Fui invitado hace unos días por el maestro Juan Hurtado Chagolla de la Red de Maestros que reflexionan y escriben acerca de su práctica en el estado de Michoacán y a nivel nacional, la RETE y que desde el año 2005 han asumido una posición tesonera y entusiasta de facilitar estos procesos con los docentes y a invitación de la Red del Libro en Colaboración de colegas del EDOMEX, quienes tuvieron esta brillante idea de convocar a Redes y colectivos de docentes de varios estados del país.
El evento tuvo una distinción especial a partir de la participación de Gabriel Roizmán, colega argentino que también desde hace algunos años trabaja, anima, forma, facilita y acompaña a docentes que generan narrativas vinculadas a su proceso de trabajo, al lado de otros que también lo hacen. El subtítulo de este artículo es una frase muy dicha y reiterada por Gabriel, “Solo rescribir, pero no escribir solo. A las narrativas las definiciones como metodología de investigación – acción, como estilo de trabajo pedagógico, como estrategia para pensar mejor la practica en colectivo después de escribir y que pase: del texto en soledad, al texto al lado de los demás.
Quiero decir de este evento, aparte de lo ya dicho dos cosas que me parecieron especialmente relevantes (y este escrito tiene la función o la tarea de servir como agradecimiento a la invitación).
PRIMERO. Este evento es especialmente relevante en el actual contexto de pandemia, su valor simbólico reside en juntar, en aglutinar en hacer coincidir a maestras y maestros y bajo un proyecto común. De pensar la practica escribiendo, de escribir la práctica pensando. Gabriel Roizmán, ya es una autoridad en este campo, es canchero como decimos acá, ha caminado mucho el rumbo de animar a los docentes a generar narrativas. Pero esa no es una plática común en nuestros entornos cercamos en docentes. Aquí se hacen muchas cosas de las cuales se escribe poco. Los docentes que escriben, muchas veces lo hacen motivados, porque forma parte de una obligación institucional al pertenecer a algún programa de posgrado o al inscribirse a un curso determinado. Y son muy pocas las veces que viene siendo una actividad que nace y se fomenta desde el corazón, desde el interés o desde el compromiso de algunos docentes.
SEGUNDO. Lo segundo complementa a lo primero, es hablar de las narrativas como una opción y una alternativa para expresar, para decir, para sacar, pero también para proponer y comprometerse. Gabriel lo decía, lo primero es comenzar y hacer fluir a que surjan los sueños educativos y vuelen en palabras. A mí en lo particular me parece especialmente relevante esta teoría – metodología – pedagogía, de las narrativas. Al estar en la reunión escuchaba a los colegas de los diversos rincones del país y leía en el chat del evento lo que muchos escribimos. Me hice muchas preguntas, ¿Quién escribe realmente de las personas que estamos en educación? ¿Por qué y para qué escribir desde la vida de ser docente? ¿Por qué no escribir solo o en contraparte por qué debe ser el escribir al lado de los otros? Pienso que las narrativas es un recurso que va más allá de las pedagogías y metodologías convencionales, se trata de tejer un texto colectivo que se vaya gestando entre muchas voces, entre muchas palabras y que al final se haga una con un sentido potente.
Agradezco a los colegas del estado de México de la Red “Libro en Colaboración” por este atinado evento y a Juan Chagolla de Michoacán, por su consecuente labor de picar piedra, de avanzar y retroceder de invitar, convocar, animar y de fomentar un clima de vida profesional en donde la generación de narrativas es una tarea que se piense y se disfrute desde la escuela.
Termino diciendo que hay que seguir con este proyecto, se requiere organizar un taller de palabras danzantes porque pocos hablan de generar una didáctica para producir narrativas docentes. Muchos hablan de cómo hay que hacerlo, pero son pocos los que lo hacen.
Bueno, esperemos la siguiente convocatoria, por lo pronto a seguir escribiendo sin estas solos o solas.