En estos días he tenido la oportunidad, al igual que muchos colegas, de analizar el Modelo Educativo que presentó hace unos días, con bombos y platillos, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño.
Muchos, hemos realizado una crítica debidamente fundamentada en los conocimientos y experiencia que poseemos por haber realizado algunos estudios sobre el tema, o bien, por encontrarnos laborando dentro del propio Sistema.
En este sentido, tengo claro que cualquier intento por mejorar la educación en nuestro país, es digno de reconocer y aplaudir; sin embargo, hay de intentos a intentos y éste, mi apreciable lector, no puede figurar dentro de ese reconocimiento y aplauso que refiero. Me explico.
Consecuencia de las políticas internacionales que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha emprendido en los últimos años, México tuvo que entrarle al ruedo de la transformación y evaluación educativa. Así, sin más ni más. Sin embargo, las preguntas que muchos nos seguimos haciendo hasta el momento siguen siendo las mismas: ¿qué transformar y qué evaluar?, ¿para qué transformar y para qué evaluar? y ¿cómo transformar y cómo evaluar?
Pareciera ser que, efectivamente, la transformación educativa se logrará en la medida en que se evalúe todo aquello que se encuentra inmerso en el Sistema Educativo Mexicano (SME). Para ello, como bien sabemos, se creó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) cuyo propósito se halla en el nombre que se le dio al mismo. No obstante estas cuestiones, y desde mi punto de vista, ni se ha evaluado como debiera, ni se ha transformado al Sistema como el presidente Peña quisiera.
Razones que me llevan a lanzar tales afirmaciones son muchas y muy variadas y, con seguridad, usted las conoce y conoce muy bien; sin embargo, me detendré un momento en algo sencillo y hasta básico y lógico, por el que la mal llamada reforma educativa no ha avanzado en el plano áulico, en la escuela o en el sistema: la política.
Y es que mire usted, el docente, es el encargado de que tales cuestiones avancen considerablemente para el beneficio de los estudiantes que acuden a cierto centro educativo a recibir una enseñanza y, por consecuencia, un aprendizaje. ¿Cómo aborda cada uno de los contenidos que se encuentran en un currículo? Sigue siendo una interrogante que a más de uno, nos ha llevado a realizar serios estudios sobre los procesos mediante los cuales, el profesor o profesora, maneja los contenidos en sus espacios escolares.
Que si la planeación didáctica, que si la secuencia didáctica, que si los aprendizajes esperados, que si la evaluación del aprendizaje, que si los aprendizajes clave, que si el humanismo, que si esto, que si lo otro, que si aquello. En fin, tengo claro que los saberes docentes, se manifiestan de diversas formas en las aulas de las escuelas que integran el SEM. Un asunto harto complejo de evaluar y transformar, porque si bien es cierto que la currícula establece determinados contenidos que deben abordarse con cierta precisión, también es cierto que, como seres humanos, vivimos diversos procesos para la adquisición de los aprendizajes.
En este sentido cabe preguntarse, ¿cuáles son las transformaciones educativas que se han implementado en México desde la década de los 70’s?, ¿cuáles han sido los cambios sustanciales que han sufrido los planes y programas de estudio del nivel básico de enseñanza?, ¿cuáles son los resultados que se han obtenido? Con mucha seguridad, información sobre estos temas existen, alguna puede ser consultada, gracias a las aportaciones que han realizado investigadores de renombre, así como también, organizaciones civiles cuyo propósito ha sido el de contribuir a la educación en su conjunto, pero ¿por qué estamos como estamos?, ¿por qué nuestro país ocupa un lugar que a nadie tiene contento?
La respuesta parece hallarse en la política, esa mala política que ha permeado el Sistema. El SNTE, ha jugado su parte, no lo niego; sin embargo, las políticas sexenales que cada gobierno federal ha impulsado en este terreno, han sido el principal elemento que ha generado ese “desastre educativo” que ellos mismos aluden en cada discurso político.
Sí, se trata de mejorar la educación. Sí, se trata de traer beneficio para los alumnos. Sí, se trata de abordar contenidos a partir del humanismo. Sí, se trata de éstas y otras cosas más. Créanme, los maestros y maestras de México podremos con el reto, sólo no olviden que en la calle de República de Argentina y en Palacio Nacional, a través del tiempo, se han propuesto esos cambios que tantos “beneficios” traerían al pueblo de México.
¿Por qué se dejó a un lado al humanismo, por ejemplo? Porque en su momento, dada la visión se tenía de las cosas, así se consideró viable; no obstante, al ser éste un aspecto fundamental en y para el desarrollo del ser humano, en las escuelas, seguro estoy de ello, se siguieron trabajando algunos contenidos con la idea de fortalecer los valores en los niños y jóvenes de este país.
Desconozco si el actual Secretario de Educación se ha preguntado sobre el mensaje que está mandando a la sociedad con relación a su “modelo educativo”, no lo sé y tampoco lo sabré; pero con los “Spots” que se exponen en televisión y radio – donde un salón de clases se ilumina y llena de color con la entrada del modelo educativo –, el discurso o discursos que éste ha pronunciado en los últimos días en cuanto a que dicho modelo corre peligro si es que tal o cual político gana en el 2018, con toda la parafernalia que sigue en la consecución de un logro eminentemente educativo, desde mi perspectiva, no logrará el cambio tan anhelado.
Vaya, su propuesta de “mejora educativa”, suena más a una simple y llana retórica electoral, que a una verdadera “revolución educativa” o… ¿me equivoco?
Tiempo al tiempo.