Miguel Ángel Pérez Reynoso
Estamos a unos pocos días de que termine el ciclo escolar 2020 – 2021, uno de los ciclos más atípicos en la historia de la educación pública en México. En este contexto el final del presente ciclo y los anuncios del próximo tal parece que se mueven baja la emergencia y las secuelas desfavorables que nos ha dejado la primera pandemia del siglo XXI.
Según datos extraoficiales, tanto las autoridades educativas como algunos organismos sociales reconocen que cerca del 30 por cuento de la matricula nacional desde educación básica hasta educación media superior, desaparecieron del mapa o de los márgenes de atención que la escuela ideó para atender a dichos alumnos.
Tres de cada diez niñas, niños y jóvenes no fue posible saber qué pasó con ellos y ellas, la falta de datos para conectarse a internet, la falta de mecanismos de comunicación ágiles para entregar o subir tareas y la falta de inventiva por parte de docentes y del sistema en general ha hecho que la atención escolar haya quedado fragmentada.
Pero incluso a los que lograron asistir y comprometerse en un proceso atípico no salieron bien librados, las formas remotas, a distancia o en entorno virtual por trabajar e intentar aprender no fueron las mas adecuadas, El decir esto no es una crítica que descalifique el intento gubernamental por encontrar una estrategia global en plena contingencia sanitaria; no, simplemente no hubo otra forma de atender a los millones de personas en edad escolar en un contexto de confinamiento.
De ahí que la preocupación de la SEP es intentar recuperar lo que se ha perdido es por ello que el formato del próximo ciclo escolar esté pensado para “ponerse al día” a los millones de escolares que han sufrido retraso en sus repertorios escolares y alargar el ciclo, hasta finales del mes de julio ¿Quién sabe para qué?.
El alargamiento del ciclo escolar no es la solución, recuérdense que los planes y programas de estudio tienen un atravesamiento con el factor tiempo, pero recuérdese también que las costumbres en nuestro país dan cuenta de que el verano abre los días de descaso o es periodo vacacional.
El reto o el desafío que tiene enfrente la autoridad educativa federal y las autoridades estatales, es de dos tipos:
- Recuperar a toda la población estudiantil que se rezagó en la adquisición y consolidación de aprendizajes de la curícula oficial básica.
- Y volver a dinamizar el sistema para que desde el lunes de agosto en que arrancará el próximo ciclo, el sistema se nueva de la mejor manera. Sabemos que la pandemia también ha generado resistencias inéditas, docentes, alumnos y padres de familia que se niegan al regreso a las escuelas y prefieren seguir conectados en casa ante un aparato.
Los retos son grandes y muchos, no es sencillo volver a aceitar el sistema y que éste vuelva a verse en la normalidad en la vieja normalidad, aun bajo las condiciones nuevas.
Se requiere garantizar un alto nivel de disposición en todas las instancias, se requiere vencer resistencias e inercias negativas del sistema, se requieren muchas cosas, pero cambiando arbitrariamente el calendario escolar no es la mejor estrategia para conseguirlo, es necesario dialogar construir una propuesta en consenso. Es necesario involucrar a los actores: Con los docentes todo, sin los docentes no se mueve nada.