En la Universidad Nacional Autónoma de México corre la cuenta regresiva para el cambio de rector. Cumplidos dos periodos cuatrienales con el doctor José Narro Robles al frente de la institución, la renovación del puesto habrá de recaer en alguna de las candidaturas que registre la Junta de Gobierno de la UNAM en las próximas semanas. Cumplido el periodo de consulta y designación a cargo del órgano colegiado de gobierno, el nuevo rector o rectora iniciará funciones el próximo 17 de noviembre.
En tal contexto se han expresado, por parte de la autoridad universitaria, los primeros balances de gestión. El pasado 18 de septiembre, en la última sesión del Consejo Universitario bajo la presidencia del rector Narro, aparte de agradecer a los consejeros su trabajo, se enfatizó la consolidación institucional conseguida: “Espero que en estos ocho años, lo que han hecho los integrantes de la comunidad se refleje en más vigor, fortaleza, presencia, mayor calidad y servicio a la sociedad.” (Excélsior, 18 de septiembre 2015).
El 23 de septiembre, Narro presentó su último informe, en el que resumió los principales logros alcanzados y algunos de los retos que visualiza. En esa ocasión el rector puntualizó tres aspectos de relieve que han incidido en la mejora de los resultados, la cobertura de los servicios, y la ampliación de la infraestructura. El primero radica en la cantidad de recursos públicos que, en los últimos años, se han otorgado a UNAM. En 2008 el presupuesto de egresos fue de 22.2 miles de millones de pesos (mmdp), en 2015 se aprobaron 37.8 mmdp.
Aunque el monto asignado para2016 puede todavía aumentar o disminuir por decisión de los legisladores, el hecho es que la UNAM de hoy recibe casi cuatro veces la cantidad de recursos fiscales que en el año 2000. Si se descuenta la inflación del periodo 2000 a 2015 se puede concluir que la Universidad Nacional ha duplicado, en términos reales, su presupuesto en los tres últimos lustros.
El segundo factor que impulsó la proyección académica de la UNAM radica, según la apreciación del rector, en el clima de estabilidad conseguido. Al privilegiar la gobernabilidad por encima de cualquier otro criterio de acción política, si bien se sacrificaron algunas posibilidades de desarrollo, las tareas cotidianas de docencia, investigación y difusión encontraron posibilidades de realización interrumpida e inalterada por la disputa de espacios o intereses. La preferencia por la gobernabilidad explica, entre otros aspectos, que proyectos que el rector consideraba prioritarios al inicio de su gestión, como es el caso de la reforma al Estatuto del Personal Académico de la UNAM y la reforma de los planes de estudio del bachillerato, fueran aplazados indefinidamente.
El tercer factor que Narro identifica en el recuento de los aspectos que favorecieron el desempeño de la Universidad es el “dinamismo de trabajo académico” (La Jornada, 23 de septiembre de 2015). El punto es importante y central en el balance. El rector reconoce que las principales transformaciones de la actividad universitaria han sido impulsadas en el ámbito de las entidades académicas que la integran y han tenido como agente principal los grupos de profesores e investigadores, y las autoridades locales, que las han proyectado e implementado. En todo caso, el mérito de la administración central, en este renglón, fue apoyar con recursos materiales y humanos los proyectos tramados en las escuelas, facultades, centros, institutos, programas y seminarios de la Universidad.
El 28 de septiembre se publicó un suplemento especial de la Gaceta Universitaria que bajo el título “Logros en la UNAM 2007-2015” da a conocer un resumen cuantitativo en materia de docencia, desempeño escolar, apoyos a la comunidad estudiantil, producción de investigación, innovación tecnológica, desarrollo de recursos informáticos, extensión universitaria, vinculación social, infraestructura, e implantación de procesos de transparencia y rendición de cuentas. Una de las cifras más elocuentes consiste en la ampliación de matrícula conseguida: durante los ocho años de la gestión de Narro la población de estudiantes de licenciatura se incrementó en 48 mil individuos aproximadamente, de ellos tres mil en el Sistema de Universidad Abierta, once mil en la modalidad a distancia, y el resto, cerca de treinta y cinco mil estudiantes, en la opción escolarizada convencional. Asimismo se hace notar que, en materia de investigación y desarrollo la UNAM produce más de una cuarta parte de la investigación científica nacional y se mantiene como la entidad académica con el mayor número de patentes registradas.
En el periodo se establecieron dos nuevos campus universitarios, uno en León y otro en Morelia. Se duplicó la cantidad de estudiantes becados en los niveles de bachillerato y licenciatura (de 77 mil a 145 mil en números redondos), con lo cual uno de cada dos estudiantes cuanta actualmente con una beca. No obstante el crecimiento de matrícula y el incremento tanto de programas académicos como de entidades de investigación, se mantuvo relativamente estable la cantidad de académicos con plaza de tiempo completo en la Universidad. En 2007 había 11 mil 363 personas bajo esta contratación y 11 mil 984 en 2015. Lo que se explica por el inicio de un proceso de renovación del personal académico universitario bajo nuevas fórmulas de incorporación a la Universidad y por la implantación de incentivos a la jubilación del personal académico de carrera.
Los datos son desde luego favorables, dan evidencia de una Universidad fortalecida y con gran vitalidad. Resta comentar las limitaciones y los desafíos que hereda la gestión a punto de agotarse. Lo vemos la próxima semana.