El reciente paro en la Universidad Autónoma de México (UAM) es una expresión del descontento estudiantil, cuyo origen es identificable aunque su solución incierta. Lo que implica de fondo es que todos sabemos cómo inician las cosas, pero no cómo terminan.
El paro en la UAM fue resultado de un descontento estudiantil ante problemas sociales e institucionales que tuvieron como punto de partida tanto la crítica a la implementación de la reforma educativa y la tragedia de Nochixtlan, como una mayor demanda de becas para movilidad.
Lo que generó el paro en la (UAM) comenzó en junio del 2016. Los estudiantes de la UAM y de otras universidades públicas ubicadas en la Ciudad de México, expresaron su apoyo al CNTE y su rechazo a la forma en que había actuado el gobierno mexicano ante el caso de Nochixtlán, Oaxaca.
Como bien lo resume Angélica Buendía (LAISUM año 6, Núm. 26) el 21 y 22 de junio las tres unidades de la UAM de mayor tamaño (Azcapotzalco, Iztapalapa, Xochimilco) hicieron un paro de labores de 24 y 48 horas respectivamente, y las unidades Lerma y Cuajimalpa, sólo expresaron su rechazo a los eventos en Nochixtlan.
Posterior a los paros de apoyo a la CNTE contra la reforma educativa, la noche del lunes 04 de julio del 2016 un grupo de aproximadamente 100 estudiantes de las distintas unidades de la UAM tomó la rectoría general de esta institución exigiendo aumentar el número de becas de movilidad al extranjero y anunció un paro indefinido (oficina de comunicación de la UAM, unidad Azcapotzalco).
¿Cuántas becas? La versión de los estudiantes fue que “unos 450 estudiantes de esa casa de estudios se postularon para una beca de movilidad” pero la UAM sólo había concedido la beca a alrededor de 50 de ellos, es decir poco más del 10 por ciento de los solicitantes (la Jornada, 5 de julio del 2016). Los estudiantes afirmaban que en años anteriores la UAM había otorgado el 90 por ciento de las becas de movilidad, y para este año era sólo el 10 por ciento. Aún y cuando cabe aclarar que las convocatorias para las becas de movilidad en la UAM se abren dos veces al año y se debe contabilizar el total.
El problema de fondo era que los estudiantes aplicaron para las convocatorias de movilidad, fueron aceptados para estudiar en otra universidad (nacional o del extranjero), pero sólo se aprobaron un porcentaje de estas becas. El descontento tenía justa razón.
En el trayecto del día martes 05 de julio las autoridades universitarias difundieron otro comunicado en el cual tanto la directora de enlace con sectores educativos, el abogado y el secretario general de la universidad dialogarían con los estudiantes. La postura fue clara y firme (al menos en voz del secretario general): “no había soluciones”, no se podía aumentar el número de becas porque esto comprometería las finanzas de la universidad.
Para el miércoles 06 de julio la postura de las autoridades de la UAM se flexibilizó. De acuerdo a la prensa se informó que el Comité de Becas de Movilidad “ha autorizado 345 de este tipo de apoyos, que corresponden al 44 por ciento de las solicitudes presentadas, con base en la disponibilidad presupuestal establecida en la convocatoria y (ha) asignado un recurso 84.7 por ciento mayor al monto originalmente autorizado por el Colegio Académico para tal fin” (La jornada, miércoles 6 de julio del 2016, p.33).
Sin embargo, el ofrecimiento del incremento en el número de becas para movilidad y para dar fin al paro en la UAM, no prosperó: en parte porque ahora los estudiantes empezaban a presionar para pedir el 100 por ciento de las becas de movilidad solicitadas y aceptadas; en parte porque los estudiantes pedían un diálogo con el director con el rector general de la UAM.
Cabe mencionar que la exigencia del 100 por ciento de becas implicaba alrededor de 520 solicitudes. Lo que implicaba para la UAM pasar de un presupuesto (suponemos semestral) de 12 a 24 millones de pesos (La Jornada, sábado, 9 de julio del 2016. p. 30) y considerando que “las becas que otorga la UAM cubren gastos por transportación para los alumnos hasta por 22 mil pesos y un pago mensual máximo de 10 mil 500 pesos para realizar estudios dentro y fuera del país por un límite de cinco meses” (La jornada, domingo 10 de julio del 2016, p. 29).
Mientras el asunto de las becas al 100 por ciento no se cumplía como principal demanda, en esa semana los estudiantes que tenían ocupada las instalaciones de la rectoría general de la UAM recibieron un espaldarazo de la comunidad estudiantil. Las unidades Xochimilco y después Iztapalapa se unieron en un paro indefinido. Con ello se conformó una Asamblea General Universitaria en la cual se unificaba el pliego petitorio, en el cual se anexaba como punto la transparencia de los recursos de la universidad, frente a un problema de “mala gestión” (La Jornada, viernes, 08 de julio del 2016, p. 35) y opacidad en los recursos universitarios. Con ello, el paro crecía y se hacía más fuerte el conflicto.
Hasta el fin de semana, el diálogo entre autoridades y estudiantes continuaba. Las autoridades universitarias pedían el regreso de las instalaciones. Los estudiantes el cumplimiento del pliego petitorio que ya había crecido en demandas.
El domingo 10 de julio una noticia parecía destrabar el conflicto, las autoridades universitarias ofrecían las becas al 100 considerando un plan de austeridad. Pero como veremos en la siguiente entrega, el camino para resolver el conflicto todavía continuaría.