Nota del editor: Tribuna Milenio convocó a cuatro destacados analistas: Manuel Gil Antón (ColMex y Educación Futura); Sergio Cárdenas (CIDE); Emilio Blanco (ColMex), y Fernando Ruiz Ruiz, a debatir sobre el presente y futuro del IEEPO y la CNTE en Oaxaca. Por ser de interés general, reproducimos aquí el debate. Bienvenida la deliberación pública.
Sergio Cárdenas (CIDE)
Oaxaca es el mejor ejemplo de las desigualdades injustas que se observan en el sistema educativo mexicano, como nos lo recordaría cualquier revisión a los indicadores educativos nacionales. Aunque puede argumentarse que el rezago económico y la peculiar distribución territorial de su población son las principales causas de esta condición, ambos aspectos resultarían insuficientes para explicar en su totalidad la baja calidad educativa que han sufrido decenas de generaciones de estudiantes oaxaqueños.
La principal explicación del rezago educativo en Oaxaca se encuentra en la larga lista de agravios cometidos contra los estudiantes oaxaqueños por parte de la CNTE y de las autoridades estatales. La lista de ofensas, desde la modificación del currículo nacional por razones ideológicas hasta la connivencia hacia la ausencia de docentes en las aulas, es sólo comparable en extensión con la cadena de despropósitos validados por diversos gobernadores, entre los que destacan la cesión plena del control administrativo y financiero del IEEPO, y la creación de una “Fiscalía Especial para la Atención de Asuntos Magisteriales”, como elemento clave para garantizar impunidad legal a los integrantes de la CNTE.
El intento por retomar el control del sistema educativo estatal en Oaxaca a través de la refundación legal del IEEPO, con el fin de anular una serie de perniciosos acuerdos con la CNTE, abre sin duda una oportunidad para revertir la peligrosa imbricación que existe actualmente entre el sindicato y las autoridades educativas. Sin embargo, antes de festejar que no se postergara más esta decisión en Oaxaca, es necesario aprovechar las lecciones que nos ha dejado la reciente instrumentación de la reforma constitucional en materia educativa, aprobada en el 2013.
La idea de retomar el control administrativo del Sistema Educativo Nacional resultó en su momento tan atractiva como resulta ahora la idea de recuperar el control del sistema educativo en Oaxaca. Sin embargo, la reforma legal de 2013 fue solamente un primer paso (y tal vez el menos costoso) de muchos que la SEP debe dar todavía. La instrumentación de una reforma educativa demanda un compromiso constante por no diluirla, ni siquiera como una muestra de “extrema prudencia política”, por lo que una pregunta inmediata es si será posible mantener el apoyo político para reorganizar el IEEPO, especialmente cuando el próximo año habrá elecciones y la respuesta de la CNTE no se prevé tan pacífica como la del CEN del SNTE a nivel nacional.
Un segundo cuestionamiento es si la autoridad estatal tiene ya un plan para guiar decisiones sustantivas, tras recuperar el control de chequeras y de manuales de organización. ¿Qué programas iniciarán para mejorar el desempeño de las escuelas? ¿Cómo reducirán las brechas que ahora enfrentan? ¿Cómo suplirán a los profesores que se nieguen a trabajar con las nuevas condiciones? ¿Cómo se pondrán al día en la implementación de los procesos de evaluación establecidos por la reforma constitucional? ¿Cómo construirán relaciones de colaboración y respeto con los docentes? Sobre estos puntos, basta recordar que a nivel nacional continúa pendiente la discusión pública sobre el “nuevo modelo educativo” y todavía se ven distantes los primeros resultados tras la puesta marcha de programas enmarcados en la reforma.
Una pregunta final es si el Gobierno estatal y el nuevo titular del IEEPO contarán con habilidades para establecer puentes con los docentes interesados en contribuir a reorganizar el sistema educativo estatal, a pesar de que los dirigentes sindicales utilizarán sin duda hasta el último resquicio legal y político para evitarlo.
Las lecciones que ha dejado la instrumentación de la reforma educativa de 2013, más allá de las anécdotas climatológicas y de consulta a diccionarios, sugieren que es necesario ser muy cautos con respecto a las expectativas alrededor de la reorganización del IEEPO. Si algo hemos confirmado es que una reforma legal es insuficiente para asegurar la colaboración de todos los docentes en la reorganización del sistema educativo, por lo que si bien debe reconocerse la refundación legal del IEEPO como un primer paso, el camino será sin duda largo y todavía de resultados inciertos.