¿Es difícil evaluar? Sin duda, es un planteamiento necesario, a partir de lo ocurrido el día 26 de julio del 2015, fecha en la cual la Secretaría de Educación Pública, a través de la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente, hizo públicos los resultados del proceso de promoción para puestos directivos y de asesoría técnica pedagógica en la educación básica de nuestro país. Sin embargo resulta todavía más difícil comprender estos resultados más allá de la friolera que significan los números, es decir, cómo mediar entre lo idóneo y lo no idóneo, ¿qué significa esto. Hacen estos resultados más aptos para dichos puestos a unos más que a otros. En qué medida son reflejo de un sistema educativo también?
Sin duda alguna, muchas son las posibles hipótesis que pueden derivar de los mismos, siendo interesante analizar el contexto de estos resultados, particularmente si identificamos que de los 40 mil 318 aspirantes, 21 mil 446 fueron considerados “idóneos”, es decir, resultaron candidatos para recibir el beneficio de la promoción hacia otros cargos en el sistema educativo, en tanto 18 mil 872 fueron considerados “no idóneos” por lo que seguirán desempeñando la función que dicta su nombramiento hasta en tanto no vuelvan a presentar un nuevo proceso de evaluación el próximo año.
Más allá de estos datos, el análisis debe girar en torno a una adecuada interpretación, de entrada el saber que más del 50% de los aspirantes a dichos cargos obtuvieron un resultado “idóneo” resulta prometedor, particularmente si consideramos que a través de este proceso se pretende que quienes ocupen estos cargos sean personas realmente capacitadas y preparadas para tal fin, sin embargo, ¿cuánto de esto se valida a través de una evaluación estandarizada? Cuestión que resulta importante analizar dado que el contexto de la práctica es muy diferente a lo que ocurre con “casos hipotéticos”, por lo tanto resulta fundamental guardar mesura y ser precavidos en “echar campanas al vuelo” asumiendo que los “idóneos” serán necesariamente “buenos” en su quehacer, cuestión que únicamente podrá conocerse con el paso del tiempo.
Ahora bien, qué hacemos con los “no idóneos”, señalarlos y evidenciarlos parece cuestión sencilla, sin embargo nuevamente debemos enfatizar la necesidad de llevar a cabo un análisis más profundo de estos resultados, esto debido a que son profesores (as) que han desempeñado, en muchos casos, durante bastantes años de servicio, en condiciones laborales complicadas, que han exigido al máximo el desarrollo de capacidades que solamente se adquieren a través de la práctica y la experiencia, o ¿acaso negaremos que ser director encargado de una escuela ubicada en un contexto rural es sencillo. O ser asesor técnico pedagógico temporal coordinando escuelas, docentes y estudiantes que se encuentran a miles de kilómetros de distancia, con carencias de infraestructura… es fácil? Estos planteamientos son prueba fehaciente pues de que este tipo de análisis deber ir más allá del mero discurso.
Entonces, si reconocemos que para lograr un fortalecimiento entre el vínculo de la evaluación y la mejora, debemos generar que quienes lean o escuchen los resultados de estos ejercicios evaluativos manejen de manera adecuada y útil éstos, convirtiéndolos en una evidencia para sus actividades, lo que genere a su vez una toma de decisiones. Esto último me parece debe ser la siguiente tarea, más allá incluso de asumir quiénes si y quienes no alcanzaron un buen resultado, es fundamental lograr que todos los actores educativos interpreten pero a su vez apliquen esta información en sus contextos particulares.
Mención aparte merece el hecho de dar certeza y certidumbre a quienes obtuvieron la idoneidad en los diferentes procesos de promoción, esto a efecto de consolidar su ascenso en el sistema educativo nacional, lo que dará validez a futuros procesos, consolidando así el discurso utilizado hasta la fecha en el Servicio Profesional Docente en cuanto a la elección de los mejores candidatos (as) para puestos de amplia trascendencia en el organigrama educativo, cuestión que ahora dependerá de las autoridades federales y locales.
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