El secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, trata de encontrarle la cuadratura al círculo. En dos intervenciones recientes parece que quisiera decir que los tropiezos en el camino de la reforma no se deben a la indolencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), sino a los gobernadores y a una mala ingeniería de la misma SEP. Además, claro, nada más que él no lo señala, a las intervenciones de la Secretaría de Gobernación por encima de la ley.
Hace una semana, Milenio publicó una entrevista del secretario con Carlos Puig. Aquél expresó: “… hemos elevado al Presidente de la República para que en algunas de las reuniones de la Conago se pueda ventilar un nuevo acuerdo de federalización o modernización de la organización federal de la educación en México… Para ordenar el sistema educativo se tiene que acudir a una serie de cambios en prácticas y en acuerdos, no sólo en leyes, que permitan a la secretaría conjuntamente con los estados hacer esa reforma”. Ya había dicho que él no puede hacer descuentos, pues los gobernadores fueron designados “patrones sustitutos” en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica.
El secretario reconoce que se les sigue pagando a docentes en huelga, aviadores y caciques. El supuesto ahorro que traería la desaparición del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal se esfumó en la primerísima quincena de aplicación del Fondo de Aportación de Nómina Educativa y Gasto Operativo. La SEP funciona, como escribió aquí Leo Zuckermann, igual que una ventanilla de pagos. En otra declaración en Tepic, el secretario anunció que efectuará “una reingeniería total de la SEP que permita desaparecer los obstáculos de la administración educativa”.
El secretario evocó al federalismo alemán como fuente de inspiración. Alemania es una república federal de a de veras. Por ello, algunos educadores critican la ausencia de una política educativa central, como el profesor Wolfgang Schneider, quien fue vicerrector de la Universidad de Würzburg: “Tenemos hallazgos sistemáticos que muestran que mientras algunos de nuestros estados se desempeñan muy bien (en PISA), otros funcionan mal. Cada estado tiene su propia política. Las políticas difieren mucho y los estados no son capaces de ponerse de acuerdo sobre un plan de estudios común. Nuestro ministerio federal de Educación ha tratado de cambiar eso pero es difícil, ya que nuestra ley establece que la educación debe estar vinculada a la política local” (Huffington Post, 31 de mayo de 2012).
En México, la única política local son los pactos de los gobernadores con los líderes del SNTE. Las leyes otorgan todas las facultades normativas y técnicas que significan poder y control a la secretaría, mientras que “los estados —como me lo dijo un secretario de Educación y Cultura de Veracruz— son libres y soberanos para obedecer lo que les manda la SEP”. ¿Por qué no discutir con seriedad las ventajas de un Estado unitario? Digo, en lugar de seguir fantaseando que México es una República federal.
El secretario no dio detalles acerca de la reingeniería. Me imagino que Emilio Chuayffet tiene en mente la recuperación completa de los aparatos burocráticos que antes manejaba la SEP y que, con excepción de algunos estados, se transformaron en institutos para administrar la porción transferida.
Encuentro cierta racionalidad burocrática en la apuesta del secretario. Un sistema centralizado, con mando único y tentáculos en los estados para no alejar ciertas decisiones del ámbito local. Pero no sería un federalismo cooperativo; tal vez se trata, como lo expresó don Emilio desde el 10 de diciembre de 2012, de remediar que la SEP sea un archipiélago. Eso otorgaría mayores poderes al gobierno central. Pero, ¿cómo evitar que el subsecretario de Gobernación deje de pactar por encima de la ley?
Por último, ¿qué hará el gobierno con el SNTE? Juzgaría que en el centro saben que en la educación los gobernadores no se gobiernan solos; todas las estructuras administrativas están copadas por cuadros fieles del sindicato. Si la reingeniería de la SEP y los nuevos acuerdos que busca el secretario no incluyen descolonizar el gobierno de la educación básica y normal, el círculo seguirá siendo un círculo. No habrá reforma.
Académico de la Universidad Autónoma Metropolitan
Carlos.Ornelas10@gmail.com