En nuestro sistema educativo, ya casi cumplimos 100 años intentando aprender inglés. El inicio de esta pretensión se ubica en el establecimiento de la educación secundaria, de Moisés Sáenz en 1925. Durante todas las décadas siguientes, se han multiplicado las escuelas y diversificado las modalidades: general, técnica, telesecundaria, y para 1993 la educación secundaria se prescribió como obligatoria. Durante todo ese periodo, la enseñanza del inglés, como lengua extranjera, sólo contemplaba espacios curriculares para secundaria, y no aparecía en los niveles precedentes de prescolar y primaria.
Esta indeterminación de la enseñanza del inglés en prescolar y primaria, había generado distintas estrategias con diversos grados de efectividad. Sólo 21 entidades trabajaron con proyectos para acercar a los estudiantes de educación primaria hacia la lengua extranjera. Para los primeros años del siglo XXI, se realizaron modificaciones a los enfoques pedagógicos de los planes de estudio de educación prescolar (2004), secundaria (2006) y primaria (2009), con la intención de conformar el Plan de Estudios 2011, para la articulación de la educación básica. En ese mismo año, y con esa misma lógica, también se consolidó el Programa Nacional de Inglés para la Educación Básica (PNIEB). En ese programa se prescribían actividades para la enseñanza del inglés, como segunda lengua, distribuida en los cuatro ciclos de educación básica, pero no se contemplaban insumos para su operación, tales como material bibliográfico o infraestructura, ni espacios de preparación y actualización docente, a pesar del espacio curricular de inglés en el Plan de estudios 2011.
Para 2015, Mexicanos Primero impulsó una revisión de los aprendizajes esperados de inglés, al término de la educación básica. Sin una política integral para atender cabalmente los propósitos del PNIEB, los resultados ya se esperaban. Según Mexicanos Primero, 97 por ciento de los egresados de secundaria no alcanzaban el nivel previsto por el Marco Común Europeo de Referencia: B1. Pero quien reprobó, no fueron los estudiantes de secundaria, sino nuestro sistema educativo.
Entonces se hicieron ajustes metodológicos al PNIEB, y en ese 2015 surgió el Programa Nacional de Inglés (Proni), con los mismos estándares pero con diferente enfoque pedagógico. Con el mismo vacío en la preparación de docentes para poder atender la enseñanza del inglés en prescolar y primaria. Otra vez sin los mecanismos suficientes para atender el nuevo modelo educativo. Entonces, remendaron rápidamente el Proni, y presentaron el 11 de julio de 2017 la Estrategia Nacional de Fortalecimiento para el Aprendizaje del Inglés, la cual pretende la creación de una licenciatura para la enseñanza del inglés en prescolar y primaria, y la apertura de mil 200 plazas en escuelas normales públicas para profesores de inglés. La convocatoria para 646 de esas plazas, se publicó el 30 de agosto pasado, lo que ha derramado algunos desacuerdos.
Uno de los más consistentes fue presentado por la Benemérita Escuela Normal Veracruzana (BENV) Enrique Rébsamen, dirigido al Presidente de la República y a las autoridades educativas. En ese posicionamiento con fecha del 15 de noviembre de 2017, la BENV expresa una profunda preocupación por la Estrategia nacional de fortalecimiento para el aprendizaje del inglés. En su análisis argumentan que la estrategia: 1. Constituye una política educativa de exclusión, puesto que dificulta el ingreso y egreso de la educación superior; 2. Se exigiría a los normalistas un nivel de inglés más alto que a otras instituciones de educación superior; 3. Se desvirtúa la finalidad de las normales al dedicarle mil 800 horas al bilingüismo, por encima de las competencias docentes; 4. Se puede convertir en una política de explotación docente, y se agrega que bastaría con un nivel B2; 5. El cambio curricular del nuevo modelo educativo no contempla un incremento sustancial en las horas destinadas a la enseñanza del inglés; 6. En las escuelas normales no existen condiciones pedagógicas para alcanzar el nivel C1; 7. Se percibe desprecio por las lenguas indígenas; 8. La estrategia representaría una exclusión a las necesidades educativas especiales que no son visuales.
Además de la fundamentación teórica y académica del posicionamiento, la BENV solicita una profunda y seria revisión a la Estrategia nacional de fortalecimiento para el aprendizaje de inglés, y se manifiesta lista para el diálogo. Días más tarde, la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación aclara cada uno de los cuestionamientos planteados por la BENV. En términos generales se explica la importancia innegable del inglés como segunda lengua. En un párrafo menciona las fases de la estrategia, sin fechas, montos, o información concreta. Al final anexa un listado de bibliografía sugerida, e invita a que transformemos la percepción de riesgo en un reto por vencer. No menciona nada sobre una posible revisión, mucho menos sobre una mesa de diálogo.
La estrategia subrayó el qué, pero se olvidó incluir el cómo. Los resultados de la convocatoria para profesores de inglés en escuelas normales se publicarán el próximo 29 de enero. Ya se fue Aurelio Nuño, ya se llevó al ahora ex subsecretario de Educación Superior, Salvador Jara. Todos se van, pero el problema se queda.