Luis Alan Acuña Gamboa*
A través de la historia, la educación superior en México ha representado el eje fundamental para el desarrollo del conocimiento científico y tecnológico, a la vez de formar al capital humano con altas capacidades que el mercado laboral precisa para el despegue económico, social y educativo tan necesarios para nuestro país. Entre las décadas de los 70 y 80; el auge y la demanda de la población estudiantil por educación superior, que según datos de la ANUIES crecía a una tasa promedio anual de 15%, obligó a la proliferación de Instituciones de Educación Superior (IES) tanto públicas como privadas.
Ante la apertura express de IES públicas y la ferviente solicitud social de estudios superiores, las nuevas Universidades tuvieron que cooptar las vacantes docentes con el capital humano “de alcance”; es decir, personal con pasantía de Licenciatura o, en el mejor de los casos, con pregrado concluido que, en su mayoría, no contaba con la formación pedagógica para el desarrollo de esta labor profesional. Es así que en esos años, IES como la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) inician un proceso de basificación del personal académico que condujo a la creación de plazas como Docentes Investigadores de Tiempo Completo, medios tiempos y temporales cuya sindicalización otorgó prerrogativas laborales sin igual.
Años sabáticos, descargas académicas, cargos sindicales, administrativos y políticos, por mencionar algunos de los privilegios sindicales que gozan los docentes e investigadores basificados en la UNACH, obligan la contratación interina de personal docente con la finalidad de cubrir las horas “libres” que dichos usufructos generan. Para 2016, el Anuario Estadístico de esta Universidad reportó un total de 2,464 académicos; de los cuales, más del 50% mantienen una relación laboral por contratación en la modalidad de asignatura. Así mismo, en el presente año se registraron 109 investigadores pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), donde solamente el 64% ostentan una relación laboral definitiva con dicha institución. Con esto se demuestra que los profesores de asignatura son los que, en gran medida, mantienen los ejes universitarios fundamentales: la docencia e investigación.
Sin embargo, y a pesar de la relevancia que representa para la Universidad la formación de capital humano y la producción de conocimiento científico que los profesores de asignatura desarrollan a nombre de su centro de adscripción, las contrataciones y relaciones laborales pactadas con esta población son asimétricas y paupérrimas en términos económicos y de reconocimiento al quehacer profesional. En este sentido y para sustentar lo expresado con anterioridad, ejemplificaré a guisa de exposición algunos de los privilegios simbólicos y económicos que la UNACH suprime, directa o indirectamente, para los “profes” de asignatura de la Institución.
- Cada 15 de mayo el calendario escolar marca la celebración del Día del Maestro, fecha en la que se reconoce el quehacer docente en los diferentes niveles que conforman el Sistema Educativo Mexicano. Para dicha celebración, todos los afiliados al Sindicato del Personal Académico de la UNACH (SPAUNACH) perciben un bono económico de $13,500.00 y una apoteósica fiesta en reconocidos salones de eventos de la capital del estado de Chiapas. Es lamentable aseverar que, tanto el bono económico como el ingreso al ambigú, no es pensado para los “profes” de asignatura; ¿será acaso que este grupo ostenta un valor profesional inferior a los sindicalizados? ¿la práctica docente es de menor calidad?
- Según la Cláusula 35 del Contrato Colectivo de Trabajo 2018 (CCT 2018) que rige las prestaciones y beneficios (más que obligaciones) de sus afiliados, se enuncia que los docentes SPAUNACH gozarán de un día de descanso por su cumpleaños, así como un incentivo de $5,000.00. Para todos los docentes no agremiados las condiciones son totalmente diferentes. Sí, y solo sí la relación con los jefes inmediatos superiores es buena, el día de descanso está garantizado para estos docentes de “inframundo” (como acertadamente nombra Manuel Gil Antón); empero, el aspecto económico se prescinde en todo momento.
- Con base en los numerales 68 bis y 92 del CCT 2018, los académicos sindicalizados tienen derecho —o mejor dicho, la obligación— de recibir mensualmente dentro de sus prestaciones, $1,000.00 por concepto de despensa y, $1,300.00 más por concepto de gastos de traslado para los que laboren fuera del área urbana. Para los de a pie; es decir, los “profes” de asignatura no se les considera compensación alguna por los mismos motivos.
- Como se ha mencionado al principio de este documento, son muchos los docentes que ingresaron y obtuvieron plazas de tiempo completo siendo pasantes de Licenciatura en el boom de las Universidades de emergencia de los 70. A poco menos de 50 años de esto, es alarmante comprobar que la formación permanente de estos académicos ha permanecido en un letargo consensuado entre ellos y las Instituciones de Educación Superior (IES). En lo que respecta a la UNACH, existe un sistema de incentivación para los docentes deseosos de continuar con su preparación profesional, es así que la cláusula 72 obliga al SPAUNACH a reconocer con bonos económicos de $17,000.00 a los afiliados que obtienen el grado de maestría, $20,000.00 para doctorado y, aunque lamentable se demuestra la precariedad de la población profesional de la Universidad, con $10,000.00 por la obtención del título de Licenciatura. Esto nos lleva a reflexionar dos aspectos relevantes en el tema: 1) que los profesores sindicalizados carecen de formación profesional sólida para el ejercicio de su profesión; altamente probable es que esto suceda por las prerrogativas que los posicionan en una zona de confort sin igual; y, 2) que los docentes de asignatura llenan los intersticios que los SPAUNACH van dejando a su paso. De esta manera cabe preguntarse ¿por qué se exigen los mejores perfiles profesionales para ocupar horas interinas en esta Universidad, si la población basificada tiene ingentes carencias que forzan la creación de estos sistemas de incentivación?
- Respecto a la formación de capital humano, el CCT 2018 dispone una partida presupuestal para la dirección de tesis, así como para el sínodo. En este sentido, aquellos agremiados al SPAUNACH tiene derecho de percibir la cantidad de $2,500.00 por cada tesis de Licenciatura asesorada, $3,000.00 por tesis de maestría y, para el caso de doctorado, no se especifica. Respecto al sínodo, por examen profesional de Licenciatura, los docentes sindicalizados perciben $600.00, y $800.00 para el caso de maestrías y doctorados. En cuanto a los profesores no sindicalizados; existen Facultades, Escuelas y Centros pertenecientes a esta Universidad que no permiten la dirección de tesis ni la opción de sinodales a estos, argumentando por lo regular la falta de un documento que avale la formación para actividades tutoras, a pesar que la mayoría de este personal cuenta con grados académicos superiores a los basificados y alta experiencia en el campo. Sin embargo, cuando la oportunidad se abre, el “profe” de asignatura deberá realizar este trabajo gratis et amore.
Aunado a estos, deben agregarse a dicha realidad la incertidumbre personal propiciada por la inestabilidad laboral que hace de los docentes de asignatura, el personal “chambitas voluntariamente obligado” sobre el que recae el peso de las actividades que, por algún subterfugio, sus homólogos basificados no quieren realizar, entre las que destacan el registro de proyectos de investigación ante la Dirección de Investigación y Posgrado de la Universidad, toma de acuerdos en reuniones académicas, diseño e implementación de planeaciones didácticas o argumentadas (en la que muchas veces los afiliados SPAUNACH solicitan copia), difusión y publicación de trabajos académicos bajo la adscripción universitaria, y un etcétera interminable.
Con base en esto se puede aseverar que los “profes” de asignatura viven y sobreviven entre la necesidad personal y la explotación laboral en este contexto universitario. Necesidad personal en tanto que para muchos es la única fuente de ingresos económicos para solventar los gastos familiares y del hogar; explotación laboral en tanto se delegan responsabilidades mayores en estos docentes necesitados pero a costa de una remuneración económica ínfima ($95 por hora) en relación a los académicos basificados. Aclarando que las discrepancias entre gremios es tan extensa que el espacio no permite exponerlas en su totalidad, lo anterior permite dilucidar la realidad profesional que viven en el día a día más de 1,200 profesores de asignatura en la UNACH; sin embargo, altamente probable es que esto no sea un hecho institucional aislado; más bien, es una problemática que está viendo la luz de la crítica gracias a los aportes de intelectuales como Mayra Rojo y Manuel Gil Antón que han denunciado esto con antelación; por ello, sirvan estas reflexiones para aperturar aún más este campo fértil de análisis y discusión.
*Docente investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas. Doctor en Estudios Regionales. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Director General de la Revista Electrónica Sinergias Educativas; Vocal del Centro de Estudios e Investigaciones para el Desarrollo Docente y de la Red de Investigaciones sobre Educación en Latinoamérica (México); Miembro activo de la Red Latinoamericana de Estudios Epistemológicos en Política Educativa (Argentina-Brasil), y de la Red Durango de Investigadores Educativos (México). Temas de investigación: políticas públicas educativas, formación docente y de investigadores, calidad de la educación, metodología de la investigación; y estudios educativos regionales.