Jesús Francisco Galaz Fontes
¿Cuál es la relevancia del puesto de rector en una institución como la Universidad Autónoma de Baja California? La respuesta a esta pregunta implica considerar al menos tres factores: (1) la influencia que tiene el rector en promover un proyecto universitario; (2) la influencia que tiene sobre la distribución de los recursos de la institución, y (3) la plataforma política que el puesto de rector le ofrece a la persona que lo ocupa para proyectarse tanto interna como externamente.
Como puede derivarse de lo anterior, ocupar la rectoría de la UABC puede representar un objetivo muy atractivo. Ahora bien, lograr ser elegido como rector por la Junta de Gobierno no es una tarea sencilla y, sobre todo, no es una tarea que pueda realizarse fácilmente sin ser parte de un grupo cuya naturaleza esencial –académica, de conveniencia material o política-, depende de qué factor, de los tres mencionados, es el que cohesiona con mayor fuerza a los integrantes del grupo en cuestión. No es lo mismo compartir la expectativa de implementar un proyecto universitario que, en contraposición, aspirar a ocupar un puesto de alto rango con la esperanza de mejorar los ingresos propios, impulsar la propia carrera académica a partir del puesto administrativo, seguir escalando dentro de la burocracia universitaria o preparar una carrera dentro del sector público. No es lo mismo.
En el caso de la UABC no resulta muy difícil identificar a los grupos que han estado asociados a la rectoría y, aunque la clasificación no es perfecta, el análisis no está muy lejos de la realidad si se toman en cuenta, para cada una de las personas consideradas, factores como su proyecto universitario, su disciplina, su trayectoria académica, los puestos administrativos desempeñados, y las relaciones de trabajo, académicas y sociales con los otros integrantes del grupo. Como al final de cuentas estos grupos influyen de una manera importante en las decisiones institucionales, suele llamárseles “grupos de poder.”
Así, podemos hablar, a partir de la huelga de 1980 y con base a sus personajes más visiblemente influyentes, del Grupo Gallego/Castro y, a partir de 2003, del Grupo Mungaray. Para el caso del Grupo Gallego/Castro saltan los nombres del Arq. Rubén Castro, el Lic. Hector M. Gallego, el Dr. Luis Lloréns, el Lic. Luis J. Garavito y el C.P. Víctor E. Beltrán. Para el caso del Grupo Mungaray emergen los nombres del Lic. Alfredo Buenrostro, el Dr. Alejandro Mungaray, el Dr. Gabriel Estrella, el Dr. Felipe Cuamea y el Dr. Juan M. Ocegueda. En general, los integrantes de los dos grupos han ocupado la rectoría en periodos sucesivos, reflejando el hecho de que una vez obtenida la rectoría la composición de la Junta de Gobierno ha permitido la continuidad del grupo en el poder. De este modo puede decirse que el Grupo Gallego/Castro mantuvo la rectoría hasta que el Dr. Mungaray fue designado rector por la Junta de Gobierno e inició el desplazamiento del Grupo que lo llevó a ese puesto de poder.
Aunque sus características se manifiestan en diversos aspectos de su trabajo dentro y fuera de la universidad, estos grupos se identifican de una manera más nítida como alternativas diferentes cuando ellos mismos (o personas cercanas a ellos) se integran a la Junta de Gobierno, que es la autoridad encargada de nombrar al rector y directores de unidad académica. La Junta de Gobierno se ha transformado así en el espacio en el que los grupos que buscan la rectoría se enfrentan, simbólica y políticamente, para decidir quién de los candidatos a rector ocupará ese puesto. De esta manera, ya sea que formen parte o no de los grupos en cuestión, todos los candidatos a rector se desenvuelven en un espacio en el que los grupos de poder se confrontan en términos conceptuales, de conveniencia y políticos, mientras que la comunidad universitaria observa con resignación el guión del proceso.
Aunque muy importante históricamente, el Grupo Gallego-Castro está, para todos efectos prácticos, ausente de la Junta de Gobierno en la sucesión rectoral en turno. En su lugar, el Grupo Mungaray cuenta con la mayoría de los integrantes de la Junta de Gobierno, a pesar de la presencia de algunos que pudieran considerarse independientes. No obstante esta aparente hegemonía del Grupo Mungaray, de algunos tiempos a la fecha se han escuchado voces que afirman que se ha dado un distanciamiento entre dos secciones del Grupo Mungaray; los que siguen asociados estrechamente al Dr. Mungaray y, por otro lado, los que se han recorrido hacia los Drs. Cuamea (Presidente actual de la Junta de Gobierno y rector anterior) y Ocegueda (rector en funciones). Qué tan real es esta división es algo que en realidad no se sabe, pero eso es lo que se dice. No obstante e independientemente de ello, es ya notoria la presencia de un grupo emergente que, por sus antecedentes disciplinarios, podría bautizarse como Grupo Comunicólogos, aunque como en el caso de los otros grupos, la afiliación disciplinaria no es uniforme. Este grupo no cuenta todavía con una persona que haya ocupado el puesto de rector, pero todo indica que, a la sombra del subgrupo Cuamea/Ocegueda, ya tienen candidatos para ocupar la rectoría en ésta, y en varias ocasiones más, siguiendo el modelo que han visto poner en práctica a sus mentores. De nueva cuenta, qué tanto este nuevo grupo de poder está asociado al subgrupo Cuamea/Ocegueda o al Grupo Mungaray original es algo que no se sabe a ciencia cierta.
Si bien un buen número de los 21 candidatos a rector puede identificarse con uno o más de los grupos y subgrupos esbozados, también hay entre ellos candidatos independientes en el sentido de no estar integrados a alguno de esos grupos. La dinámica tradicional de la Junta de Gobierno no los favorece por estar fuera de los grupos mencionados y, en consecuencia, por no contar con promotores de sus proyectos, pero en realidad tampoco se sabe bien a bien cómo es que la presencia de tales candidatos independientes puede (o no) impactar la decisión última que tome la Junta de Gobierno.
¿Es negativo que existan grupos de poder dentro la UABC y que persigan ocupar la rectoría promoviendo a uno de sus integrantes? Aunque puede haber otras consideraciones, la respuesta a esta pregunta depende en mucho de los intereses que aglutinan a los grupos en cuestión. ¿Representan proyectos universitarios sustantivos pero diferentes que valen la pena confrontar? ¿Quieren llegar a la rectoría para repartirse los puestos y los beneficios asociados entre ellos y sus seguidores, como se han dado casos en el pasado? ¿Les interesa el puesto de rector para proseguir posteriormente con una carrera política? ¿Qué nos dice el análisis de la trayectoria académica, profesional y política de los diferentes candidatos?
Las respuestas a las anteriores preguntas son determinantes para valorar el beneficio y/o el perjuicio que los diferentes grupos de poder pueden tener sobre la vida y el ánimo universitarios. En este contexto, resulta pertinente preguntarse si la Junta de Gobierno elegirá al nuevo rector bajo la presión de los intereses de los grupos de poder asociados a los candidatos o si, asumiendo con autonomía el papel que la Ley Orgánica le otorga, se inclinará por el proyecto que más convenga a la UABC en este momento de su historia. En el pasado han prevalecido los grupos de poder. ¿Sucederá lo mismo en esta ocasión?… No cabe duda que esta Junta de Gobierno tiene una enorme responsabilidad ante la comunidad universitaria y la sociedad bajacaliforniana.