Hace unos días, sostuve una amena e interesante conversación con algunos profesores de educación primaria y secundaria. Como parece obvio, el tema que dio para hablar en demasía, fue el relacionado con los “Foros de Consulta” que el gobierno encabezado por el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, viene realizando en el país con el propósito de lograr un “Acuerdo Nacional Educativo”. Acuerdo que, a decir de muchos colegas, habrá de dar paso a la cancelación de la mal llamada reforma educativa que logró imponer el gobierno de Peña Nieto y compañía.
Así las cosas, llegado el tema de las propuestas, recuerdo que de la nada surgió una pregunta que a más de uno nos dejo pensativos por un momento: si la idea es realizar una serie de foros para recoger un cúmulo de propuestas que nos lleve a lograr un acuerdo educativo que beneficie a todos los mexicanos, ¿tendría que realizarse dichos foros si necesariamente tiene que mejorarse prácticamente todo el Sistema Educativo Mexicano (SEM) dados los problemas que existen en los diferentes niveles y subsistemas educativos? La respuesta, aunque parece obvia, encontró sentido si volteamos a ver al país, tal y como Peña lo ha dejado en esta materia.
Sí, se hace necesaria la atención de los problemas existentes, y sí, se hace necesaria la realización (aunque a más de uno no nos guste) de los foros que, por arte de magia, lograrán ese Acuerdo Educativo como el que en su momento logró: Salinas en 1992 (Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica), Fox en 2002 (Compromiso Social por la Calidad de la Educación), Calderón en 2008 (Alianza por la Calidad de la Educación), Peña en 2012 (Pacto por México, que incluye sus famosas reformas estructurales, entre ellas, la educativa).
Y es que mire usted, lejos de lo que el mismo foro o foros puedan representar, éste se hace necesario como un ejercicio democrático que todo gobierno que se diga democrático debe realizar… pero, ¿cuál es su fin educativo? En un instante iré a ello. Obviamente que, al plantear tal interrogante, en absoluto demerito la participación que los interesados puedan realizar en un momento determinado. Como se sabe, en los estados de Chiapas, Puebla, Durango y Nuevo León, ya se realizaron esos foros y, en próximos días, Veracruz, Estado de México y Tabasco, harán lo propio. Sí, en todos ellos han participado cientos de maestros, padres de familia, integrantes de la sociedad civil, entre otros actores, y cuya voz ha sido escuchada y, en su caso leída por quién sabe quién, pero que al final de cuentas, ha participado, y que bueno que sea de esta manera, puesto que esto abre la posibilidad para que el día de mañana, esos mismos actores participantes, exijan el cumplimiento de los acuerdos y/o propuestas que se derivaron de un evento en el que éstos participaron. Bendita democracia.
Ahora bien, por el tema educativo (al que aludía en el párrafo anterior) llama la atención que, en los formatos que se entregan a quienes acuden a este evento, éstos solamente le destinen un espacio muy breve al tema del aprendizaje y la formación continua, y sí varias interrogantes al diagnóstico y a algo que no logro entender y que fue denominado “Propuesta de Guelatao”. Y bueno, sobre el perfil del egresado de una escuela pública, sobre la revalorización social del magisterio, y sobre el compromiso que asumiría cualquier ciudadano para la mejora de la educación pública, mejor ni hablamos, son tres rubros que se dejaron abiertos, sin ninguna opción a considerar, salvo la opinión que usted o yo pueda tener al respecto.
¿Es este un instrumento que recoja las problemáticas reales que lleven a formular una propuesta educativa de profundo calado? No, en absoluto. La respuesta es contundente en estos términos: si a usted le preguntaran qué tipo de educación quiere para sus hijos con seguridad la respuesta sería “la mejor”. Si en los formatos que les entregan a los participantes en los foros se cuestiona o solicita que se priorice o valore las necesidades en cuanto a equidad, calidad, fortalecimiento de la educación inicial, de las escuelas multigrado, de las escuelas tiempo completo, de la inclusión y atención de alumnos con discapacidad, que haya más universidades, más becas, etcétera, etcétera, etcétera, la respuesta, aunque parece obvia, lo llevaran a elegir una de las opciones que, tal vez, no represente o signifique su necesidad más apremiante. ¿Y entonces los formatos tienen cierto sesgo? Ya lo creo, aunque el sesgo no es realmente una preocupación que me agobie, lo que me causa cierto conflicto, es saber cómo le van a hacer para atender las necesidades que, por varios sexenios, se han dejado a la deriva y que nos han llevado a ocupar el lugar que conocemos en distintas pruebas nacionales e internacionales, o a las carencias que en varias regiones y entidades se observan con el simple hecho de salir y visitar una escuela del nivel educativo que usted guste.
No, el problema no es qué consultar, el asunto aquí es cómo se atenderán y fijarán esas prioridades. No, el problema no es la democracia, el asunto es cómo se aplica esa democracia.
Ciertamente el gobierno que en próximos meses entrará en funciones, no es del todo responsable del gran problema educativo que priva en México; no obstante, el que se realicen estos foros, sin mucha claridad y transparencia, y mucho menos, con información contundente, genera cierto “sospechosismo” de gobierno cuya bandera es la democracia y la rendición de cuentas.
Ya veremos.