Un elemento que ha cobrado cada vez más relevancia en la discusión educativa es el diagnóstico y propuesta sobre las Escuelas Normales. Es un acento, por ahora, todavía más discursivo que real, pero que va remontando la visión superficial o incluso desdeñosa sobre estas instituciones.
En la etapa anterior de transformación educativa, una crítica que fue poco atendida se refiere al “orden de los factores”; y sí, la historia demostró que sí “altera el resultado”. La evaluación de los docentes debe ser posterior a la formación, y en función de continuar la formación. Cuando se decidió empujar la evaluación de desempeño sin haber asegurado antes que se había seleccionado y desplegado a los maestros considerando sus habilidades y competencias, a qué comunidades servirían, en qué composición de colectivo docente se iban a insertar, vamos, sin siquiera saber si habría realmente un colega experimentado para orientarlo desde una tutoría amable y cercana, nos equivocamos.
Y todo lo anterior arrastraba, a su vez, el asunto no resuelto de una admisión al servicio que no se conectaba con una transformación (de preferencia, previa) de las principales escuelas formadoras de docentes, las Normales. Sólo en los últimos dos años se buscó activar un cierto diálogo con esas escuelas.
Por ello es un gran paso adelante que, en nuestro flamante nuevo Artículo Tercero, en vigor apenas hace una semana, se establezca en el octavo párrafo: “El Estado fortalecerá a las escuelas públicas de formación docente, de manera especial a las escuelas normales…”. Sin embargo, en las penúltimas versiones algunos expresamos consternación por la idea que las Normales quedarían sin mejores oportunidades hasta que se definiera la Ley de Educación Superior, a discutirse apenas en 2020.
De un creciente consenso surgió el mandato que establece el Transitorio Undécimo, artículo que reconoce el marco normativo –aún por definirse– de la educación superior como el reglamentario de las Normales, pero que obliga al Ejecutivo a presentar antes de 180 días, es decir, máximo para el 11 de noviembre de 2019, una Estrategia Nacional de Mejora de las Escuelas Normales.
El llamado es a que la Estrategia que manda la Constitución resulte a la altura de las aspiraciones.