¿Qué opinaría usted de una escuela -digamos secundaria o preparatoria- en la que, para sus cursos de inglés, los alumnos se agruparan por grado escolar y no de acuerdo a su nivel de dominio de la lengua inglesa? Mi impresión es que algo así le parecería a usted lector/a en extremo “curioso”, si no, de plano, descabellado.
Básicamente, puesto que para promover el aprendizaje del inglés no parece la mejor idea del mundo reunir en un mismo salón y someter a un mismo programa a alumnos con niveles muy distintos de dominio de ese idioma (¡por más que tengan todos más o menos la misma edad!).
Esto que suena descabellado para el caso del inglés, es muy parecido a lo que ocurre para el caso de lectura y escritura en español en buena parte de nuestras escuelas. O sea: en México, al igual que en el resto del mundo, la enseñanza de la lengua materna se organiza por grado escolar y no por nivel de dominio. Ello no resulta problemático en contextos en los que los niveles de manejo de la lengua materna son similares entre los alumnos de un mismo grado escolar. Por desgracia, ello no ocurre así en México.
Los datos tanto de ENLACE como de PISA indican claramente que los niveles de dominio del español entre alumnos mexicanos de un mismo grado escolar varían de manera muy importante. No sólo eso, los resultados de dichas pruebas señalan que cerca del 50 por ciento de nuestros estudiantes de 3º de secundaria no cuentan con los conocimientos mínimos indispensables en español correspondientes a ese grado escolar y, por tanto, con el nivel de lectura y escritura requeridos para transitar a la educación media superior.
Las enormes deficiencias y el rezago generalizado en el aprendizaje del español entre nuestra población escolar constituye un problema gravísimo que urge atender. Urge hacerlo, en primerísimo término, pues el dominio de la lengua materna es condición de posibilidad de cualquier otro aprendizaje en la escuela y de una vida adulta razonablemente funcional. Resulta urgente también, pues las deficiencias en español que vienen arrastrando desde la primaria nuestros estudiantes, seguramente, explican una parte significativa de las altas tasas de deserción en secundaria y, sobre todo, en media superior.
En lugar de seguir haciendo más de lo mismo para resolver el problema, convendría explorar opciones nuevas. Por ejemplo,estrategias de educación remedial para alumnos de educación básica como las instrumentadas desde hace algunos años en diversas regiones de la India. Si bien las características de estos programas varían, todos ellos comparten el enfoque denominado teaching at the right level y elementos programáticos como los siguientes. Primero, la contratación y formación intensiva de tutores jóvenes con nivel bachillerato, externos a la escuela –en su mayoría mujeres de la misma localidad- como los responsables de impartir el programa remedial. Segundo, un currículum explícitamente diseñado para superar las deficiencias de los alumnos en lengua y matemáticas y de llevar a los alumnos a niveles de dominio en lengua y matemáticas correspondientes a su grado escolar. Tercero, la conformación de grupos pequeños –no más de 20-, agrupados por su nivel de dominio y no por su grado escolar, a quienes los tutores les imparten el currículum especial durante una parte del horario escolar.
De acuerdo a las evaluaciones de impacto realizadas por la organización J-Pal, los programas remediales mencionados resultan extraordinariamente costo-efectivos para aumentar la calidad educativa. Muchísimo más costo-efectivos, por ejemplo, que programas como una laptop para cada niño o como aquellos centrados en ofrecerles incentivos a los docentes. Valdría la pena considerar replicar ese tipo de intervenciones en México. Valdría la pena, esto es, si de verdad quisiéramos mejorar la educación en el país.
Publicado en El Financiero