Mtro. Jorge Alberto Ledesma Saucedo
A mis compañeras y compañeros maestros
A los maestros Normalistas Rurales
A nivel de piso, en la raíz, en la tierra, en nuestras aulas, nuestras comunidades, en todas nuestras geografías. Aquí estamos los maestros los que hemos vuelto, los que siempre hemos estado a los que no nos ha parado nada(ni la pandemia), somos agua de río, de esa que fluye y nutre nuestras comunidades, nuestros barrios, a nivel de piso donde, de vez en cuando, nos visitan quienes hace turismo pedagógico para hablar de nuestro trabajo en sus investigaciones, somos los que no estamos en los congresos (porque no tenemos permiso), los que a duras penas nos da tiempo para acudir a un curso, somos quienes ocupamos para nuestra capacitación los tiempos que no tenemos para nosotros.
Nosotros los maestros que esperamos un correo, un mensaje que nos diga que somo acreedores al ser “beneficiados” para un incremento (reconocimiento), que depende no de nuestra capacidad, no de nuestro resultado, depende de el presupuesto y su designación desigual (dicen proporcional) que llegue a cada entidad, más aún, bajo la condena de pertenecer a un sistema estatal o federal que lo hace aún más desigual.
Esperamos y recorrimos en los días, semanas y meses pasados un tropezado proceso organizado por quienes hacen investigación, los de congresos, los del escritorio, del turismo pedagógico ¿Quién los evalúa a ellos?
En las narrativas de los grupos de Facebook que se han generado, se encuentran, por ejemplo, el grupo: “Proceso de Admisión y Promoción 2021‐ 2022” o los que ya se preparan para el siguiente concurso: “Proceso de Admisión, Promoción (Vertical y Horizontal) 2022-2023”con más de 225.6 mil miembros y 217.4 mil miembros, respectivamente, con docentes de todos los estados del país se encuentran reflexiones que van desde el desencanto, la esperanza y la resignación, pero sobre todo con la responsabilidad de saber que de todas formas nuestra labor no para, con “beneficio” o sin él, sin reflectores, por eso sabemos que es fundamental mantener principios de dignidad y de responsabilidad (algunos le llaman vocación) en evaluaciones de ingreso con tintes oscuros, de promoción vertical que más bien parece de caída libre y horizontal que no tiene ningún soporte de serlo, del reconocimiento ese sí, ese están con nuestros alumnos y padres de familia,
En cuanto al ingreso los maestros Normalistas, más específicamente, los rurales quienes se forman en aulas públicas, con recursos mínimos comparados con otros sistemas públicos de educación superior, no tienen un camino que les de certeza laboral, ellos deben y hacen presión para que se otorguen las plazas que se entregan de forma oscura en un proceso nada claro.
El ascenso vertical mostró problemas en los procesos que han sido descritos en varios artículos en los que destacan “La promoción a funciones de dirección y supervisión bajo sospecha” nos habla también de los tropiezos que existieron.
En tanto, en el proceso horizontal el actual proceso inconcluso, los docentes como en “el general no tenemos quien le escriba” nos encontramos a la espera, la cual se percibe lo menos angustiante, de un correo, una llamada inclusive una esperanza de los youtuber que pululan ahora en las redes, para bien o para mal, porque se han convertido en los analistas que se dan el tiempo para desmenuzar los laberintos de documentos e información que la autoridad que al modo “cantinflesco” dice, desdice y contradice y que genera una enorme confusión.
Los maestros ya no dependemos de una puntuación en nuestro desempeño, dependemos de un presupuesto que a gotas se reparte entre los estados, “estamos como el burro al que le ponen su zanahoria amarrada de una caña” me dice mi compañero Enrique, al que no le alcanza con dos turnos y trabajando los sábados para una universidad. Adicionalmente dependemos de ser federales o estatales y ¿A trabajo igual salario …?(que raro es esto) y los maestros nos preguntamos ¿Y los sindicatos? Pues, en un tímido comentario las más de las veces, en un silencio cómplice las más.
Para las autoridades la figura del maestro, al menos tenemos ahora un perfil, dejó de ser “el de cualquiera puede ser maestro”, pero seguimos ante la burocracia y opacidad, de nuestras autoridades y de los sindicatos (a veces son lo mismo).
Durante la pasada conmemoración de la revolución mexicana recordé lo que decía Villa acerca de pagar lo justo a los maestros, “primero a un maestro que a un general”. Los maestros que trabajamos en cualquier rincón de nuestro país, pero sobre todo quienes estamos en los barrios marginales, en las zonas rurales y de conflicto deseamos que nuestros alumnos tengan un mejor futuro, al menos tengan el menos trágico en este nuestro país de cada día, sabemos que solo levantando con fuerza desde la raíz cambiaremos las cosas, cada alumno con un libro bajo el brazo es una esperanza para nuestra nación, los maestros estamos con ellos, a lado suyo.
Pero aquí con los pies en la tierra, sabemos que las cosas en la política hacia los maestros y su salario son en cada sexenio con las autoridades educativas como la materia “solo se transforman”, pero al final del tiempo siguen siendo polvo de la misma materia, se ponen su camuflaje y como dice Rubén Blades en su canción “el camaleón” “detrás de la sonrisa” “no te muestra el corazón”, por eso en la raíz de la educación, en nuestras aulas, comunidades, barrios, sabemos que aunque las cosas no cambien, nosotros haciendo comunidad, hacemos el cambio, espero que esta vez no ocurra como con carrera magisterial donde los maestros se atomizaron y dejaron de luchar por un salario justo y decoroso para todos y se instauro el sistema de incorporaciones, promociones y reconocimientos no como un verdadero órgano de reconocimiento y de mejora educativa, una evaluación para repartir las migajas de un presupuesto solo sirve como un filtro donde se dividen maestros y escuelas que luchan en lo individual y no por comunidad escolar, porque los logros, si lo son colectivos, y en las escuelas se debe buscar tener buenos resultados, sabemos que el mejor resultado son nuestros egresados, son ellas y ellos, los que siguen estudiando los que entran a una carrera y la terminan el mejor termómetro para medir el éxito de las escuelas, pero sobre todo, de un sistema educativo, que posterior a ello debe dar las condiciones para que los jóvenes encuentren trabajo con un sueldo decoroso.
Los maestros hemos sido, al menos en este proceso, dejados en el olvido por quienes alguna vez estuvieron en las aulas (¿sí estuvieron?) y hoy son la autoridad, confiamos que las cosas cambien, que la información sea clara, que el sistema será más justo y que algún día alcanzará para todas y todos las y los maestros de nuestro país, confiamos que algún día a los Normalistas, sobre todo los Rurales, la revolución les haga justicia y que llegará el reconocimiento que se merecen como una de las instituciones con mayor potencialidad para hacer los cambios que nuestras comunidades y país necesitan.