Hace un par de semanas, Aurelio Nuño, titular de la SEP, declaró que, a partir de este año, cualquier persona con un título universitario que obtenga el puntaje adecuado podrá acceder a una plaza docente en Educación Básica. La declaración de Nuño, si bien fue presentada en diversos medios de comunicación como un “anuncio” no es, en realidad, anuncio ninguno.
No lo es, pues la declaración en cuestión no dio a conocer algo nuevo; lo que hizo fue recordar lo que señala y mandata al respecto la Ley General del Servicio Profesional Docente, publicada en el Diario Oficial de la Federación en el mes de septiembre del año 2013. En breve, lo manifestado por el titular de la SEP acerca el fin del monopolio de los egresados de las escuelas normales para acceder a plazas docentes no fue el anuncio de una decisión de la SEP, sino el simple acatamiento de las disposiciones de una ley promulgada hace más de dos años.
Conviene, en virtud de lo anterior, citar in extenso lo que señala la Ley del SPD en relación a este tema:
Artículo 24. En los concursos de oposición para el Ingreso que se celebren en los términos de la presente Ley podrán participar todas las personas que cumplan con el perfil relacionado con el nivel, tipo, modalidad y materia educativa correspondiente; así como con los requisitos que establezca la convocatoria respectiva, en igualdad de condiciones, sin demérito de origen, residencia, lugar o formación profesional. En la Educación Básica dicho perfil corresponderá al académico con formación docente pedagógica o áreas afines que corresponda a los niveles educativos, privilegiando el perfil pedagógico docente de los candidatos; también se considerarán perfiles correspondientes a las disciplinas especializadas de la enseñanza.
Transitorio Vigésimo Primero. El artículo 24 de la presente Ley entrará en vigor para la Educación Básica a los dos años siguientes a su publicación en el Diario Oficial de la Federación, entre tanto, las convocatorias para concursos de oposición para el Ingreso a la Educación Básica serán sólo para los egresados de las Normales y sólo en el caso de que no se cubran las vacantes mediante dichos concursos, se emitirán convocatorias públicas abiertas.
La redacción del artículo 24, hay que decirlo, es un tanto enredada y da para interpretaciones y arreglos variados. Afortunadamente, el transitorio vigésimo primero aclara bastante el asunto al señalar que, transcurridos dos años de la publicación de la Ley, las convocatorias de ingreso a la Educación Básica ya no serán sólo para los egresados de las normales.
Digo “afortunadamente”, pues, si de lo que se trata es de contar con mejores maestros, reducir las restricciones para concursar para la obtención de cargos docentes me parece de lo más sensato. En primer lugar, porque los atributos que caracterizan a un buen maestro, además de ser escasos aquí y en todas partes, suelen ser particularmente difíciles de observar o detectar ex ante. En pocas profesiones resulta, de hecho, tan difícil saber quién será bueno/a (ya no digamos excelente) como en la profesión docente. Tan sólo por ello, conviene ampliar lo más posible el universo de candidatos a hacerse cargo de la educación de niños y jóvenes.
En segundo lugar, porque existen abundantes indicios de que, con excepciones notables, los egresados de las escuelas normales del país no han resultado ser docentes de muy alta calidad. Desde luego no de la calidad requerida para dar el salto cuántico que el sistema educativo nacional necesita dar para ofrecerles experiencias de aprendizaje efectivas y verdaderamente posibilitadoras a los alumnos mexicanos del siglo XXI.
Bienvenida la declaración del titular de la SEP en el sentido de que el gobierno va a acatar la ley. Lo que queda por ver es qué tanto se van a aplicar las disposiciones de la Ley del SPD respecto del fin del monopolio de las normales en la práctica. No se trata de ser aguafiestas, sólo hay que recordar que, cuando en el sexenio pasado se flexibilizaron las reglas al respecto en varias entidades federativas, los egresados de las normales siguieron recibiendo prioridad frente a egresados universitarios, en la práctica. O, para no ir tan lejos, tomar nota de lo declarado al día siguiente de la declaración de Aurelio Nuño al respecto, por el secretario de Educación de Chihuahua –Ricardo Yáñez– quien dijo con todas sus letras que en su entidad los normalistas tendrían preferencia.
La batalla apenas comienza y no será una que se gane con argumentos educativos. Es y será una batalla, fundamentalmente, política.
Twitter:@BlancaHerediaR