Abelardo Carro Nava
Aún recuerdo aquellos años en que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) era el omnipotente en México y en América Latina. En los cafés, en las escuelas, en los centros de trabajo, en la Secretaría de Educación Pública (SEP), en varios lugares, tan sólo de escuchar: “ahí vienen los del SNTE”, significaba cierto temor, respeto y, podría decir, admiración. Claro, el poder político que llegó a representar, particularmente en manos de su ex lideresa vitalicia, La Maestra Elba Esther Gordillo Morales, le significó buenos dividendos. No obstante, los tiempos y circunstancias han cambiado y en, prácticamente, los últimos seis años, su figura se ha desdibujado aunque muchos afirmen lo contrario. Veamos.
Derivado del Pacto Por México, de la detención de La Maestra Gordillo – con la llegada a la dirigencia de Juan Díaz de la Torre – y del apoyo indiscutible en la implementación de la mal llamada reforma educativa impuesta por Peña Nieto en 2013, el SNTE perdió toda credibilidad y legitimidad ante el gremio que, en el papel, debería representar en la defensa irrestricta de los derechos laborales de los trabajadores de la educación adheridos a dicha organización sindical.
Para nadie es desconocido, la serie de injusticias laborales que se cometieron contra el magisterio, derivadas pues, de las modificaciones constitucionales y reglamentarias que fueron aprobadas en las Cámaras de Representantes y ante las cuales, el SNTE, sí, el SNTE, guardó silencio. Jamás escuché decir a Díaz de la Torre, ex dirigente sindical, “que la evaluación punitiva” violaba los derechos de los profesores; jamás escuché expresar a ese mismo ex dirigente sindical, que la desvalorización de una de las profesiones más nobles como lo es la docencia, fue una constante durante el periodo de Nuño al frente de la SEP; caray, jamás escuché decir, a quien por obligación tenía que defender esos derechos de los trabajadores de la educación, que lucharía porque los maestros y maestras de México, gozaran de todas las condiciones, habidas y por haber, para que éstos realizaran su labor de la mejor manera posible en sus respectivos centros de trabajo. No, jamás lo escuché decir tal o cual cosa, por el contrario, guardó silencio.
Y hoy, justamente cuando las cosas han cambiado, cuando en el poder se encuentra ya no en un “amigo” sino en un político diferente; cuando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se ha posicionado en el terreno político; cuando otro grupo disidente como lo es Maestros Por México (MXM) ha partido a la mitad a ese sindicato; cuando su partido político (Nueva Alianza) perdió su registro a nivel nacional; el SNTE, sí, el SNTE, ha cambiado su discurso… pero no sus formas.
Irrisoriamente, por todos los medios ha intentado posicionarse ante el gobierno federal, encabezado por López Obrador; ante el propio Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán; ante el gremio que dice representar; ante un posible electorado dada la reconfiguración en el plano nacional; y vaya, ante la sociedad en general; pero, desafortunadamente, ni lo uno ni lo otro ha logrado alcanzar.
Tal parece que, a quienes dirigen esta organización sindical, no les ha quedado claro que las dinámicas políticas ya no son las de antaño y, mucho menos, que las fuerzas políticas, y la manera de hacer política, han dado un giro de 380 grados. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) o el Partido Acción Nacional (PAN) ya no son gobierno; es más, son una minoría que no ha logrado vislumbrarse como oposición y, en consecuencia, si alguna vez gozaron de los “favores” de estos partidos, hoy día, ¿tendrían que unir esfuerzos para contrarrestar al gobierno López-Obradorista? pregunta interesante que, tal vez, no encuentre cabida en sus pensamientos, primero, porque difícilmente pueden lograr acercamientos en el Congreso dada la falta de representantes emanados de ese sindicato y, segundo, porque… ¿quién quisiera tener un acercamiento con este sindicato si, lo que busca el grueso del magisterio, es una representación que vele por sus derechos cosa que éste no ha hecho?
Crisis de legitimidad, crisis de representación, crisis institucional, y quién sabe cuántas crisis más se viven al interior del SNTE.
Al parecer, dados los acontecimientos recientes, en cuanto a la exigencia de la abrogación de la mal llamada reforma educativa que Alfonso Cepeda lanzó a los cuatro vientos (https://www.elhorizonte.mx/nacional/snte-urge-a-legisladores-a-abrogar-reforma-educativa/2492431), el que alguna vez fuera conocido como el Sindicato más grande de América, se pierda por completo. Los maestros y maestras no olvidan la afrenta que vivieron durante seis largos años; dudo mucho que de esas crisis salga algo bueno porque, mientras no cambien sus prácticas, su forma de ver la política y, sobre todo, la elección de sus líderes, los supuestos cambios anunciados por sus actuales dirigentes, están destinados, desde el principio: al fracaso.
En suma, en más de una ocasión, en este y otros espacios, he dado cuenta de una serie de propuestas que podrían revitalizar la vida al interior del SNTE; sin embargo, ¿realmente esta organización sindical estará dispuesta a realizar una serie de cambios, necesarios y profundos en sus estatutos, que erradiquen esas prácticas nocivas y que, cual secreto a voces, viven y sobreviven en los centros de trabajo y/o delegaciones sindicales y que han dañado sus principios hasta el hartazgo?, ¿se podría contar con elección libres, democráticas y transparentes en ese sindicato, desarrollando otras formas que nada tienen que ver con las que conocemos y que tanto le han hecho daño?, ¿se podría retomar el principio básico y su razón de ser en cuanto a la defensa de los derechos laborales de sus agremiados? Retomar su origen, volver a lo básico y democratizar sus prácticas, ese sería un buen inicio. Lo demás, probablemente, por añadidura podría surgir, la pregunta es: ¿será posible dicho cambio?
Con negritas:
En días pasados, leí un comentario en Facebook que, pareciera ser simple y sin ningún fundamento pero que, desde mi perspectiva, deja ver el “desdibujamiento” al que he aludido; se los comparto: cada vez más el SNTE se parece a la CNTE; y es cierto. Valdría la pena, como lo he dicho, pensar y repensar qué es lo que está sucediendo al interior de ese sindicato. ¿De qué tipo de identidad estamos hablando?