Después de su victoria en Michoacán, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación prepara otro lance dirigido al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pienso que se equivocan quienes creen que los militantes de la CNTE actúan conforme a valores. No defienden la educación pública ni les importa el aprendizaje del alumnado ni los pobres ni el país. Ellos actúan conforme a intereses. Quieren regresar al estatus anterior a la Reforma Educativa, donde los líderes controlaban la trayectoria profesional de los maestros.
El chantaje y la amenaza son las herramientas del neocorporativismo sindical que representa de maravilla la CNTE. Una vez que se acabó el régimen de la Revolución Mexicana y el PRI perdió el poder, el SNTE y sus facciones aceleraron la colonización del gobierno de la educación básica. La Reforma Educativa trató de recuperar la rectoría de la educación. En ese trayecto afectó beneficios de los usufructuarios del pacto corporativo. Provechos que eran ilegítimos, pero que se institucionalizaron hasta convertirse en costumbre.
La CNTE lanza un reto al presidente López Obrador. Ya lo pusieron a prueba, ya saben, como lo expresó ayer en este diario el colega Pancho Garfias, que es un gobierno “vulnerable al chantaje”. La Coordinadora dio a conocer su “Posicionamiento ante la iniciativa federal con proyecto de decreto, por el que se reforman los artículos 3º, 31 y 73 constitucionales”. No da cuartel.
Era obvio que en ese pregón la CNTE se iría a la yugular de la Reforma Educativa; también se sabía que la iniciativa que el Presidente envió a la Cámara de Diputados el 12 de diciembre no les satisfacía, aunque les ofrezca campos de acción. Lo que tal vez no esperaban los altos mandos de la SEP, ni el Presidente, es que la CNTE califique a su proyecto de neoliberal. ¡Una impertinencia!
Textual: “Esta iniciativa corresponde a un modelo neoliberal puesto que aún contempla términos como la “excelencia” que perfecciona el concepto infundado de ‘calidad’ que no son términos pedagógicos, sino empresariales, planteados desde la perspectiva de la OCDE y Mexicanos Primero, que distorsionan el carácter universal y humanizador que debe prevalecer en la educación”.
Si el presidente López Obrador pensaba que conquistaría la buena voluntad de la CNTE condenando a la “mal llamada Reforma Educativa”, se equivocó. Su iniciativa deja intactos el Sistema nacional de información y gestión educativa, el Fondo de Aportaciones de Nómina Educativa y Gasto Operativo centralizado. No desaparece el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación ni el Servicio Profesional Docente, los “recicla” dentro de la SEP. No proscribe la evaluación que para la CNTE sigue siendo punitiva.
Apunta que la iniciativa deroga la Fracción V del 3º, que implica la desaparición de la educación inicial, especial, física y para adultos porque “excluye al Estado de la obligación de promover y atender todos estos tipos y modalidades educativas”. Ergo, las quiere privatizar como lo piden, según la CNTE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y Mexicanos Primero. Arguye que representa un “retroceso para los pueblos originarios al plantear una Educación Bicultural y Bilingüe debiendo ser Pluricultural, Intracultural-Plurilingüe e Intercultural – Bilingüe”.
El Presidente alegó, con razón: “no nos merecemos ese trato”. Pero a la CNTE le importa poco lo que el Presidente merezca, quiere dominar de nuevo en sus territorios. Lo amenazan con más movilizaciones, huelgas y bloqueos a vías de comunicación.
En Oaxaca ya se alistan para defender con todo el “Posicionamiento”. A pesar de que los líderes ya no tienen el control de los docentes. Los nuevos mandarines —los directores de planteles y los delegados sindicales, que forman parte del viejo pacto corporativo— son los encargados de movilizar a las bases. Quiere el resarcimiento de “los daños ocasionados por la Reforma Educativa, la reinstalación de los docentes cesados, garantizar plazas a egresados de escuelas normales, que se detenga el nuevo modelo educativo, pago de salarios y bonos caídos, libertad a presos políticos y cancelar procesos penales, jurídicos, laborales y administrativos”.
El presidente López Obrador ya declinó el uso legítimo de la fuerza contra la CNTE. Los líderes de esa facción no renuncian al chantaje, a la amenaza ni a la acción. Huelen impunidad y quieren retomar sus mercedes y más, si se puede. ¡Agarrémonos, vienen duro!