Estrategias van y vienen, y la Secretaría de Educación Pública (SEP) no acaba de entender, que los problemas de salud que causan ciertas drogas no se erradican, primero, de la noche a la mañana y, segundo, que la escuela en solitario no puede resolver lo que a otras instancias por su propia naturaleza les corresponde atender, por ejemplo, la ola de violencia que se vive en el país o el incremento de los grupos de la delincuencia organizada ligados con el narcotráfico a lo largo y ancho del territorio mexicano.
Para nadie es desconocido que el narcomenudeo se encuentra cerca de las instituciones educativas y de los estudiantes, sino es que ya se ha “infiltrado” y convertido en uno de sus enemigos o amigo, según sea el caso, y por más crudo que pueda sonar mi comentario; es como un secreto a voces que, por obvias razones, no se ha hecho público porque, de hacerlo, podría causar la vida de los denunciantes. Entonces, siendo un tema tan delicado, pero tan importante como lo es para la vida de los seres humanos, particularmente, de los mexicanos, ¿por qué solamente la escuela tiene o tendría que asumir la enorme responsabilidad de abordar este tema en los planteles educativos?, ¿cuál es el papel del estado mexicano y las otras instancias relacionadas con la seguridad y salud pública?, ¿qué estrategia ha puesto en marcha el gobierno mexicano para erradicar los distintos cárteles de las drogas que, por más que se diga lo contrario, siguen tan presenten en México? En fin.
Justo hace unos días, cuando la titular de la SEP, la profesora Leticia Ramírez, presentaba la Estrategia Nacional Si te drogas te dañas, una estrategia en el aula, recordé otra estrategia que fue anunciada con bombo y platillo en el mes de octubre del año pasado y cuyo nombre hablaba por sí sola Déjalo ya. Alto riesgo a la salud por vapeadores, una estrategia de concientización que pretendía inhibir el uso de esos dispositivos para asegurar la salud de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
Como se recordará, en esta última estrategia, la población objetivo fueron los estudiantes de educación básica (primaria alta y secundaria), padres y madres de familia, docentes y directivos y, para ello, se propusieron diversos medios a utilizar como material didáctico, secuencias didácticas (para docentes), periódicos murales, hojas de consejos, infografías, carteles, podcast, webinars, spots en radio y tv, entre otros; además de que en alguna sesión programada para los Consejos Técnicos Escolares (CTE), también se abordó dicho tema. Entonces, ¿qué materiales son los que se propusieron para la primera estrategia señalada, la denominada Si te drogas te dañas? Una guía para docentes, un reposito en la red con diversos documentos relacionados con el tema, videos, carteles, etcétera, etcétera, etcétera. Lo anterior, bajo la encomienda de que los profesores podrían trabajar estos temas 3 veces a la semana, de 10 a 15 minutos, en alguna de las asignaturas como formación cívica y ética, biología, vida saludable, ciencias o en cualquier otra dado que los tópicos, a decir de la SEP, son transversales; y bueno, su intención es brindar información sobre cada una de las drogas y los daños que pueden causar a la salud de los seres humanos.
Hasta aquí, todo parecería indicar que la estrategia o estrategias propuestas por esta Dependencia de gobierno, son harto relevantes y necesarias dadas las demandas y problemáticas sociales que observamos en nuestros días; ¿quién se atrevería a señalar que tales campañas no son necesarias? Imagino que nadie.
El meollo de asunto es que, al ser temas y problemáticas en el que inciden una multiplicidad de factores, la escuela por sí misma no podría ir más allá del ámbito de su competencia; es decir, puede la escuela (y sus actores) estar plenamente comprometida en este proyecto; puede trabajar constantemente entre directivos, maestros, alumnos, padres de familia y otro agentes para su puesta en marcha; puede realizar una serie de acciones con la finalidad de sensibilizar y concientizar sobre el daño que representa a la salud el consumo de drogas; en fin, puede hacer lo que le corresponda hacer, pero si tales esfuerzos no se acompañan de hechos concretos y contundentes por parte de otras dependencias de gobierno, tales como la fiscalía, guardia nacional, ejército, marina, juzgados y jueces, ministerios públicos, centros de readaptación social, economía, trabajo y previsión social, salud, gobernación, y las que se acumulen, poco o nada significará lo que en las instituciones se hubiera emprendido. Así de simple, así de complejo.
Ahora bien, ¿no ha sido suficiente toda la serie de actividades que ya de por sí tienen asignadas las maestras y maestros, como para que de la noche a la mañana se implementen estrategias como las que he mencionado sin que se conozcan los resultados que se han obtenido en su desarrollo?, ¿no sería necesario que la SEP hiciera un ejercicio valorativo de la estrategia relacionada con el uso de vapeadores?, ¿no habría la imperiosa necesidad de que en las escuelas se contaran con especialistas que abordaran de manera amplia y expedita estos temas?, ¿por qué solo las maestras y los maestros?. Por otra parte, ¿no habría que revisar, modificar o reformar el sistema de justicia penal, pero también los centros de readaptación social con el propósito de que se encarcele a quien se tenga que encarcelar por la venta ilegal de drogas y, por obvias razones, cumpla con su pena bajo un proceso readaptativo? Vaya, ¿no sería indispensable mirar no solo a la escuela como el único espacio que puede actuar para prevenir y erradicar este problema?
Con negritas:
En una de las presentaciones de la estrategia Si te drogas te dañas, una estrategia en el aula, la profesora Leticia Ramírez señaló que la participación de los docentes sería voluntaria; habría que recordarle que, en el Sistema Educativo Mexicano, son escasas las acciones educativas que las maestras y maestros pueden realizar voluntariamente porque todo cae en cascada; no sé si lo sepa (imagino que sí), pero el sistema que ella “coordina” es tan autoritario y vertical, que aún sigue presente aquella vieja anécdota que data del periodo de gobierno de Porfirio Díaz cuando éste llagaba a preguntar qué hora era y se le respondía la que usted diga señor presidente. Por obvias razones, y para el caso que me ocupa, es claro que la Secretaria de Educación representa una figura de esa anécdota, y los Secretarios de Educación estatales, Jefes de Departamento, Jefes de Sector, y muchos pero muchos supervisores y directores, la otra u otras figuras. En fin, ¿con el tiempo sabremos cuáles serán los resultados obtenidos con la puesta en marcha de esta estrategia o solo será un asunto de moda y de política?
Al tiempo.