Con el inicio de año y los buenos deseos, siempre se encuentra presente la intención de generar situaciones que nos lleven a mejorar nuestro entorno de vida, así como su calidad para enfrentar de una mejor manera el futuro que construimos con nuestras acciones. Que sea un estupendo año 2018 y que, en el marco de que es en el que juntos habremos de decidir lo que suceda en los próximos 6 años, lo hagamos de manera reflexionada y con la mira muy bien puesta en lo que deseamos para quienes vienen detrás de nosotros.
Comprender el fenómeno educativo lleva sin duda a un sinnúmero de interpretaciones. Cada historia de vida, cada instante en la escuela o fuera de ella, nuestra posición política, económica y social e incluso la cercanía de nuestro hogar a ella configura nuestra concepción sobre lo que pensamos sobre lo que debería de ser la educación.
Por otra parte, a la educación, confluyen una multiplicidad de factores que en ella inciden y no es solamente lo que sucede en el aula –aunque es muy importante- aquello que nos permite dar cuenta del reconocimiento del resultado de lo que sucede en la escuela. La educación somos todos, lo que sucede en el aula, en el hogar, en el barrio, en la política, sus decisiones y como las enfrentamos para salir adelante en nuestras vidas.
Por tanto, la educación no es una fábrica en donde con un proceso plenamente definido a modo de receta, ingresemos un niño, para años más tarde por el puro efecto escolar, podamos regresar a la sociedad un ser humano con ciertas características, valores y actitudes que puedan cambiar nuestra comunidad. Se trata de nosotros y de nuestras decisiones las que van a permitir cambiar o no nuestro entorno de vida y de quienes vienen detrás de nosotros.
Con ello, debemos aprender que el aprendizaje no es solamente un resultado educativo de una prueba estandarizada que se aplica a millones de estudiantes o maestros. El aprendizaje es un proceso y como tal, debemos entender que la educación no es un bien material como un vehículo, una casa o un aparato electrónico, es un bien humano y por tanto social que va a formar parte de nuestras vidas cuando tome parte en las decisiones comunes.
Volteemos a ver a nuestro derredor, existen ejemplos muy claros del rumbo que está tomando la educación en el mundo. Finlandia ha sido considerada como uno de los mejores sistemas educativos del mundo y ahí no se hacen evaluaciones estandarizadas a maestros y estudiantes de manera central. De igual manera, en nuestros vecinos del norte, en estados Unidos, en donde por 15 años defendieron a la evaluación estandarizada y el progreso de las escuelas para dar un cambio total el pasado 10 de diciembre de 2015 donde se da un cambio completo para dejar de ver la educación desde el punto de vista empresarial (como sucede en México) para darle un sentido más pedagógico.
Sin duda alguna la evaluación es muy importante en la educación y debemos de tener diversos puntos de vista al evaluarla, sin embargo y como menciona el Dr. Eduardo Andere en su último libro “Director de escuela en el siglo XXI”: “el debate continuará pero al menos en el mundo occidental parece ser que la evaluación formativa, holística y orientada al aprendizaje está tomando fuerza”.