Durante toda la campaña de AMLO a la presidencia de la República, el próximo presidente electo se manifestó en contra de la Reforma Educativa, impulsada por el grupo parlamentario que conformó el Pacto por México: PRI, PAN y PRD. Aunque no se sabe a bien qué componentes se desean derogar, es claro que al menos su intención es eliminar la evaluación de los docentes con propósitos de permanencia, a la que igual que la CNTE califica como “punitiva”.
El argumento repetido hasta el cansancio es que dicha reforma no fue consultada con todos los docentes de México y que, además, la evaluación docente lesiona los derechos laborales de los profesores del país. Ahora, el futuro secretario de educación de México, Esteban Moctezuma Barragán (EMB) empieza a repetir en todos los medios estas dos razones que justifican la derogación de la “mal llamada” reforma educativa. Para ello, se ha cantado a todos los aires que consultarán a las bases magisteriales, a los padres de familia y a las agrupaciones de la sociedad civil. Nunca se habla de solicitar la opinión de los alumnos, al menos los que han terminado la educación obligatoria.
Me parece curioso que se vaya a realizar una consulta popular para conocer el sentir de estos grupos, cuando la premisa es derogar la reforma educativa por “ilegítima y punitiva”. ¿Acaso se espera que esta consulta pueda cambiar el parecer del nuevo gobierno, que se comprometió con el CNTE a derogar la reforma? Creo que lo que se quiere es “validar socialmente” esta decisión que, además de ser una promesa de campaña, representa una convicción del candidato elegido por la abrumadora mayoría de la población mexicana.
También me parece curioso que nunca, ni AMLO ni EMB, se hayan comprometido con mejorar el aprendizaje de los estudiantes y que su mayor compromiso, al menos explícito, sea otorgarles becas, lo que es una excelente idea, siempre que se funde en el principio del mérito y no del asistencialismo de antaño. Otorgar becas por principio a todos, me parece una gran equivocación: un desperdicio de recursos financieros y un desaliento a la cultura del esfuerzo, que tanto se requiere en México, para sacar al país del hoyo en que se encuentra.
La evaluación se ha tomado como un mal que se debe de eliminar, como el chivo expiatorio que hay que sacrificar, como el pretexto para eliminar lo bueno y lo malo de lo que se hizo en el sexenio pasado que, por cierto, lo diseñaron sirios y troyanos, es decir: senadores y diputados priístas, panístas y perredeístas, muchos de los cuales fueron profesores frente a grupo, directores de escuelas y líderes sindicales. Cuando tuve la oportunidad de platicar con ellos, TODOS estuvieron de acuerdo en que la educación mexicana necesitaba una transformación, una verdadera sacudida, es decir, una reforma de tal magnitud que pudiera eliminar los grandes vicios del sistema educativo nacional que, básicamente, se concentraban en el monopolio de las plazas de docentes, de directores y de supervisores por parte de líderes sindicales y autoridades educativas de menor rango. Lo anterior incluye la venta de plazas para ingresar al sistema de educación pública, así como la promoción de docentes a plazas directivas o de supervisión, así como los cambios de adscripción o turno, los permisos (con o sin goce de sueldo) y las comisiones sindicales o de cualquier otro tipo, que les permitía conservar la plaza docente sin tener que impartir clases.
Seguramente, estas intenciones de la RE no se han logrado conseguir del todo y siga habiendo muchos de los vicios que se intentaron eliminar. Por ello, la pregunta que nos debemos hacer hoy es la siguiente: ¿se requiere derogar la reforma educativa o se requiere reformarla? La respuesta definitiva es que hay que reformar todo lo que no le sirva a México para que sus estudiantes aprendan. No hay que olvidar que, en materia de educación, el niño y el joven es primero; que cualquier cambio que se realice se debe de partir del principio de que el propósito de nuestro sistema educativo es formar a los futuros ciudadanos, quienes podrán hacer, o no, posible que México se desarrolle económica, social y democráticamente.
Por ello, espero que AMLO y EMB compartan la premisa del derecho superior de la niñez mexicana.