Carlos Monsiváis alguna vez escribió la siguiente frase: “O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba yo entendiendo”, ésta contextualiza muy bien las acciones que la Secretaría de Educación Pública (SEP) planteó el día 25 de enero del 2016 en el marco de la presentación del plan La escuela al Centro, esquema que busca mejorar la organización de las escuelas para llevar la reforma educativa a las aulas.
El esquema tiene como punto de partida un diagnóstico que si bien ha sido recurrente en los discursos oficiales respecto al funcionamiento de las escuelas en México, se sustenta en la premisa que algo debe cambiar en el Sistema Educativo Nacional (SEN) a efecto de lograr consolidar a lo que en su momento se llamó reforma educativa. En este contexto no debemos olvidar que amplios y constantes han sido los debates respecto a qué hacer para lograr la mejora educativa en México, para lo cual hemos transitado desde cambios estructurales en el SEN, específicamente a los mecanismos para ingresar y permanecer en el mismo hasta llegar a la importante decisión de “cimbrar” a las casi 255 mil 531 escuelas de educación básica y de media superior que existen en el país (INEE).
La tarea luce compleja si asumimos la inercia en la cual han operado las mismas durante los últimos 20 o 30 años en los cuales se han asumido como organizaciones que operan en la parte “baja” del sistema que mueve a la educación en México, dejando a un lado que éstas son quienes en esencia “dan vida” no solo a la educación en este país, sino posibilitan la mejora del mismo a través de los individuos que a diario acuden a recibir educación. Si consideramos que el SEN tiene casi 35 millones de alumnos, nos encontramos ante uno de los sistemas educativos más grandes de América (de acuerdo al INEE, México tiene el tercer sistema educativo más grande de nuestro continente, únicamente superado por el de Estados Unidos y Brasil), lo que implica enormes retos en la búsqueda de su mejora.
Las propuestas incluidas en el esquema La escuela al Centro no son nuevas, mucho menos innovadoras, parten de condiciones que durante los últimos 20 o 30 años evidencian el abandono que el SEN ha hecho hacia el eslabón más importante de su estructura: la escuela. Lograr que ésta sea menos burocrática, que cuente con recursos económicos suficientes, que exista una mayor participación social… parecen medidas sensatas pero a las vez casi obligatorias si asumimos los principios filosóficos que regulan a la educación en México, y que por cierto fueron estas mismas Autoridades Federales junto con el H. Congreso de la Unión así como las Autoridades Locales y sus respectivos Congresos locales los que “reformaron” la ley sin tomar en cuenta en qué condiciones se encontraba el SEN en su conjunto, específicamente en algunos aspectos de enorme trascendencia del quehacer educativo nacional.
Entonces ¿qué realmente se pretende modificar? Desde una mirada rigurosa, nada nuevo, cumplir solamente con la ley, en particular con los principios emanados del Artículo 3º. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Asumiendo el compromiso de éstos, las acciones antes mencionadas representan en sí una condición prioritaria para su cumplimiento.
Mención aparte merecen dos acciones: por una parte la figura de los subdirectores de gestión y los académicos, particularmente porque ello se contrapone con la inercia eficiente con la cual se abanderaron los cambios y modificaciones en la ley, específicamente en lo relativo al ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia en el servicio educativo; ante ello surgen dudas importantes tales como ¿quiénes ocuparán estos cargos? ¿serán personas que ya están dentro del sistema educativo? ¿cómo se regulará su función y lo más importante su pago? Como vemos el entramado de esta decisión es complejo, pero parece ello no se tomó en cuenta tampoco.
Finalmente el tema de los tiempos de la jornada escolar es importante, como se fundamenta en estudios como TALIS o TERCE así como lo que señala la OCDE, en la medida en la cual se hace eficiente el tiempo escolar, específicamente en el aula, existen mejores condiciones de logro educativo, sin embargo, para ello debemos asumir que en las condiciones actuales mucho de este uso de tiempo escolar está delimitado por las tareas propias que el SEN asigna a las maestras y maestros en México, es decir, ello no representa en sí una responsabilidad de éstos actores, sino de quienes están “arriba” de ellos solicitando reportes, informes, concentrados… que en la mayoría de los casos los alejan de su verdadera responsabilidad…educar, cuestión que de ninguna manera representa un descubrimiento (como parece a veces estos estudios quieren demostrar), sino más bien es una lógica que deberíamos prestar mayor atención.
Tendremos en lo subsecuente la oportunidad de conocer más sobre estas propuestas, eso será importante para identificar sus alcances e implicaciones, por el momento podemos partir de supuestos, los cuales muchas veces son ratificados en lo que vemos y vivimos día con día quienes somos parte del Sistema Educativo Nacional. Toda acción en favor y beneficio de éste debe ser bienvenida, sin embargo, debe estar debidamente contextualizada en función de la realidad en la cual vivimos.
La escuela es el núcleo de cualquier sistema educativo, en ella emergen los actores más importantes que dan vida y forma a lo que llamamos educación, por lo que su lugar dentro de los mismos no está a discusión, lo que debemos debatir es qué deseamos de ella, esto sin dejar de considerar la obligación que tiene el Estado como ente garante de dotarla de las condiciones necesarias para su adecuado funcionamiento. Las medidas anunciadas responden a esta inercia, que hoy no deberían presentarse con “bombo y platillo”, por el contrario, deben asumirse con discreción y conciencia, partiendo de la reflexión de ser lo mínimo e irreductible que las autoridades en sus diferentes instancias deben hacer en beneficio de México y su sociedad.
Licenciado en Educación Primaria, Maestro en Ciencias de la Educación y Doctorante en Educación.
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