Miguel Casillas
En la Universidad Veracruzana no se elige democráticamente al rector. Esa atribución recae en la Junta de Gobierno, un órgano integrado por 9 distinguidos académicos. En el contexto de una institución profundamente autoritaria en sus formas de gobierno se ha iniciado el proceso de renovación de la rectoría de la Universidad, y la Junta, tratando de airear el proceso, ha establecido una plataforma electrónica con acceso a los programas, al currículum, a las respuestas a un cuestionario y a un video donde los aspirantes responden a una entrevista (https://designacionrectoraluv2021.mx).
Si revisamos los planes de trabajo, tenemos ocasión de advertir las propuestas programáticas, que orientarían la gestión de quien fuera designado por la Junta. Los planes de trabajo condensan un esfuerzo por diseñar un futuro deseable para la institución para los próximos años. En ese sentido, son documentos que sintetizan perspectivas y visiones sobre la Universidad.
Por su sentido crítico contrastan diez propuestas contra tres ancladas en la abyecta fidelidad a la gestión actual. En efecto, hay tres propuestas nítidamente acríticas y comprometidas en darle continuidad a la nada. La ausencia de una perspectiva crítica les hace incapaces de identificar los problemas verdaderos de la comunidad, los ancla a una gestión en la que no hubo avance académico, disputan la representación del equipo burocrático que ha gobernado la Universidad en los últimos años y no brindan una expectativa de un futuro distinto a la simple continuidad.
Por lo que abarca su contenido en relación con la complejidad universitaria hay tres tipos de programas: los documentos intrascendentes e insulsos, breves, para cumplir el compromiso, superficiales. Fueron redactados de modo descuidado, predomina el sentido común y no brindan una nítida imagen de futuro. Hay otro grupo de documentos, las visiones incompletas, parciales, con documentos que ponen el énfasis en determinadas cuestiones con mayor o menor profundidad, pero dejan de lado la diversidad de problemáticas. Finalmente, están los documentos más densos, mejor preparados y hasta con un cuidado trabajo de edición, son los que abarcan un gran número de aspectos; desde mi perspectiva en orden de menor a mayor, los de Coronel, Lira, Aguilar, y Jorge Manzo.
Para tratar de analizar las propuestas más robustas podríamos hacernos dos preguntas. ¿Tienen una perspectiva coherente, holística, amplia de los problemas? ¿Los programas representan una visión de futuro?
Atrapado por el lenguaje oficial de la burocracia universitaria y sin poder tomar distancia de la actual gestión, el programa de Coronel aunque abarca muchos aspectos no formula una idea de futuro distinta, se propone la continuidad. Generalmente escribe formulaciones ambiguas y sin compromisos nítidos. En su plan no aparecen los términos democracia, ni desconcentración o descentralización; es mínima la mención a las TIC y su uso en la educación es ambigua. Las cuestiones de género las reduce a un problema de equidad, la violencia de género es invisible.
Beatriz Lira parte de una visión crítica, refiere a datos y políticas internacionales. Propone como ejes a la inclusión, la igualdad, la sostenibilidad y el uso intensivo de las TIC. Ofrece apoyos y servicios estudiantiles para los más necesitados. Su plan se alinea principalmente a la gestión y a la vinculación, más que al desarrollo académico y la innovación.
Martín Aguilar propone un cambio radical con los derechos humanos y la sustentabilidad como ejes exclusivos. Es una propuesta crítica, pero difusa; mucho se habla de la transversalización pero hay pocas propuestas concretas. Más que sumar, es un proyecto que confronta, enredándose por ejemplo en la falsa oposición entre ciencias sociales y ciencias naturales y exactas. Se olvida de la función de difusión cultural e ignora a los ejecutantes.
Jorge Manzo propone el plan de trabajo más amplio y completo. Escrito en primera persona lo compromete, pero es evidente la contribución colectiva congruente con su perspectiva de planeación participativa y de comunicación horizontal con la comunidad. Desde una perspectiva crítica, claramente perfila un proyecto universitario de futuro que denomina nuevo paradigma, donde propone innovaciones en todas las funciones y estructuras universitarias. Pone el acento en la descentralización y el fortalecimiento académico de las regiones a través de nueva oferta educativa, centros de investigación y espacios de difusión cultural; se propone encabezar la renovación de la enseñanza y la actualización de los planes de estudio; la modernización y desburocratización de la gestión; la ampliación de los espacios de participación de los universitarios en el gobierno institucional.
La Junta habrá de comparar los documentos y contrastarlos con las entrevistas que realizará con los diferentes aspirantes, ahí se observará la congruencia y la coherencia de los discursos, el grado de compromiso con el fortalecimiento de la Universidad y la capacidad para conducirla por los próximos años. Lo que necesitamos es un horizonte de futuro que convoque a los universitarios hacia un proyecto académico de excelencia.