Nunca como ahora un 8 de marzo día internacional de la mujer, había causado tanto controversia como suceden el presente año 2020, realmente no es el día 8 si no el 9, “El día 9 no te mueves” es la consigna, no quiero reeditar un debate que ha generado que afloren todo tipo de posturas, desde las fundamentalistas, hasta las radicales y de avanzada, los feminismos de todo tipo, también han tomado la palabra para pronunciarse, es su día, es su fiesta, así como existen días para muchas cosas en nuestro país o a nivel mundial, día del niño y de la niña, día de la madre, día del maestro, día, de todo lo que se nos ocurra. Hemos reducido el debate a días emblemáticos en donde se quiere decir todo o casi todo de la referencia que da cada día en cuestión.
No es verdad que el asunto de la violencia, de la inseguridad en la sociedad, del riesgo (como le llama el sociólogo francés Robert Castel) tenga que ver con un asunto de género, hay otras variables incluyendo al género y por lo tanto se puede afirmar con tristeza que la inseguridad se ha democratizado es pareja para todos y todas, hay más riesgo en los jóvenes (hombres y mujeres) que en las mujeres a secas.
Con este breve texto, quiero referirme a otra arista del problema, el llamado que hacen las mujeres a la sociedad y a las mujeres para el día 9, es a no salir a la calle, a no comprar, a no trabajar, podría decirse en la contra parte a refugiarse o a esconderles y por qué mejor la propuesta gira en torno de un sentido inverso, a salir y tomar las calles y como decía Salvador Allende, a caminar las calles y las plazas libremente, lo que se coloca en el fondo es la disputa del espacio público, el hecho de renunciar a él, es renunciar al clima de libertad y de seguridad que todos y todas necesitamos o al clima al que miles aspiramos.
Me parece que el manoseo en esta propuesta viene de distintos frentes, los ámbitos gubernamentales han preferido ceder para no complicarse las cosas, en algunos lugares le llaman paro y dicen las mujeres hemos decidido “desaparecer voluntariamente, porque a muchas de nosotras nos desaparecen en contra de nuestra voluntad”.
Repito ante las distintas amenazas de desaparición lo que obliga es la presencia, la visibilidad no la invisibilidad; el salir y tomar las calles, el caminarlas, el concurrirlas, el mostrar la capacidad de la presencia y de la asociación colectiva y voluntaria de mujeres en todos los sitios, en cada esquina, cada calle, cada plaza, cada lugar: todo ello, da una más clara muestra de valentía femenina y de empoderamiento; lo otro puede entenderse con negarse, como replegarse ante un problema es que grave y que va en ascenso pero que no es exclusivo del riesgo de ser mujer.
En las universidades hay debates, foros, posturas diversas; sí, pero me parece que dichos debates son muy lineales, más que debates parecen monólogos circulares, los cuales giran en torno a los mismos asuntos. Pereciera que hoy es el lugar del monólogo femenino, de revancha y de denuncia. Las voces suenan más fuertes si se unen si trazan acciones sobre la base de la coincidencia, ¿Qué nos toca hacer a los varones este 8 – 9 de marzo? Al respecto y desde una perspectiva radical y desde las causa de ciertos colectivos feministas, todo lo que digas y hagas será utilizado en tu contra…