La Reforma Educativa se encuentra ante una disyuntiva fundamental. Recientes estudios investigativos de gran envergadura concluyen que mejorar el aprendizaje de los alumnos solo se logra mediante aprendizaje social. Entre docentes, entre alumnos, entre padres y docentes, los grupos comprometidos a aprender juntos buscan sus metas y proceden a la acción social. Después determinan que más necesitan aprender y cuales acciones de seguimiento han de emprender. El aprendizaje social es motivante y relevante a la vida, pues permite la acción social. Pero depende de la confianza mutua.
La falta de confianza en las instituciones mexicanas por parte de las personas que sirven es impedimento a su mejoramiento. La ciudadanía se ha vuelto escéptica en cuanto a los servidores públicos, pues cree que lo más seguro es que llegaron a su puesto para servirse a sí mismos. En dependencias gubernamentales como en las escuelas, puede que los directivos estén haciendo un esfuerzo sobrehumano para reformarlas, pero nadan contra la corriente si no logran inspirar la confianza de sus seguidores y del público en general, y esto no es fácil en un ambiente político de desconfianza con tonos de cinismo oscuro.
No importa cuánto poder formal esté investida en el papel de un directivo. Para lograr las metas organizacionales deseadas tiene que depender del apoyo de otras personas, y para el efecto, la confianza relacional es piedra fundamental.
En columna anterior destaqué un estudio de liderazgo escolar llevado a cabo en más de 180 escuelas por equipos de investigadores de las Universidades de Toronto y Minnesota (Wallace Foundation, 2010). Concluye el estudio, “el efecto de liderazgo para mejorar el desempeño académico de los alumnos sucede mayormente porque el líder eficaz fortalece una comunidad profesional – un ambiente especial dentro del cual los profesores trabajan juntos para mejorar sus prácticas y mejorar el aprendizaje de los alumnos. La existencia de una comunidad profesional, a su vez, está fuertemente asociado con la utilización generalizada de prácticas de instrucción directamente ligadas con mayor desempeño estudiantil.”
Por supuesto, el requisito indispensable para lograr un ambiente de comunidad profesional es la confianza mutua. De por si el trabajo de un maestro es difícil. Participar en esfuerzos colectivos de reforma educativa para mejorar el aprendizaje estudiantil requiere que las personas se arriesguen asumiendo una mayor carga de trabajo, comprometiéndose con colegas, respetando todas las opiniones y lidiando con el conflicto organizacional para planear, ejecutar y evaluar esfuerzos de mejoramiento. Ante requerimientos adicionales de tal magnitud que conllevan el claro riesgo de fracaso “los docentes pueden preguntar ‘¿porque debo hacer esto?’ Donde exista la confianza relacional la respuesta es obvia: porque es lo correcto”.
Bryk y Schneider (2003) investigaron el ambiente de reforma educativa en más de 400 escuelas de Chicago por más de una década. Como parte de sus investigaciones usaron una encuesta con veinticuatro ítems para medir la confianza mutua en cada escuela. Encontraron que había mucho mayor probabilidad que las escuelas caracterizadas por altos niveles de confianza mutua relacional mostraran mejoras significativas en aprendizaje estudiantil. De las escuelas con bajos niveles de confianza relacional, solo uno en siete logró mejoras en desempeño académico, mientras de las escuelas caracterizadas por altos niveles de confianza, la mitad dieron saltos de productividad estudiantil. En un periodo de cinco años estas escuelas mejoraron un promedio de 8 por ciento en lectura y 20 por ciento en matemáticas.
Concluyeron que en comunidades escolares caracterizadas por altos niveles de confianza relacional, el director es pieza fundamental y ejemplo de cualidades como respeto, competencia en áreas profesionales claves, e integridad personal. Él o ella marca la pauta para el establecimiento y mantenimiento de un discurso profesional respetuoso e inclusivo. Invita a la colaboración dedicada a lograr una visión compartida de mejoramiento escolar que elocuentemente articula en hechos y palabras. Es consecuente en sus actos para defender ante todo el derecho de los alumnos a sentirse seguros y aprender, y para enfrentar tenazmente a situaciones y personas adversas al derecho de una educación de calidad. Administra la escuela con eficiencia y justicia. Por todo lo anterior, los padres y docentes lo confían y se confían entre sí como colegas que no necesitan taparse los fracasos y desaciertos y pueden, sin pena, pedir ayuda para mejorar.
No pregunten en qué país creo que vivimos. Esas escuelas, esas líderes, esas comunidades existen aquí en México. ¡Aprendamos de ellas para poder multiplicarlas!