¡Funcionó! Los maestros de la Sección 22 del SNTE se regresan a casa porque les detuvieron la paga. Tan sencillo que fue y tan difícil que parecía.
El magisterio oaxaqueño no es como otros. Hace tiempo que estos líderes usan al sistema educativo de su entidad para extorsionar. Cobran crecientes cantidades de dinero como derecho de piso para que, de vez en vez, sus aulas funcionen.
Los salones oaxaqueños permanecen cerrados 73 días al año, de los 200 que integran el calendario escolar; en otras palabras, abren sus puertas a los alumnos sólo seis de cada 10 días originalmente previstos.
Pocas cosas oprimen tanto el corazón como mirar un aula de la costa oaxaqueña. Diera la impresión que por ahí pasó un tsunami y nadie volvió a visitar la escuela: pupitres rotos, pizarrones sin utilizar, basura en los pasillos, el techo quebrado, polvo en todas partes.
Oaxaca es uno de los estados más pobres del país y también es uno donde el nivel educativo está en el sótano.
Junto con los niños chiapanecos, guerrerenses y michoacanos, su población escolarizada obtiene notas muy bajas.
Es cada día más difícil evaluar a los estudiantes en esa entidad. En 2012 no se pudo practicar el examen PISA porque los maestros de la Sección 22 se opusieron. Argumentaron que el virus neoliberal de la OCDE no debía infectar la educación mexicana.
Tampoco permitieron esos mismos sujetos, en al menos una de cada tres escuelas oaxaqueñas, que el INEGI levantara el censo educativo que ordenó el Congreso. Por esta razón se desconoce el estado preciso en el que se encuentran las instalaciones educativas de primaria y secundaria.
¿Tienen agua? ¿Drenaje? ¿Luz? ¿Internet? ¿Qué inversión hace falta? ¿Cómo mejorar las condiciones materiales? Todas son preguntas imposibles de responder en un tercio de las escuelas porque a los profesores de la Sección 22 les incomodan las evaluaciones; cualquier tipo de evaluación, las que se aplican a los niños, a los maestros o a los inmuebles.
Hace poco Rubén Núñez, secretario general de esa sección y quien pareciera ostentar el monopolio de la voz en la CNTE, aseguró que su corriente magisterial cuenta con una propuesta alternativa de educación.
Sería justo que los niños de Oaxaca la conocieran, lo mismo que sus padres. También quienes sufren sus plantones en la capital de ese estado y en el Distrito Federal.
Las escuelas que cierran sus aulas debieran saber a qué se refiere Núñez, igual que los profesores obligados a marchar y aquellos pocos que lo hacen por su propia voluntad.
El secretario general de la Sección 22 del SNTE debería elaborar esa propuesta alternativa antes de presumir que la tiene.
Mientras tal visión no sea pública, cabrá suponer que los plantones y marchas, la negativa a la evaluación de estudiantes, escuelas y maestros, el ausentismo injustificado y, sobre todo, el daño mayúsculo que se está infligiendo contra la vida futura de los estudiantes, son todas tácticas para poder cobrar el derecho de piso que alimenta su miserable negocio.
Rubén Núñez regresó con los suyos a casa porque el Gobierno federal por fin decidió dejar de negociar con esos secuestradores de aula.
ZOOM
En Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero urge una propuesta alternativa de educación que, más allá de las evaluaciones, se haga cargo del enorme atraso y la gran precariedad que domina en las escuelas. Esa no puede ser responsabilidad sólo de los maestros. Trascender la crisis significaría un proyecto educativo de emergencia para esa región, donde todas las partes responsables fueran capaces de participar con honestidad.