Uno de los elementos menos disputados –porque hay un consenso prácticamente universal de su valor– y menos conocido de la reforma en materia educativa, apenas promulgada, es el referido a la Primera Infancia.
Como ya se ido socializando en los diversos grupos sociales, la atención dedicada al desarrollo de los seres humanos en sus primeros años es crucial para su trayectoria vital posterior: no sólo los individuos quedan en gran vigor o en terrible desventaja por lo acontecido en esa etapa, sino que las comunidades mismas y el país como conjunto puede mirarse en ese grupo de edad. Pero el verdadero principio es: todos, desde nuestro día uno de vida, tenemos derecho al máximo despliegue de nuestro potencial.
Por eso, en medio de la gran trifulca por discernir qué se iba y qué se quedaba en el artículo tercero constitucional, el tema de la educación inicial hizo su caminito. Aterrizó, para empezar en el primer párrafo: “El Estado… impartirá y garantizará la educación inicial…”; después, en el décimo párrafo, se señala: “…el Ejecutivo federal determinará los principios rectores y objetivos de la educación inicial…”.
Pero la disposición que activa a lo arriba anotado es el transitorio Décimo Segundo: “Para atender la educación inicial referida en el artículo 3º, el Ejecutivo federal, en un plazo no mayor a 180 días contados a partir de su entrada en vigor de estas disposiciones, definirá una Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, en la cual se determinará la gradualidad de su impartición y financiamiento”.
Dos cosas son una oportunidad inédita: uno, que la educación inicial ya no pueda tratarse nunca más como algo separado a la atención integral a la Primera Infancia.
La oportunidad dos está en la confluencia de tareas de coordinación social para la Primera Infancia. Ya hay un mandato en el Plan Nacional de Desarrollo y ya está prevista la coordinación de la SEP en la Ley de la Administración Pública Federal.
En resumen, hay todo: mandato constitucional, experiencia, especialistas, tres o más secretarías, un sistema nacional, un ecosistema de participación social. Ya es hora. Aunque son pequeñitos, esta es la Estrategia Mayor. Corren los seis meses para que dejemos chiquitos los egos y hagamos grandes las soluciones.