Claudio Alberto Escobedo Hernández*
Quienes no conocen las implicaciones que acompañan al proceso de enseñanza que los alumnos y los maestros desarrollan en la escuela, suponen a la ligera que el rezago educativo es producto de la incapacidad del docente para estimular el aprendizaje de los alumnos. Una hipótesis que tiene algo de verdad, pero definitivamente los docentes sabemos que las destrezas para la enseñanza que tiene un maestro es sólo un factor de muchos otros que influyen en el desarrollo del conocimiento de los estudiantes.
Esta aclaración es oportuna, porque la escuela pública mexicana en los últimos tres ciclos escolares está viviendo un desafortunado proceso de concentración de alumnos en cada grupo escolar, especialmente en los sectores urbanos empobrecidos de las medianas y grandes ciudades del país. Una concentración que es antipedagógica desde cualquier lado que se le vea, puesto que al tener hacinados en un salón sin ventilación apropiada y con un mobiliario en mal estado a 45 niños de primaria y 50 jóvenes de secundaria es un desacierto educativo monumental por parte de las autoridades educativas federales.
Quienes impulsan afanosamente la Reforma Educativa, olvidan que el proceso del desarrollo del pensamiento en el ser humano se logra a partir de poner en movimiento las constelaciones neuronales del sujeto, proceso que se tiene que activar por medio de situaciones de aprendizaje que estimulen la actividad cognitiva, como sería la concentración, la inferencia y la reflexión entre muchas otras. Sin embargo para el maestro es sumamente problemático diseñar y plantear este tipo de actividad en un grupo atiborrado de alumnos y con problemas de infraestructura, un grupo que además no es homogéneo en los aprendizajes, puesto que un porcentaje alto (el 30 % aproximadamente) de los estudiantes tiene un desfase de conocimiento (rezago educativo) que afecta su desempeño en la dinámica de aprendizaje que el maestro trabaja con el resto del grupo.
Un rezago educativo que se agudiza mucho más por la falta de cobertura, tal y como lo describe atinadamente el Dr. Ishmael Ferman de Ciudad Juárez, Chihuahua “Durante la primera semana de clases acudieron a la escuela primaria donde trabajo como maestro de educación especial al menos 40 padres de familia, muchos de ellos, la gran mayoría ya habían recorrido por los menos las 3 escuelas de sector y otras más, la respuesta es: no hay espacio, no hay lugar para ningún grado” una realidad educativa que callan, esconden e ignoran los miles de spots (140 mil pesos por hora) que paga el gobierno mexicano a los medios de comunicación para alabar las bondades de la Reforma Educativa.
Pero no es sólo falta de cobertura educativa, además “La escuela donde trabajo tiene más de 700 estudiantes, la mayoría de los grupos sobrepasan los 40 alumnos, los grados superiores tienes en 44 y 48 niños, esta semana pasada tuvimos corto eléctrico y la mayoría de las tardes la pasamos sin luz, sin aire en la mitad de los grupos, es casi imposible contener el ímpetu de los estudiantes en estas condiciones” estamos hablando de una infraestructura inoperante que trastoca inevitablemente los procesos de aprendizaje que se intentan desarrollar en la escuela.
Y por si esto fuera poco, concluye la narrativa del Dr. Ferman “El año pasado por lo menos 30 niños de la escuela se quedaron sin libros de texto gratuitos, y ahora, los libros no llegaron completos… empieza el peregrinar de los padres” Estamos ante un escenario educativo que no es nuevo para los alumnos y sus padres, las deficiencias de cobertura, infraestructura y por supuesto de material didáctico son el pan de cada día. Sin embargo es una realidad de limitaciones que la Reforma Educativa olvidó mencionar, una realidad de carencias que no menciona en sus promocionales, una realidad de escases que borró de los guiones de los discursos embaucadores que repite hasta el cansancio el secretario Nuño por todos los medios que están a su alcance.
Pero lo más importante de este asunto, lo que tiene todavía mayor trascendencia, son precisamente los millones de niños que presentan rezago educativo y que inevitablemente los lleva en el futuro inmediato a la deserción escolar, puesto que de cada 100 alumnos inscritos en primaria, 10 la abandonaron antes de terminarla según cifras de la misma SEP (El Universal) hay en la Reforma Educativa una terrible omisión para atender a este grave problema del rezago y la deserción escolar.
Están más ocupados en evaluar a los maestros, están dedicados a las giras para promocionarse, están atareados en quedar bien y lograr los consensos de la gente de dinero para lograr su apoyo en sus proyectos personales. Mientras tanto, los niños, jóvenes y sus padres que sigan peregrinando en busca de una escuela, que sigan sufriendo los rigores del clima, que sigan padeciendo sin libros de texto. Los alumnos con rezago pueden esperar, al fin y al cabo, como siempre, ya han esperado muchos años.
Por todo lo anterior y contrario a lo que dice el presidente Peña Nieto, estaremos con la Reforma Educativa, sólo cuando sea capaz de atender sin demagogia a los que menos tienen, a los que más necesitan, a los rezagados de siempre. Mientras tanto, como dijo el niño de la escuela primaria de Iztacalco al secretario Nuño “No a la Reforma Educativa”