Las tortillas. En lugar del papel tradicional, con la prestación de añadir a la de arriba un poco de sal para saborearla de regreso a casa, me topé en el barrio con un insulto a la inteligencia y la concreción de un delito. En el envoltorio está impreso: “leyes aprobadas”, “propuestas cumplidas” y, debajo, el logotipo del Partido Verde. La imagen superior derecha contiene tres palabras: No más cuotas.
La pretendida modificación a la Ley General de Educación, gracias a sus gestiones, es falsa. Pido al lector licencia para comparar la redacción del artículo 6 del ordenamiento de 1993, con el texto reformado en 2013. En el primer caso: “La educación que imparta el Estado será gratuita. Las donaciones destinadas a dicha educación en ningún caso se entenderán como contraprestaciones del servicio educativo”. En la ley aprobada en el contexto de la Reforma Educativa: “La educación que el Estado imparta será gratuita. Las donaciones o cuotas voluntarias destinadas a dicha educación en ningún caso se entenderán como contraprestaciones del servicio educativo”. Se añade que las autoridades educativas regularán su empleo transparente y reitera: “Se prohibe el pago de cualquier contraprestación que impida o condicione la prestación del servicio educativo a los educandos” como impedir la inscripción, el acceso a las aulas o la entrega de documentos “en aras de la igualdad”. No hay tal cambio: sí hay cuotas, pero lo que sea su voluntad.
En las dos redacciones, el artículo es incoherente: si la educación es gratuita, las cuotas —así sean donaciones voluntarias— rompen con el principio constitucional. La gratuidad no admite grados. Si se aporta 1 peso será barata, no gratuita. Durante años, se ha señalado tal contradicción con el enunciado constitucional, pues no es concesión estatal, menos de los gobiernos, sino su obligación otorgar servicios educativos de calidad y sin costo a todos. No es filantropía para que puedan ir los pobres: es así porque es un valor republicano.
¿Se trata de aportes voluntarios? También eso, en la práctica, es falaz, pues de voluntarias sólo tienen el nombre: hay una enorme presión social de parte de algunos directores, directivos de las asociaciones de padres de familia y de otros progenitores hacia los que no quieren o no pueden sufragar las cantidades establecidas como donaciones libres: ¿no te interesa la educación de tus hijos? ¿No ves que hace faltan baños, agua, pizarrones y la barda? ¿No colaboras con los demás para mejorar la escuela? La coacción social es más fuerte que los mandatos de ley. Al que se resiste a pagar no le condicionan el servicio o factores aledaños. Lo marginan, es señalado como mala persona, la excluyen por no ser solidaria y a la niña o al muchacho se le ubica como hijo de padres irresponsables. Estigmas a pasto.
No más cuotas es, literalmente, ninguna. La calidad de la infraestructura de las escuelas es responsabilidad del Estado. Incluso su existencia elemental falla: los más pobres donan el terreno, construyen las aulas y su equipamiento, hacen la casa del maestro y proveen su alimento. ¿Voluntario? No. Mal uso, y pésima costumbre, tolerada e incluso llamada venturosa, pues así la comunidad “se apropia de la escuela”.
La propaganda del Verde es ilegal, miente y junto con los demás partidos, todos, convalidó la violación a la Constitución. El papel que envuelve esas tortillas cubre un enorme cinismo, el incumplimiento de la ley, y sólo se explica porque la multa, que pagarían ¡con recursos públicos! es más barata que los beneficios por los votos que por mentir recibirán, para juntarlos con los del PRI.
Este acuerdo conviene a ambas agrupaciones. Carecen de referentes éticos. Miserables delincuentes a ojos vistos. ¿Partido político? No. Mercenarios: van con el mejor postor, el que convenga.