Rafael de Hoyos, Marco González Navarro y Enrique Seira Bejarano, autores de “La prueba Enlace y el futuro” (http://bit.ly/2RYmJia)destacan la importancia de la educación para la formación de ciudadanos y la transformación social. Los académicos consideran el aprendizaje de los estudiantes el indicador más relevante. Señalan al docente como el actor protagónico del sistema educativo. La importancia de medir la calidad educativa radica en la oportunidad de valorar la incidencia de las políticas públicas sobre los procesos de mejora según los mencionados investigadores. Además, de acuerdo con su texto, se promueve rendición de cuentas y la transparencia. En el ensayo presentan evidencias sobre la valía de las pruebas estandarizadas censales. Demuestran, estadísticamente, que los resultados de la prueba Enlace, aplicada en México entre el 2006 y el 2013, pronostican la probabilidad de concluir la educación media superior, se correlacionan con la posibilidad de entrar a la universidad y con los salarios futuros. Citan el estudio de González Navarro, Romero, Sánchez y Seira en el cual ligan los resultados de la prueba Enlace con el efecto de la reducción en la probabilidad (80%) de haber sido convicto criminal. Y, a la luz de esos datos, refutan las críticas sobre el valor de la prueba Enlace. Concluyen que Enlace es altamente predictiva del bienestar futuro y, por esta razón, sugieren financiar una ejercicio de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes. Lo más importante para ellos es que la prueba Enlace permite identificar a los alumnos en rezago y estimula implementar acciones remediales. En contraparte, consideran que fue un desacierto eliminarla y reemplazarla con la prueba Planea por varias razones planteadas en el documento.
Este ensayo es el pretexto para hablar de la prueba Enlace. En marzo del dos mil dos, me incorporé a la instancia gubernamental encargada de las evaluaciones nacionales. En el entorno político prevalecía el ánimo por la asunción del primer presidente de oposición. Dos años atrás, el equipo de transición, planteó la necesidad de constituir el IFE educativo (en referencia al Instituto Federal Electoral) con la intención de “ciudadanizar” la evaluación. En aquel tiempo, se defendía la postura que la Secretaría de Educación Pública no debiera ser juez y parte en los ejercicios evaluativos. Aún era reciente, la decisión del Estado Mexicano, de mantener en secreto los resultados de una evaluación internacional dados las bajas calificaciones obtenidas por los estudiantes.
Formé parte del equipo técnico encargado de la concepción, diseño y aplicación de la Prueba Enlace. Desde la instrumentación, pasando por la logística de aplicación, el procesamiento e interpretación de los datos así como la difusión de los resultados. Me asignaron la encomienda de dirigir al equipo técnico responsable de la lectura óptica de los hojas de respuesta, la calificación de los exámenes y el análisis de los resultados. De entrada, nos encargaron revisar la evaluación Estándares Nacionales a una muestra representativa del país y las entidades federativas. Otra tarea que nos instruyeron realizar consistió en transferirle recursos (principalmente técnicos aunque también fueron materiales, financieros y humanos) al Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE), recién creado.
Para el siguiente año, en el 2004, diseñamos una evaluación con carácter formativo, censal a una muestra controlada para establecer los baremos, con representatividad nacional, estatal, municipal y administrativa (zona escolar). Contemplamos la capacitación a las áreas de evaluación en las entidades federativas y a las escuelas mismas para la interpretación de los resultados. La nombramos “Evaluación Diagnóstica Censal”. Sólo la aplicamos en un año no obstante que para el siguiente teníamos todo preparado. Esta prueba sirvió para llevar a cabo las futuras evaluaciones a gran escala. Recuerdo que en ese tiempo se discutió la posibilidad de censar la prueba PISA a la cual se opusieron muchos técnicos, especialistas, funcionarios y hasta políticos. En diciembre del dos mil cinco, nos instruyeron diseñar la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares. Para enero del año siguiente cumplimos con tal expectativa. El INEE nos exigió integrar un Comité a fin de garantizar la calidad técnica. Otra demanda, en esta caso de las autoridades superiores, residió en incluirla en el Programa Carrera Magisterial con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Las críticas a los aspectos técnico de la prueba Enlace se basaron en las buenas prácticas internacionales y se centraron principalmente en tres aspectos: la instrumentación, particularmente el “pilotaje” o piloteo de los reactivos, la logística de aplicación bajo normas de control rigurosas así como la comparabilidad entre grados y por años a través del tiempo, las conocidas series históricas. Quienes esgrimieron esos argumentos para descalificar el trabajo realizado soslayaron las experiencias de Estándares Nacionales y la Evaluación Diagnóstica Censal. El camino recorrido nos permitió solventar el reto. Teníamos reactivos probados y los instrumentos concluidos de la Evaluación Diagnóstica Censal lo que nos valió tenerlos listos de acuerdo con lo programado. La primera aplicación de ENLACE, en mayo del 2006, se llevó a cabo sorpresivamente por el impedimento legal de anunciar obras de gobierno ante el inminente proceso electoral. Resultó algo más que sorprendente llevar a cabo una evaluación de esa magnitud en el último año del sexenio. Procesar tal cantidad de información en poco tiempo fue una labor titánica. Fuimos incapaces de difundir los resultados al inicio del ciclo escolar. Nos favoreció el empate técnico en la elección presidencial. El interés de la sociedad estaba puesto en conocer quién sería el próximo Presidente. Esperamos la decisión final para explicarle al Presidente Electo y a la virtual Secretaria de Educación Pública en qué consistía ENLACE y les solicitamos su anuencia para su difusión.
Desafortunadamente, una organización no gubernamental, civil, de corte empresarial, se nos adelantó. Anunció en diciembre, que la SEP contaba con esa información y se negaba a divulgarla. Incluso dio a conocer un ranking de escuelas elaborados por ellos mismos de acuerdo a esos supuestos resultados. Posteriormente, en enero del 2007, nos enteramos por los medios de comunicación que el Presidente prometió estimular a los alumnos, maestros y escuelas que obtuvieran los resultados mas altos en la Prueba ENLACE. Enfrenté al equipo de trabajo quienes estuvieron en desacuerdo con la decisión presidencial. Sólo nos faltó devolver los resultados a los padres de familia. Tuvimos muchos desencuentros en cómo presentarle los resultados y qué recomendaciones deberíamos brindarles para que coadyuvaran en la formación de sus hijos sobre todos en aquéllos que mostraban un rezago educativo importante.
Sorteamos el tema de la comparabilidad discutiendo con grupos de expertos tomando como base distintas metodologías. Enfrentamos la resistencia en algunas entidades federativas que se opusieron a aplicar la prueba Enlace. Estuvimos al margen de la asignación de los bonos económicos. Nos censuraron por la laxitud en los controles durante la aplicación de los exámenes y otras prácticas tan novedosas para hacer trampas como por ejemplo ordenar la ausencia de los alumnos con deficiencias de aprendizaje durante el periodo de aplicación de la prueba. Nos cuestionaron la capacitación previa a los alumnos porque se les preparaba sólo para responder el examen. Estudiamos la inflación de los resultados. Instrumentamos métodos de detección de copia entre otros controles estadísticos.
Al final, la historia la cuentan los ganadores. Los esfuerzos realizados por la SEP para otorgarle la solidez técnica debida a la prueba ENLACE pasaron a formar parte de la prehistoria según la crónica oficial contada por el INEE. No quiero decir que “él que a hiero mata a hierro muere” pero nadie en su sano juicio hubiera pensado en aquellos años el destino que le deparaba. El INEE insistió tanto hasta que logró que ENLACE desapareciera. Arguyeron fallas técnicas que invalidaban los resultados no obstante el reconocimiento de ciertas agencias evaluadoras internacionales. Instalaron en su lugar a Planea con un diseño muy similar. Bien lo apuntan los expertos, Planea tiene un buen diseño técnico pero su aplicación irregular dificulta su comparación a través del tiempo. Ojalá, la Secretaría de Educación Púbica tome en cuenta la trascedencia de medir los aprendizajes de los estudiantes mexicanos para los procesos de mejora como lo refieren Rafael de Hoyos, et al. Me gustaría que se instruyera a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) realizar evaluaciones a gran escala. Conocer los avances de la política educativa, la mejora del sistema, la mejora continua, la mejora escolar, la mejora de los aprendizajes, la excelencia… están en riesgo.
Lo he señalado en diversos foros y lo escribí en otra colaboración anterior. Es necesario una evaluación que permita diagnosticar el estado que guarda el aprendizaje de los alumnos a fin de estar en condiciones de contrastar los avances o retrocesos. Es fundamental conectar el sistema con el salón de clases. Coincido con los autores que fue un desacierto haber desaparecido ENLACE. Estoy de acuerdo en que México requiere de una prueba de aplicación regular. Con la experiencia acumulada se pueden corregir los errores, evitar los sesgos, mejorar considerablemente las pretéritas evaluaciones a gran escala. Si no para valorar la efectividad, eficiencia, eficacia, pertinencia, relevancia de las políticas al menos sí para fines educativos y pedagógicos. Son indudables las aportaciones al desarrollo curricular y a la formación de docentes. Se está perdiendo una inigualable oportunidad. Aún hay tiempo. Aún es tiempo. ENLACE, sí. ENLACE, ¡ya!
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