Urge activar la participación del estudiantado y de los docentes.
¿Podemos las y los universitarios comportarnos distinto a las y los políticos tradicionales? El proceso electoral para elegir rector o rectora entró en crisis debido a una acusación de un presunto plagio por parte de uno de los candidatos, el doctor Martín Vivanco, director de la Facultad de Contaduría y Administración. El hecho, si se constata, es grave y tendría que ser sancionado. Un requisito para ser rector es ser una persona de “reconocida honorabilidad”, la cual no sólo es una aspiración sino un valor comprobable.
Si el plagio es grave, también lo son las conductas reveladas por algunos actores político-universitarios. En primer lugar, Vivanco no ha desmentido pública y abiertamente que tomó un trabajo que no era de él para titularse. Al no aclarar y decir que va a esperar la resolución de otras instancias judiciales, contradice sus propias propuestas, daña su reputación y la imagen de la UAQ. ¿Quién votaría por alguien que es sospechoso de tomar las ideas de unos para presentarlas como propias? ¿Los mecanismos para ganar votos pesan más que la “honorabilidad”?
Igual de perjudicial son las actitudes de algunos miembros de la Comisión Electoral que se han negado a discutir el caso del plagio, se han retirado de las sesiones extraordinarias del Consejo Universitario y, según algunos testimonios, han amenazado a otras consejeras y consejeros, incluida a la rectora de la UAQ. Ante lo enrarecido que está siendo el proceso, el 13 de octubre interpuse como profesor una queja y una solicitud a esta comisión para que aclare lo más pronto posible el supuesto plagio de Vivanco y así brinde confianza y certeza al proceso. “¿Qué esperan?”
Como maestro, investigador en política universitaria y participante en pasados procesos electorales, pienso que es urgente discutir y renovar nuestro marco institucional dentro del cual actuamos las y los universitarios. Lo primero es desarrollar reglas pensando en la viabilidad institucional de la UAQ a futuro; no en los cálculos políticos que actualmente ofrece la coyuntura. Segundo, habrá que pensar la naturaleza y atribuciones de las comisiones electorales. Éstas deben asegurar la imparcialidad y equidad en el proceso electoral para que el resultado satisfaga a los contendientes. En la convocatoria actual, no se dice, por ejemplo, quién no puede formar parte de ellas por haber conflicto de interés. Tristemente, la comisión puede filtrar y desechar preguntas a las y los candidatos, así como asumir una posición censora, algo irreal e ingenuo en tiempo de redes digitales.
Dada nuestra historia y el momento que vivimos, es urgente la necesidad de activar la participación del estudiantado y de los docentes, frente a la tergiversación, control y mentiras de corrientes hegemónicas de poder internas y externas a la UAQ. Rompamos el pacto de indiferencia e impunidad.
Construyamos entonces la “otra campaña UAQ” que apoye la construcción de un espacio intelectual y político distinto; no a un personaje determinado a ocupar la rectoría. Los universitarios tenemos la libertad de modificar las reglas con que operamos y mostrar que sí sabemos actuar radicalmente distinto al político tradicional. Ahí reside nuestra fuerza y viabilidad a futuro. Si te interesa, sigamos discutiendo estos temas por aquí o en denunciaLaOtraUAQ@gmail.com.