El Programa Jóvenes construyendo el futuro. La voz y la experiencia de sus actores (Parte I)

María de Ibarrola y Enrique Pieck

Desde el momento de su presentación oficial como uno de los objetivos prioritarios de la 4T, el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro se perfilaba como un indispensable objeto de investigación para quienes hemos construido un curriculum profesional con base en el estudio de la formación de los jóvenes para el trabajo. 

La experiencia previa de los investigadores garantizaba que una metodología cualitativa, basada en entrevistas a profundidad en una muestra teóricamente significativa era la mejor manera de acercarnos a las respuestas. La decisión fue tomar 20 centros de trabajo como unidad de investigación y a partir de esa unidad, la investigación se llevaron a cabo 100 entrevistas a profundidad a responsables de los centros de trabajo, tutores designados, aprendices y egresados.  

Si bien es una investigación numéricamente muy limitada, permite profundizar ampliamente en los rubros clave de operación del PJCF dentro de ese pequeño universo y fundamentar el tipo de indicadores que se deben buscar para una evaluación integral de la política.  Su posible representatividad se limitó a cinco tipos de centros de trabajo, todos de gestión privada, en un par de zonas urbanas de muy reducido nivel de marginación. Se investigó la experiencia en un par de centros en zonas rurales y a otro en una pequeña localidad urbana, pero no se tuvo acceso a centros públicos de trabajo. Por contraparte, la investigación sí identificó la participación en el PJCF de centros de formación integral dedicados, comprometidos y con experiencia en la atención de jóvenes vulnerable en zonas urbano-marginales

Un dato muy importante es la participación voluntaria de todos ellos, que sin duda parte de su confianza en el cumplimiento correcto de los principios y objetivos del PJCF, e influye en los resultados tan positivos que podemos reportar.

Los principales resultados de la investigación se pueden sintetizar en los siguientes: 

  • Los centros de trabajo participantes confirman la importancia de la diversidad estructural que caracteriza al sector laboral del país: los centros participantes se diferencian entre sí por su motivación para participar en el programa, por los programas de capacitación que proponen, los tutores que asignan y los aprendices que seleccionan 
  • La experiencia laboral está claramente delimitada por la situación que genera cada centro de trabajo 
  • La diversidad de las trayectorias de los jóvenes, en particular de sus trayectorias escolares, influye fuertemente en el tipo de centro de trabajo y de puesto laboral al que pueden acceder.  Por otra parte, existen formas de seleccionar a los aprendices, más allá de la restricción por el número de oportunidades que puede abrir cada centro, y ciertamente de la localidad en la que habitan, que distorsionan en cierta medida el principio del programa de atender sin discriminación a los jóvenes que solicitan, en particular en función de la escolaridad alcanzada.
  • La experiencia adquirida en el centro de trabajo es fundamental para conseguir un trabajo en el mismo centro o en otro semejante, ya que el período de experiencia -de duración variable- por cierto, – asegura la adecuación puntual entre lo que requiere el centro y el joven que es contratado. Sin embargo, las oportunidades de contratación dependen básicamente de las necesidades de los centros de trabajo, de sus planes de crecimiento y los presupuestos de contratación de los que dispongan. 
  • Los tutores cumplieron un papel fundamental en la adquisición de la experiencia entre los jóvenes. Su desempeño trasciende los conocimientos de un “trabajador experimentado”, no se trata de cumplir un rol de supervisor ni de capacitador.  Su tarea, entendida como  eminentemente pedagógica, les exige una importante reflexión y consideración sobre la manera en que las actividades laborales se ponen al alcance de los aprendices,  les permiten ir creciendo en su dominio de las mismas, y superando una curva de aprendizaje que involucra a las dos partes,  igualmente les exige  valoración de  los  antecedentes e intereses de los jóvenes, vocación y compromiso para atenderlos, identificación específica de las herramientas y métodos que resolverán los aprendizajes específicos de cada joven.  
  • Sin embargo, el PJCF no tiene ninguna previsión para la formación de los tutores y delega esa tarea en los centros de trabajo, algunos de los cuales efectivamente desarrollan importantes programas de formación y acompañamiento de sus tutores. En los micro, pequeños y medianos centros de trabajo los tutores aprenden a “tutorar, tutorando”; en el caso de los centros participantes efectivamente se comprometieron a formarse y a atender a sus aprendices, bajo el principio de que todos ganan. 
  • Los aprendices alcanzaron habilidades técnicas de trabajo muy acotadas al giro, tamaño, y organización laboral del centro en el que llevan a cabo su experiencia, de ahí que su experiencia laboral posiblemente no sea la requerida por otros centros de trabajo, pero todos, sin excepción, adquieren importantes habilidades sociolaborales y socioemocionales. El valor agregado por esta experiencia a todos los jóvenes dependerá de la configuración de la situación de aprendizaje en la que se inserte el aprendiz, y se deberá sin duda al trabajo comprometido de los centros y de los tutores, pero también a la voluntad y compromiso de los jóvenes. 
  • Los requerimientos de los jóvenes vulnerables en materia de habilidades sociolaborales y socioemocionales no se pueden reducir a una capacitación técnica. Todos los aprendices valoran altamente su relación con sus tutores. 
  • Tal vez uno de los resultados más significativos, es la concatenación y estrecha relación entre el tipo de centro trabajo, el territorio en el que se localiza, las situaciones de los CT que enmarcan la experiencia y el aprendizaje, los rasgos de los tutores y de los programas de capacitación que los operan y los rasgos sociodemográficos de los jóvenes que pueden acceder a ellos.  
  • Los resultados de la investigación también muestran algo que rara vez ha hecho público el PJCF: los beneficios que reciben los centros de trabajo por la vía de los aprendices financiados por el gobierno federal, que aprovechan como fuerza de trabajo, aunque a la vez se comprometan a capacitarlos de manera gratuita en aquello que requiere el centro.  Al participar en la convocatoria que abre el PJCF, estos centros fijan como requisitos para los aprendices precisamente aquellas características propias de las posiciones laborales que requieren, sea para consolidar su producción sea para su crecimiento y desarrollo. En todos los micros y pequeños centros que participaron en la investigación, el Programa ciertamente ha tenido una incidencia en su continuidad, permanencia e incluso crecimiento.  
  • La principal conclusión que nos interesa sostener es que, independientemente de la diversidad de los centros de trabajo, hay un innegable valor del programa en términos de inserción laboral y continuidad de estudios cuando se lleva a cabo con compromiso, responsabilidad, tiempo adecuado y un buen programa de capacitación.   

*Artículo centrado en los resultados

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