Valentina Sifuentes García*
En días recientes, estudiantes y docentes de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM manifestaron su inconformidad ante la posible disminución de la matricula de estudiantes de nuevo ingreso en carreras del área de las ciencias sociales y humanidades (Ciencias Políticas, Pedagogía, Filosofía, Historia, entre otras). Esta disminución llega a representar en casos como el de la carrera de Sociología hasta las dos terceras partes[1].
Aunque las autoridades afirman que la reducción de lugares no llega a tales magnitudes, dicho acontecimiento convoca al debate acerca de la importancia de este tipo de carreras en una escuela como la UNAM.
La UNAM es la institución educativa más importante de nuestro país. Con casi 350 mil estudiantes y alrededor de 40 mil académicos[2], es uno de los principales espacios de creación y manifestación científica, humanística, tecnológica y artística. La importancia de esta institución, que no sólo responde a su tamaño sino también a la naturaleza de sus funciones, la diversidad de sus actores y su influencia social, hace de ella un lugar especialmente sensible a los cambios y presiones sociales, políticos y económicos del entorno nacional.
Al ser fundada, la UNAM representó un proyecto educativo de fuerte vocación humanista. No obstante, algunos investigadores (Aboites, 2001; Rodríguez, 1999,2001) han señalado que a partir de la década de los años 80 el proyecto educativo impulsado desde esta institución tiende a integrarse dentro de la lógica global.
Una de las propuestas que mayormente ha sido aceptada a nivel global por las instituciones de educación superior es la urgencia por la diversificación de la oferta educativa y la reducción de la matrícula de carreras tradicionales. Por ejemplo, Muñoz y Rodríguez (2004) señalan que el estancamiento por el que el mercado laboral atraviesa en nuestro país, demanda que las universidades presten especial atención a la formación de profesionistas en los sectores de producción de bienes, prestación de servicios, las finanzas, la informática y las telecomunicaciones.
En el Plan de Desarrollo Institucional 2015-2019 que presentó en mayo de este año el Dr. Graue, actual rector de la UNAM, se indica como una de las principales líneas de acción la creación y modificación de planes y programas de estudio con la finalidad de garantizar su calidad y pertinencia en función de las necesidades y retos de la sociedad. Entonces, ¿la disminución en el número de estudiantes (y por ende, de académicos) en carreras de las ciencias sociales y las humanidades sería una acción pertinente para garantizar la calidad educativa y responder a las necesidades de nuestro país ante las condiciones económicas y del mercado laboral? Sí, y sólo sí desde una lógica instrumental.
Si bien la universidad tiene una relación fundamental con el mercado laboral, su función social no se limita sólo a la formación de fuerza laboral. Por ello, cualquier propuesta de modificación curricular, particularmente en una institución educativa como la UNAM, debe ser analizada críticamente para evitar que ciertos discursos hegemónicos, como señala Marúm-Espinosa (2016), resulten en acciones cargadas de ingenuidad, de tecnologicismo y de economicismo sobre la educación, el conocimiento y los actores sociales. Para ello, no sólo es importante reivindicar la importancia del conocimiento desarrollado por las ciencias sociales y el pensamiento humanístico, sino que también es indispensable que a este debate se sume una voz rara vez escuchada: la de los aspirantes.
En contra de la lógica de la oferta y la demanda, y del cálculo de los costos y beneficios bajo la que tiende a desenvolverse la lógica global, cada año la UNAM es la escuela con mayor demanda a nivel nacional, y la que a un mayor número de aspirantes excluye. Buscar un espacio en la UNAM implica ya tener las probabilidades en contra, entonces por qué –por citar un ejemplo- 360 jóvenes eligieron además como su opción la carrera de Sociología en la FES Acatlán cuando se ofertan sólo 30 lugares? Las expectativas de aquellos que buscan ingresar a la UNAM para estudiar profesiones con alta incertidumbre respecto al destino laboral, como es el caso de algunas de las carreras del área social y de las humanidades, deben ser consideradas ante cualquier posible disminución de matrícula.
Sí, se ha señalado que en muchos casos estas carreras absorben a estudiantes que no desean estudiarlas, y que terminan ocupando un lugar dentro de ellas de manera forzada, ya sea porque fueron su segunda opción o como parte de una estrategia para posteriormente buscar colocarse en la carrera de su preferencia, lo que en consecuencia genera una alta tasa de desersión y bajo índice de titulación. No obstante, para que la UNAM pueda apoyar a la formación de estudiantes y mejore su educación universitaria, deben realizarse estudios que profundicen en la complejidad de este fenómeno y que aporten la información necesaria para un debate serio, que busque propuestas alternativas a la mera reducción de la oferta de lugares. Pero sobre todo, resulta pertinente replantearnos cuál es la papel primordial de la UNAM: ¿el desarrollo del conocimiento o responder a las demandas del mercado laboral?
*Maestra en Estudios Políticos y Sociales por la UNAM y actualmente es estudiante del Doctorado en Sociología de El Colegio de México.
Referencias.
Aboites, Hugo (2001). El dilema: La universidad mexicana al comienzo del siglo. México: Universidad Autónoma Metropolitana.
Marúm-Espinosa, Elia (2016). “Una perspectiva interesante sobre el compromiso social de la educación superior” en Revista de Educación Superior, Vol. XIV(1); No. 177, enero-marzo del 2016. issn: 2395-9037. (p. 177-182). México: ANUIES.
Muñoz, García Humberto y Roberto Rodríguez Gómez (2004). “La educación superior en el contexto actual de la sociedad mexicana”, en Cuadernos del Seminario de Educación Superior, núm. 1, México: UNAM y Miguel Ángel Porrúa.
Rodríguez Gómez, Roberto (1999). “La universidad latinoamericana en la encrucijada del siglo XXI”, en Revista Iberoamericana de educación, No. 21. Septiembre-diciembre.
Rodríguez Gómez, Roberto (2001). “El debate internacional sobre la reforma de la educación superior. Perspectivas nacionales”, en Revista Española de Educación Comparada, núm. 7. (p. 339-356).
[1] De acuerdo a la publicación de resultados del concurso de ingreso 2016.
[2] Datos proporcionado en la página de la UNAM en 2016.