Abelardo Carro Nava
Como era de esperarse, posturas encontradas circularon a raudales en diversos medios de comunicación debido al anuncio que, el Presidente López Obrador, realizó el pasado 21 de diciembre en torno a la designación de la nueva Secretaría de Educación, Delfina Gómez, dado el encargo que el mismo titular del ejecutivo asignó a Esteban Moctezuma Barragán como embajador en Estados Unidos.
Las reacciones, como parece obvio, inicialmente se centraron en la trayectoria profesional puesto que la profesora Delfina, tal como fue anunciado, fue una integrante más del Sistema Educativo Nacional (SEN) al fungir como maestra y directora, por muchos años, en escuelas de educación básica del Estado de México. No obstante, lo anterior, también salieron a relucir algunos datos en cuanto a su trayectoria sindical como parte de la Delegación 34 del Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México (SMSEM), pero también, en cuanto a su andar en la parte “oficial” como subdirectora auxiliar de proyectos en la Secretaría de Educación de esa misma entidad federativa. Desde luego, no podía faltar, quienes aludieron a su formación profesional inicial en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y a sus posgrados en Pedagogía y Educación realizados en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Y bueno, otros tantos más, pusieron su mirada en su trayectoria política puesto que, antes del anuncio del presidente, la maestra se desempeñaba como delegada federal de los programas del bienestar en el Estado de México, cargo que le fue conferido después de que ésta perdiera las elecciones ante Alfredo del Mazo. Dicho sea de paso, también salió a relucir su tránsito por la presidencia de Texcoco y por la Cámara de Diputados y Senadores de nuestro país. Sí, de todo esto tuvimos conocimiento los días que le siguieron al 21 de diciembre.
Desde mi perspectiva, apoyo, rechazo y escepticismo, marcaron la pauta de las conversaciones en los foros y en las columnas que tan amablemente nos obsequian investigadores, académicos, intelectuales y profesores en diversos periódicos impresos y digitales. El propósito presidencial se había logrado. Desviar la mirada de lo verdaderamente importante: los magros resultados que, hasta la fecha, ha dado el Gobierno de la República en materia educativa en tiempos de pandemia y, por supuesto, la pésima gestión de quien dirige (hasta nuestros días) la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Esto es así porque, contrariamente a lo que pudiera pensarse, Moctezuma Barragán dejará la SEP con incontables problemas y pendientes que aquejan al sector producto de su errada gestión, pero también, de los pésimos gobiernos que años atrás han impulsado políticas públicas que poco han contribuido a su fortalecimiento. Claro, habrá quienes podrán decir que la tarea no ha sido nada fácil en estos meses y pueden estar en lo correcto; sin embargo, me quedo pensando qué habrá pasado con aquellas propuestas que infinidad de actores realizamos en los foros de consulta cuyo propósito consistía en lograr un gran Acuerdo Educativo Nacional para la transformación del SEN. Ciertamente, los tiempos electorales no son los mismos una vez que se toman las riendas de un cargo como el que le fue conferido a Esteban Moctezuma, pero indiscutiblemente, esas propuestas pudieron haber sentado la bases para propiciar un cambio emanado del magisterio y no desde la élite política y gubernamental. ¿Por qué no se tomaron o han tomado en cuenta? Es un “misterio”. Y bueno, para terminar con este sombrío panorama, el recorte presupuestal aprobado para este 2021 no augura nada bueno, por el contrario, en días pasados nos enteramos, por ejemplo, que en este año se fusionará dos programas cuyas finalidades son distintas “La Escuela es Nuestra” y “Escuelas de Tiempo Completo”. ¿La intención? Más allá de lo que puedan decir los documentos y/o las reglas de operación próximas a publicarse, tiene que ver con la falta de recursos para operar dichos programas, sobre todo el segundo porque, como sabemos, si bien es cierto era necesario revisarlo para mejorarlo, también es cierto que, con esta medida, se estará dejando de atender a una población que recibía un alimento y, por supuesto, la formación a partir de la enseñanza de sus maestros. ¿Será que ninguna de las escuelas que forman parte de este programa dejará de serlo en 2021-2022? Ya veremos.
Ahora bien, con bombo y platillo se ha anunciado la puesta en marcha de Aprende en Casa III; sí, así como si fuera una de esas series que se trasmiten por ciertas plataformas de paga. Esto, sin contar con un diagnóstico profundo y serio sobre los resultados de Aprende en Casa I y II. Y, para variar, en estos días ya se habla de un posible regreso a clases de manera presencial – conforme al semáforo que las instancias de salud correspondientes emiten continuamente –, sin que al total de las instituciones educativas se les haya destinado un recurso para habilitar o rehabilitar sus instalaciones, pero también, sin que se otorguen las condiciones mínimas de higiene y salud a los trabajadores de la educación y, desde luego, a los millones de estudiantes y padres de familia.
Sí, estos son una pequeñísima muestra de los pendientes que tiene o tendrá la nueva titular de la SEP a corto plazo, sin embargo, hay cientos de problemas administrativos que no acaban de resolverse y… ¿lo educativo? Sí, aquello que corresponde con el quehacer cotidiano del magisterio sigue sin ser tocado en lo más mínimo. Por ejemplo, hoy día, no hay claridad en cuanto a lo que significa eso que algunos llaman Nueva Escuela Mexicana; no hay un sendero claro para la capacitación, actualización y profesionalización del magisterio; no hay certeza en cuanto a la elaboración de un currículo que propicia mayores y mejores aprendizajes en los alumnos y profesores; no hay una visión diferente en cuanto al trabajo que debe realizarse en los Consejos Técnicos Escolares, en fin, no, no hay claridad en ello y en quién sabe cuántas cosas más.
Desde luego que es bienvenida la llegada de una profesora a la SEP, pero ojo, el que haya conseguido más de un millón y medios de votos en las elecciones en el Estado de México, no significa que goce de una simpatía desmesurada a nivel nacional puesto que, como bien sabemos, conseguir votos en nuestro país tiene varias aristas que no necesariamente reflejan el sentir de una población local y, mucho menos, nacional.
Ahora bien, por lo que toca a sus probables relaciones con la profesora Gordillo y su yerno, espero, con un buen y sano deseo, que no marquen la pauta en su desempeño.
Quiero pensar que, como varios colegas lo han escrito, al conocer lo que vive un docente en el aula, escuela y contexto, podrá dar un giro a la política educativa del país solo que, para este propósito, tendría que gozar de cierta independencia o autonomía de su jefe, hecho por demás impensable y, por lo tanto, me anticipo: esto marcará su desempeño.