La SEP colocó certificados bursátiles en la Bolsa Mexicana de Valores con los cuales recabó 8,581 millones de pesos. Con este esquema se esperan obtener entre 2015 y 2018 hasta 50 mil millones de pesos. Estos recursos estarán destinados a las escuelas con mayores necesidades de infraestructura.
Asignar los recursos recabados para dignificar escuelas públicas es un paso necesario para resarcir parte de la deuda acumulada por los gobiernos producto del abandono en que tuvieron a la educación pública.
El esquema financiero, más allá de como se realizó, permite reiterar algo que se olvida por haberse vuelto un lugar común: El gasto en educación es una inversión pero no se trata de una inversión solo porque se hayan colocado instrumentos en la Bolsa de Valores, sino porque el gasto en educación tendrá efectos en el futuro, no en el corto plazo, por eso se llama inversión.
Una forma de medir la inversión educativa es el gasto por alumno. Una comparación de ese gasto entre diversos países es útil para mostrar, por un lado, el grado de preocupación de la sociedad por la educación pública y, por otro, en donde se encuentra México.
Datos de la UNESCO señalan que en educación primaria[1] Argentina gastó en promedio por alumno por año 2,083 dólares en 2013; mientras que en 2012 Brasil invirtió 2,555 y Estados Unidos 10,237 dólares. Por su parte, en México de 2006 a 2011 se invirtieron 1,292 dólares y en 2014 esa inversión fue de 1,150 dólares[2]; además, en México el gasto promedio por alumno por año en preescolar y secundaria no es muy diferente al de primaria.
Algunos estudios sobre el gasto educativo en el mundo se preguntan si el monto del gasto se relaciona con el desempeño escolar de niñas y niños. El debate es amplio pero mencionaré un resultado importante para la situación de México. Emiliana Vegas y Chelsea Coffin calcularon que un aumento del gasto sí tiene efectos para mejorar el desempeño de los alumnos en los sistemas educativos cuyo gasto es menor a los 8,000 dólares promedio por alumno por año, esta es la situación de los países en desarrollo como México en donde hay un margen amplio para mejorar[3]. Una situación diferente se presenta en los países con mayor riqueza. Por ejemplo, desde hace años se señala que en los Estados Unidos el aumento del gasto educativo no ha mejorado el desempeño de los alumnos de ese país[4].
Con este umbral de 8,000 dólares promedio por alumno al año y el monto de inversión en México que no rebasa los 1,300 dólares se destaca la escasa inversión en educación pública en nuestro país y la brecha que es necesario cerrar. Se puede señalar que la prueba de fuego de la reforma educativa es lograr un aumento en la inversión por alumno pero a través de acciones con un propósito definido, por ejemplo para abatir el rezago educativo.
Canalizar recursos a estrategias que permitan abatir el rezago educativo es importante en nuestro país porque la educación que se recibe tiene efecto acumulativo; así una educación deficiente en los primeros años de vida redundará en deficiencias en niveles superiores. Un ejemplo de ello son los resultados de la Prueba PISA aplicada a jóvenes de 15 años que señalan un fuerte rezago en los aprendizajes de los alumnos. Con los resultados de la prueba en 2012, la OECD (2014:2) señaló que los jóvenes en México tenían, en promedio, un rezago de 2 años de escolaridad, y con las tasa de mejora observada, señaló la OECD, México tardaría al menos 25 años en alcanzar el promedio de los países de la OECD en matemáticas y 65 años para lograr el promedio en lectura[5].
Es por ello que la inversión en educación es muy relevante, pero más relevante es saber en qué gastar y hacerlo con suficiencia. La inversión por alumno en México permite dimensionar el impacto que tendrá la colocación de certificados bursátiles en la Bolsa de Valores. Este esquema bursátil plantea recabar fondos por 50 mil millones de pesos para ser usados en tres años de 2016-2018. En una población de 23.5 millones de alumnos en educación básica, en 2014, esos recursos representarían un aumento de gasto por alumno de 45 dólares en cada uno de los tres años contemplados. La recaudación de recursos a través de la Bolsa de Valores no es per se una mala decisión; pero resulta insuficiente si se mide en términos de la inversión necesaria por alumno que requiere la educación pública.
Es necesario, también, modificar el enfoque o la visión con la cual se analizan los componentes del gasto o la inversión educativa. Por ejemplo, en muchas ocasiones se señala que el salario de los docentes es gasto corriente, pero no lo es, pues se trata de una inversión para el funcionamiento del sistema educativo no en su carácter operativo sino en el sentido de la calidad con la que se brinda el servicio y se cumplen sus objetivos.
Cabe anotar que en un reciente estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, 2015:3)[6] se señala que no se observan mejoras en el desempeño escolar en los países que han invertido en tecnologías de información en la educación. Es decir, la dotación de recursos no se convierte de manera inmediata en mejoras educativas sino se acompaña de estrategias para usar los recursos con el propósito de mejorar el aprendizaje y las habilidades para la vida de las niñas y los niños.
Adicionalmente, hay que tomar en cuenta que estudios recientes Glewwe, Hanushek, Humpage y Ravina (2011) encuentran que en “los países en desarrollo, con pocos insumos básicos sí tiene efectos significativos [el gasto], incluyendo la disponibilidad de mesas, conocimiento de los maestros sobre las materias que enseñan y la [disminución] de la ausencia del maestro” (citados en Vegas y Coffin, 2015: 2)[7].
¿En qué gastar o mejor dicho en qué invertir en el sector educativo básico? es un asunto que requiere de la reflexión de diversos expertos, a este asunto dedicaré mi próxima entrega para animar el diálogo.
Claudia Santizo es Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
[1] UNESCO Institute for Statstics. En: http://data.uis.unesco.org/index.aspx?queryid=190#
[2] Con el tipo de cambio promedio de 2014. Datos: SEP, Principales Cifras del Sistema Educativo Nacional, 2014-2015, SEP, México: p. 34. http://www.planeacion.sep.gob.mx/assets/images/principales_cifras/2014_2015_PRINCIPALES_CIFRAS_BOLSILLO.pdf
[3] Vegas Emiliana y Chelsea Coffin, 2015. “When Education Expenditure Matters: An Empirical Analysis of Recent International Data” en Comparative Education Review, Vol. 59, No. 2 (May), pp. 289-304.
[4] Eric A. Hanushek, “Making America’s Schools Work: This Time Money Is Not the Answer” en The Brookings Review, Vol. 12, No. 4 (Fall 1994), pp. 10-13.
[5] Country-specific overviews, México. Disponible en http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results.htm
[6] OECD (2015). Students, Computers and Learning: Making the Connection, PISA, OECD Publishing. http://dx.doi.org/10.1787/9789264239555-en
[7] Vegas, Emiliana y Chelsea Coffin, 2015. Cuando el gasto en educación importa: Un análisis empírico de información internacional reciente. BID, División de Educación, Documento de Trabajo # 574 (febrero 2015).