A partir del 15 de abril, me desempeño como profesor visitante en Centro para el Estudio de la Cooperación Internacional en Educación (CICE), de la Universidad de Hiroshima; concluiré mi estancia el 31 de julio. El campus principal de la universidad se localiza en las afueras de Saijo, al oriente de Hiroshima. El terreno es hermoso, un arroyo que nace entre dos colinas atraviesa su parte central. Los edificios están rodeados de jardines, árboles y flores. Este campus se inauguró en 1994. En la ciudad se quedaron la Escuela de Medicina (por el hospital que atiende a pacientes) y otras pocas dependencias.
La Universidad de Hiroshima nació de la conjunción de siete escuelas en 1949, sólo cuatro años después de la primera explosión atómica. Su matriz principal surgió de Escuela Secundaria de Hiroshima (preparatoria), que la prefectura había fundado en 1902. El bachillerato ya no es parte de las universidades japonesas.
Hoy, la Universidad de Hiroshima cuenta con 11 facultades. Se pensará que son pocas, pero la Facultad Integrada de Ciencias y Artes aglutina a profesores y departamentos de varias disciplinas; la aspiración de sus integrantes es desarrollar maneras de pensamiento y perspectivas intelectuales con el fin de sumar las humanidades y las ciencias. La Facultad de Ingeniería es la escuela insignia de la universidad; allí se desarrolla tecnología nueva para proteger el medio ambiente, se hacen innovaciones en decenas de ramas y es una de las instituciones pioneras en biotecnología y procesos de ingeniería social (se refiere a transporte, drenaje y otros servicios, no al concepto durkheimiano de control).
En 2012, la población estudiantil de la universidad fue de 15 mil 520; cuatro mil 346 de posgrado; mil 006 eran extranjeros, más de la mitad de China. En ese año sólo había un estudiante mexicano y otros siete de América Latina y el Caribe. Además, la Universidad de Hiroshima reconoce a otros cuatro mil 046 estudiantes de escuelas asociadas (públicas, de ciudades cercanas pero con poca población). Tiene mil 748 profesores y mil 575 trabajadores no académicos, incluyendo al personal de enfermería y técnico del hospital.
El CICE es parte de la Escuela de Posgrado en Cooperación y Desarrollo Internacional. Aquí, como en el resto de la universidad, el director y los profesores nos hacemos cargo de la limpieza de nuestras oficinas; el poco personal de intendencia se ocupa de las áreas comunes. El CICE es uno de los institutos de investigación educativa más importantes de Japón. Todo su profesorado pertenece a la Sociedad Japonesa de Educación Comparada e Internacional, que tiene sus congresos anuales en sábado y domingo (para que no haya interrupción de labores). El número 50 se celebrará este fin de semana en Nagoya.
Los cinco principios guías de la universidad son: la búsqueda de la paz; la creación de nuevas formas de conocimiento; la creación de seres humanos plenos; colaboración con las comunidades local, regional e internacional; y autodesarrollo continuo. Aquí la paz es el valor primordial. Su divisa: descubrir el placer de aprender.
Como es sabido Hiroshima superó la prueba de la bomba atómica. Desde entonces la Universidad de Hiroshima se ha comprometido con la atención médica para los sobrevivientes de accidentes atómicos, y es pionera mundial en la investigación y aplicación de medicina de emergencia radiológica. A partir del día siguiente del accidente de la central nuclear de Fukushima, más de mil profesionales de ese campo han visitado las zonas afectadas. Ellos hacen esfuerzos para garantizar la seguridad y la paz de espíritu de los residentes de la zona del desastre.
Esta catástrofe se debió al terremoto del 11 de marzo de 2011 y al tsunami que le siguió. Los daños fueron severos, pero las medidas de protección a los civiles, la labor del gobierno japonés, y la cooperación internacional, han limitado los perjuicios. En la recuperación de los efectos del derrame nuclear, la movilización y organización de los habitantes de la zona ha sido lo más importante.
La Universidad de Hiroshima tiene motivos para afirmar que su labor es relevante. No sólo en la creación de conocimiento y prevención de accidentes nucleares, sino en la aplicación práctica para remediar sus males.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Publicado en Excelsior