiempo elevar su calidad mediante la formación de capacidad del personal y el mejoramiento pedagógico”.
A unos meses de que termine el sexenio y de constantes evaluaciones tanto de ingreso, permanencia y promoción, las preguntas siguen en el aire. ¿En qué momento la Secretaría de Educación Pública hará uso de la información que se genera en las evaluaciones? ¿Cuándo se ofertarán los cursos de mejoramiento sin costo que la SEP prometió? ¿Cuándo llegarán los recursos para la mejora de las Normales?
Nada menos esta semana, Margarita Zorrilla, consejera del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), destacó que “se necesitan establecer acciones basadas en las evidencias que proporcionan las evaluaciones y la investigación educativas, y no en las que proporcionan políticas elaboradas con ocurrencias”.
¿Hasta cuando seguiremos esperando a que realmente se tome en consideración las necesidades de las y los maestros?