¡Enterrada! ¡Derrumbada! ¡Cancelada! ¡Muerta! Palabras, todas muy grandes, para referirse a la reforma educativa: términos utilizados para dar signicado a una bandera principalísima de Andrés Manuel López Obrador, su partido y el futuro grupo gobernante.
El lunes pasado el próximo presidente de México insistió con el punto: “Quiero dejar de maniesto que se va a cancelar la actual reforma educativa y que va a ser sustituida por otra.” Frente a él estaba Enrique Peña Nieto quien, con esa sentencia, vio caer al abismo su herencia política más preciada.
Revuelve el estómago que la educación sea tema para el espectáculo y el fuego de artificio, en vez de atenderse con la seriedad que merece. ¿Qué es exactamente lo que se está pensando enterrar, derrumbar, cancelar o erradicar? Cuando Andrés Manuel López Obrador refiere a la reforma celebrada en 2013, ¿habla de la reforma constitucional, de las leyes secundarias que derivaron de ella o del paquete completo?
El núcleo atómico de esta reforma lleva cinco años en el artículo tercero de la Constitución y hay argumentos sólidos para defenderlo en todos sus términos, aún si tal cosa deba hacerse a contracorriente de la mayoría política que triunfó en las elecciones de julio. Las leyes secundarias, que también se votaron en 2013, son en cambio perfectibles, reformables y debieron atender en su día mejores reflexiones e inteligencia.
No es por tanto objeto de este texto hablar de ellas sino del núcleo constitucional. ¿Cuáles son los elementos de ese núcleo atómico que está siendo tan vehementemente combatido?
Para tener una opinión fundada vale la pena sacar lápiz y anotar sobre cada punto: 1. La reforma estableció como obligación para el Estado mexicano garantizar la calidad de la educación. 2. Esta calidad se mide a partir de la adquisición de conocimientos de los estudiantes. 3. Es decir que el Estado se comprometió a garantizar, no solo la cobertura, sino la calidad del aprendizaje. 4. Se consideraron como variables para la calidad del aprendizaje: el material y los métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y directivos. 5. Se creó un sistema nacional de evaluación a cargo de un instituto autónomo y protegido frente a las presiones políticas, partidarias y sindicales. 6. Se creó un servicio profesional docente para impedir que las plazas de los maestros sean compradas, heredadas, o bien, obtenidas por criterios político- clientelares. 7. Solo puede obtenerse una nueva plaza de maestro a través de un concurso de oposición. 8. El avance en la carrera de los maestros depende de su propio mérito y las evaluaciones que se realicen para medirlo.
Estas son las ocho partículas del núcleo atómico de la reforma educativa que se pretende hacer estallar con razonamientos que no han sido sinceros ni claros.
No es cierto que la reforma constitucional del 2013 haya sido principalmente laboral y es injusto, desde el punto de vista argumentativo, decir que no fue educativa. Debe defenderse la calidad del aprendizaje como garantía constitucional, lo mismo que la evaluación del conjunto de elementos y sujetos que la aseguran (materiales, métodos, infraestructura, organización y profesores).
Debe defenderse que los puestos docentes se asignen por concurso y no por vías arbitrarias. Debe defenderse que el avance en la carrera de los maestros dependa de su propio mérito y no de la politiquería. Cancelar, erradicar, enterrar o asesinar el núcleo atómico de la reforma educativa implicará un penosísimo retroceso, y algo peor: significará afectar la vida de millones de estudiantes que no van a descubrir la deficiencia de la educación que recibieron hasta que sea demasiado tarde.
ZOOM: Además de prometer que cancelaría la reforma educativa, Andrés Manuel López Obrador ofreció que no celebraría reformas constitucionales durante los tres primeros años de su gobierno. Esto querría decir, en buen español, que entonces no la cancelará. También ofreció que no abusaría del dominio legislativo obtenido por Morena, así que, quizá, además de las convicciones que tiene la mayoría podrían escucharse los argumentos de los minoritarios que vemos con gran preocupación lo que se está proponiendo.