“México no está polarizado, lo que pasa es que las voces de la oligarquía están sobrerrepresentadas en los medios y las redes.”FERNANDO BONILLA
Juan Carlos Miranda Arroyo
Los y los analistas políticos, la comentocracia y demás observadoras y observadores del sistema político mexicano se preguntan ¿Qué pasó en las elecciones 2024? ¿Qué sucedió como para que se dieran esos resultados tan contrastantes y apabullantes? ¿Por qué tanta diferencia?
Si bien las encuestas más serias y metodológicamente consistentes ya habían anticipado que la doctora Claudia Sheinbaum, abanderada de los partidos Morena, PT y Verde Ecologista (coalición “Sigamos haciendo historia”) ganaría en estas elecciones del 2 de junio, lo que no se tenía claro era el margen de diferencia entre el primero y el segundo lugar de la contienda por la presidencia de la república. Esto, aunado a la probable mayoría calificada (2 terceras partes de las curules) que obtendrían los partidos antes mencionados tanto en la cámara de diputados federal como de senadores; y a las gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones locales ganadas por dicha coalición.
El 28 de mayo, 2024, escribí en redes sociales digitales lo siguiente: Parece que hoy la cuestión no es preguntarse qué candidata va a ganar la presidencial, sino por qué porcentaje de diferencia ganará Claudia.The video player is currently playing an ad. You can skip the ad in 5 sec with a mouse or keyboard
Eso parecía estar anticipado, pero los resultados de la noche del 2 de junio no dejaron de ser sorprendentes para propios y extraños.
Un acercamiento intuitivo: El 31 de mayo, 2024, afirmé, también en la red X, antes Twitter: Mi pronóstico. Entre 28 y 30 millones de votos para Claudia Sheinbaum; entre 16 y 18 millones de votos para Xóchitl Gálvez. Esos serán los resultados en la noche del 2 de junio, 2024.
Pero eran sólo intuiciones, no eran razones sino sólo ideas construidas socialmente, a partir de las encuestas y sobre lo que se decía en las calles, en las sobremesas, en el trabajo, en la escuela o en diversidad de espacios públicos.
Consideradas como las elecciones más grandes y más importantes de la historia moderna o posmoderna de México, por la cantidad de votantes y la cantidad de puestos de elección popular en disputa, esta contienda político electoral 2024 transcurrió en un clima pacífico y sin impugnaciones significativas. Ello sin descartar la violencia criminal que se registró en algunas localidades del país, previo a la jornada, donde murieron alrededor de 30 participantes (entre candidatos, candidatas y asistentes a los actos de campaña).
La tarea inmediata a desarrollar tanto para la oposición política como para los partidos ganadores en esta batalla por el voto ciudadano en México, es estudiar y tratar de comprender por qué la mayoría del pueblo mexicano votó a favor de dar continuidad al proyecto transformador de la vida pública del país: Según los cómputos distritales 2024 del 6 de junio, a las 14:40 horas, casi 36 millones de votos habían sido registrados a favor de Claudia Sheinbaum Pardo.
La oposición debe hacerse responsable, por su parte, de su fracaso al cierre de este proceso electoral 2024. Y deberá realizar una profunda autocrítica. Propongo, para ello, dos ejemplos específicos: ¿Por qué eligieron desde las cúpulas a una candidata tan políticamente impreparada? ¿Por qué realizaron campaña en España? ¿Para qué?
¿Se puede aprender algo de esta jornada electoral histórica?
A quienes se han manifestado, desde diversas tribunas públicas, en contra del régimen de la transformación de la vida pública del país les pregunto, si es que hay un poco de decencia política: ¿Conviene seguir, por la derecha, insulta e insulta a la mayoría del pueblo mexicano que habló y decidió por la continuidad de la transformación en las urnas el domingo pasado? Ahí tienen los resultados de su soberbia, su vergonzoso clasismo y sus actitudes discriminatorias.
A quienes aún no reconocen la derrota y que tiraron enojados el tablero de ajedrez político, les sugiero recordar, hoy y siempre, que tanto en la política como en el deporte la grandeza de las personas no sólo se refleja en el triunfo, sino también y sobre todo en el reconocimiento de la derrota.
Entre las razones y las emociones
Durante una participación en un encuentro académico en Barranquilla, Colombia, en 2011, por invitación de la doctora Ana Rita Russo y su equipo de la Universidad del Norte, expuse que una manera gráfica y descriptiva el vaivén que se da entre los procesos cognitivos y los procesos emocionales, a través de los movimientos que nos ofrece el péndulo de Newton. Si se mueve un extremo, de inmediato impacta en el otro extremo. O dicho eso con otra analogía: Pienso que ambos procesos, el cognitivo y el emocional, constituyen dos caras de la misma moneda desde una perspectiva genérica de la Psicología humana, más allá de ciertas teorías rígidas o de tradiciones epistemológicas inflexibles.
En el plano emocional y psicoafectivo, si se me permiten estos polémicos términos, diría que después de transcurrida esta intensa temporada electoral mexicana, se elevarán las ventas de divanes.
La comprensión de lo que sucedió este 2 de junio del 2024, va más allá de las razones frías, calculadoras, objetivas. Y también está más allá de las simplificaciones polarizadoras, las emociones, las ideas intuitivas, inciertas o subjetivas. En lo sucedido está todo eso y más. La complejidad del fenómeno histórico social nos pone a girar otra vez.
Tanto a las y los asesores de los partidos perdedores como a las y los candidatos derrotados en esta temporada político electoral de la primavera del 2024, se les olvidó que la vida cotidiana es más importante y significativa que las categorías académicas, cientificistas y retóricas. La electora frente a la urna es una ciudadana, pero antes es una persona. El elector es un ciudadano, pero antes es una persona con sueños, necesidades, preocupaciones, retos, compromisos, sentimientos, emociones, presiones, percepciones y sensaciones.
La decisión sobre los asuntos político electorales en contextos democráticos, y según lo que hemos observado en este junio de 2024, no solamente pasa por los procesos racionales, cognitivos o del pensamiento, ni de la inteligencia dura en su dimensión objetiva, sino que también tal decisión pasa por los procesos humanos irracionales, metacognitivos y en parte por los procesos psicoafectivos: Miedo, temor, alegría, euforia, tristeza, etcétera. ¿Por qué algunos partidarios del conservadurismo se declaran públicamente en estado de duelo?
En ese sentido, el llamado a “no tener miedo” por parte de la oposición fue tal vez equivocado y quizá surtió un efecto contrario; e insultar y calumniar a los contrincantes o adversarios políticos tampoco trajo buenas consecuencias ni resultados favorables.
Sin duda, los intentos de comprensión acerca de lo que pasó el domingo anterior tienen que ver también con temas de corte antropológico: Hay un recambio en la cultura política y en los valores de identidad social por parte de la mayoría del pueblo de México. Hay, quizá, una transformación de los valores políticos o una recuperación de ciertos valores democráticos: El valor identitario representado por el líder AMLO que respeta la agenda maderista de la no reelección. O el valor identitario enfocado en el relevo político generacional que está encarnado y simbolizado por una mujer que proviene de la lucha social democrática. En fin, como el valor identitario de la unidad interna y del no divisionismo tribal de antaño, que era característico en las izquierdas históricas de México.
Otra explicación o parte de la explicación está, quizá, en el hecho de que AMLO estuvo presente, simbólicamente, en la boleta electoral. O, como lo dijera con sabiduría Fernando Bonilla, en otra parte interesante de las explicaciones: México no está polarizado, lo que pasa es que las voces de la oligarquía están sobrerrepresentadas en los medios y las redes.
Lo más certero es que seguiremos, durante meses y años, en la búsqueda de más razones y emociones para entender qué pasó el pasado 2 de junio del 2024.
@jcma23