Es importante conocer experiencias internacionales pues los sistemas de educación básica en el mundo presentan retos similares. En los Estados Unidos la educación básica se cursa de los 6 a los 18 años de edad para completar 12 grados, por ello se conoce como K12, que equivalen al bachillerato al término del cual se obtiene el primer certificado oficial. En el periodo que va de 1990 a 2003 se reportaba que 78% de la población adulta, mayor de 25 años, había concluido este nivel.
En Estados Unidos los diagnósticos realizados por el Departamento de Educación señalan que, en 2003, la mayoría de los estudiantes de primaria de ese país tenía un nivel de aprovechamiento escolar por abajo de un nivel óptimo de dominio en matemáticas y lenguaje, y en el Bachillerato en matemáticas y ciencias; esos resultados son aun menores en los estudiantes de minorías y en situación de desventaja (Fuente: op. cit.). Otro de los problemas de este país es que tiene una de las mayores tasas de deserción del mundo y la mitad de los alumnos que terminan el bachillerato necesitan cursos de recuperación o remediales.
Los problemas mencionados motivaron al gobierno federal a iniciar y destinar recursos a la política de Ningún Niño con Rezago (No Child Left Behind, en adelante NCLB por sus siglas en inglés) que consiste en un esquema efectivo de monitoreo y seguimiento a las escuelas y al logro educativo de sus estudiantes. Esta política ha estado vigente desde 2001 y obtuvo su más reciente ratificación, por el Congreso Nacional y por el Presidente de los Estados Unidos, en 2015. Si bien en este país no hay políticas nacionales para el sector educativo, pues cada entidad de la unión decide su política educativa, si hay políticas federales, como la que aquí nos ocupa, que son atractivas para los estados por el financiamiento que las acompaña. Por esta razón, los estados solicitan ser incluidos mediante el cumplimiento de diversos requisitos.
La política de NCLB tiene la intención de contribuir a cerrar las brechas educativas que presenta la población en desventaja económica, social y cultural. Es decir, en Estados Unidos, no toda la población tiene la misma oportunidad de acceso al sistema educativo, ni todos los alumnos dominan el inglés como primera lengua; por ello, el programa se propuso entre sus objetivos: i) Enseñar inglés a estudiantes con dominio limitado del idioma, ii) proveer asesorías a través de servicios educativos complementarios a los alumnos que no se están desempeñando satisfactoriamente en lectura y matemáticas, y iii) orientar a los padres para que tomen decisiones informadas sobre la educación de sus hijos.
La integralidad con la que interviene esta política en el desempeño de las escuelas y sus alumnos es digna de conocerse pues también atiende aquellos factores en los que no pueden incidir directamente los docentes, y lo hace a través de programas especiales que contribuyan a mejorar la vida de los alumnos y el ambiente escolar, entre ellos se encuentran:
- Programas de prevención e intervención para niños y jóvenes que han delinquido, que han sido abandonados, o que están en riesgo.
- Programas para prevenir la violencia, el uso ilegal del alcohol, tabaco y drogas.
La política de NCLB también destina presupuesto para programas que mejoran las habilidades de lectura y matemáticas de los alumnos, y para capacitar y contratar directores y maestros de calidad. Resulta interesante que esta política tiene instrumentos para medir con rigor el desempeño de las escuelas, y con base en los resultados ejecuta acciones concretas, por ejemplo: Cuando los estudiantes no están obteniendo resultados aceptables en los exámenes estandarizados se visita la escuela para realizar una evaluación y brindar alternativas para corregir la situación.
Los alumnos inscritos en escuelas que han sido identificadas como escuelas con necesidades de mejora deben tener la opción de ser transferidos a otra escuela; para ello, el distrito escolar deberá proveer el transporte, así las las familias no asumen este costo de movilidad. Si la escuela falla en sus metas por tercer año consecutivo el distrito debe ofrecer a los estudiantes de bajos ingresos la opción de recibir servicios educativos complementarios proporcionados por proveedores aprobados por el estado. Si el incumplimiento de metas se mantiene en el cuarto año el distrito escolar deberá tomar acciones correctivas, y si la falla se mantiene por quinto año consecutivo la escuela puede ser reestructurada.
La evaluación de la implementación de la política de NCLB, encargada por el Congreso Nacional en 2006, consideró los siguientes elementos:
- En la rendición de cuentas, si los estados identifican a las escuelas sujetas a mejora con base en las calificaciones de los alumnos.
- En la asignación de recursos, cómo se distribuyeron los recursos en salarios y apoyos a los maestros, compra de materiales, computadoras y otros servicios.
- En los sistemas estatales de implementación y evaluación de la NCLB, se valoró si los estados cumplieron con los requisitos de aprovechamiento en lectura y matemáticas.
- En la calidad de la docencia, si los docentes cumplieron los requisitos de calidad de la política NCLB.
- En la atención a los alumnos el tipo de maestros, por calificación y experiencia, que atendió a los alumnos y su asignación en las escuelas.
- En desarrollo profesional si los docentes reportaron actividades de desarrollo profesional (a través de su capacitación) en lectura y matemáticas, así como en estrategias de enseñanza (Fuente: NCEE, 2007).
La idea central en el diseño de esta política es que los docentes mejor preparados atiendan a los alumnos con rezago en lectura y matemáticas para mejorar su aprovechamiento escolar. Como puede observarse esta política tiene un carácter de integralidad, o complementariedad, entre cada uno de sus componentes. Esta reflexión muestra que esta política federal, y sus programas, buscan ayudar a las escuelas que más lo necesitan y a los alumnos en desventaja.
Otro aspecto positivo de esta política es que su presupuesto para evaluación ha permitido realizar estudios longitudinales de estudiantes específicos, divididos en grupos de control y de tratamiento, para medir los efectos de diversos componentes de la política y a partir de las observaciones mejorar su diseño. Un aspecto no tan positivo es que la evaluación más reciente de la política de NCLB, realizada en 2006, demostró que la mayor parte de los recursos destinados para mejorar las habilidades de lectura y matemáticas si fueron asignados a distritos y escuelas de alta pobreza, o marginación, pero al mismo tiempo otros distritos y escuelas en zonas de bajo nivel de pobreza también se beneficiaron con estos recursos, lo cual nos indica una falla de focalización de beneficiarios en su diseño (NCEE, 2007:6). A pesar de ello, el excelente diseño de los instrumentos de evaluación (producto de la experiencia en Estados Unidos para evaluar políticas educativas desde la década de los sesenta) que miden los efectos de esta política, tanto en los alumnos como en el personal de las escuelas, hace que los aspectos positivos de su diseño tengan más peso que los negativos. Por lo que constituye una política de la que, junto con sus programas, cualquier autoridad educativa que la analice, y conozca con detalle sus métodos e instrumentos para la evaluación y sus ejercicios de autocorrección del diseño, puede obtener aprendizajes para planear sus futuras acciones.
Bibliografía:
Department of Education [DE]. (2004). “A Guide to Education and No Child Left Behind”. Consultado el 15 de febrero de 2015.
NCEE (2007). National Assessment of Title I Final Report Summary of Key Findings, National Center for Education Evaluation and Regional Assistance NCEE, Institute of Education Sciences, U.S. Department of Education, October.
No Child Left Behind Act, U. S. Congress, signed by the President of the United States on January 8, 2002.
Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.