El día 21 de junio, de nueva cuenta estudiantes normalistas fueron agredidos por las fuerzas de “seguridad pública”. No, no se trató del conflicto que hace días le compartía en este mismo espacio y que se suscitó en Cañada Honda, en el hermoso estado de Aguascalientes; no, tampoco se trató del lamentable y trágico suceso de Ayotzinapa, en la bella entidad de Guerrero; tampoco se trató de estudiantes provenientes de alguna de las normales del singular estado de Oaxaca. Se trató pues, de normalistas de Tiripetío en Michoacán.
Hasta el momento en que cierro estas líneas. Las versiones, que corren a raudales en los medios de comunicación, mencionan que ante una manifestación estudiantil, los elementos que integran la “flamante” policía michoacana, dispararon sus armas para “disuadir” al grupo de “rijosos” que se concentraron en torno a unas vías del tren para impedir el tránsito del mismo, con el objetivo de que sus demandas fueran escuchadas y atendidas por el gobierno perredista.
De hecho, existen videos – grabados por los mismos estudiantes y pobladores de esa entidad – que dan cuenta de las agresiones de las que fueron objeto los alumnos de la escuela normal Vasco de Quiroga. Ante tales circunstancias, por la mañana del 22 de junio, se informó que fue destituido el Subdirector de Seguridad Pública, Antonio Paniagua Arce, por los “errores” cometidos en el operativo, mientras que el director de la dependencia, Fidel Ortiz Barragán, estaba siendo investigado por las autoridades correspondientes.
Estos hechos violentos, como los cientos que a diario ocurren en mi querida República Mexicana, podrían no ser trascendentales, de no ser porque en días pasados – cuando el conflicto entre las estudiantes de la Escuela Normal Justo Sierra Méndez y autoridades del estado de Aguascalientes llegó a su clímax – el gobernador Silvano Aureoles declaró ante los medios de comunicación – dada la agresión que sufrieron los alumnos de la normal de Tiriperío que apoyaban el movimiento de Cañada Honda –, que era justa la “garrotiza” que recibieron los normalistas y que de ésta, esperaba hubieran aprendido.
Nada más lamentable que este tipo de declaraciones, pero lo es aún más, el que este funcionario, falto de sensibilidad política y humana, se haya atrevido a mandar ese mensaje a la ciudadanía. ¿Acaso no se ha aprendido nada en temas de seguridad pública y atención a los conflictos sociales en los últimos años?, ¿acaso el tema de Ayotzinapa y Nochixtlán no dejó un aprendizaje en los mandos únicos policiales?, ¿acaso merecemos este tipo de gobernantes?
Hace días, reflexionaba sobre el planteamiento que he venido escuchando de varios colegas, analistas, intelectuales, académicos, medios de comunicación, en fin; de aquellos que piensan, razonan, reflexionan, comprenden y entienden los grandes problemas que enfrenta México, y hoy más que nunca, lo confirmo: el país se le ha ido de las manos a Enrique Peña Nieto. Y se le ha ido por la falta de capacidad que ha mostrado desde el inicio de su gobierno para enfrentar los conflictos que él mismo ha generado con su pésima forma de gobernar el territorio mexicano.
Tal parece que los gobernadores, cual virreyes en una pequeña isla, hacen y deshacen lo que se les venga en gana, y no hay nada ni nadie que pueda obligarlos a actuar con mesura, prudencia, paciencia, diálogo y acuerdos.
Del “flamante” Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, puede decirse mucho al respecto, dado que las normales son también, ámbito de su competencia; sin embargo, como hemos visto, sabido y comprobado, está más preocupado por posicionarse ante sus posibles electores con miras al 2018, que en atender los problemas educativos que, como en esta entidad michoacana y en las diversas que integran el país, existen. Y existen porque son reales, nada ficticias, nada utópicas.
Tales argumentos mi apreciable lector, me constan. Y me constan porque en mis veinte años de servicio, he tenido la maravillosa oportunidad de visitar varias escuelas normales del país. De ahí que pueda afirmar, sin ningún miramiento, que las normales han sido, son y serán, instituciones que por años han formado a maestros destacados en cada uno de los niveles educativos a los que se han insertado.
Duele, efectivamente, que se den estos lamentables hechos, pero duele aún más, ver y darse cuenta de las agresiones que otros seres humanos cometen en contra de sus iguales, por una estúpida – sin que sea peyorativo el uso de la palabra – orden “ejecutiva” que alguien desde su escritorio otorga a quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar la vida humana.
En estos días, se habla de 2,186 homicidios dolosos cometidos en mi amado México. ¿Qué está pasando?, ¿quién está fallando? Cuestionamientos que, si usted analiza, buscan un culpable y un responsable; sin embargo, ¿por qué no le apostamos al fortalecimiento de este tipo de instituciones formadoras de docentes para mejorar el entorno que nos rodea? Programas contra de la violencia son necesarios, no lo niego, pero ojo, son programas que buscan remediar un mal, y no una probable prevención mediante la cual, se eduque al pueblo.
Ciertamente, y comparto las ideas que mi querido amigo Alberto Arnaut escribió en días pasados en su muro (Facebook, Junio 20, 2017) sobre una columna que tan amablemente publicaron Educación Futura y Profelandia (Hasta la victoria siempre: las normales viven); no basta con una reforma curricular a las escuelas normales para solucionar los problemas que enfrenta el normalismo mexicano. Las problemáticas van más allá de ello y del actuar de algún funcionario como lo es el Director de la DGESPE. Eso se sabe, no se desconoce; lo importante y verdaderamente trascendental, es trabajar de manera conjunta y coordinada para lograr una mejora sustantiva en el subsistema normalista.
Las normales viven, y seguirán viviendo, porque muchos, al menos así lo considero, creemos en ellas.
Sí, basta de injusticias. Sí, basta de represión. Sí, basta de todo. El diálogo debe ser el medio a través del cual se diriman los conflictos. Las normales, seguro estoy, pueden y podrán con los grandes retos que se les asignen. No obstante, no pueden navegar solas, requieren de acompañamiento y eso, dudo mucho que don Aurelio Nuño quiera hacerlo.