La creación en 2013 del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación como organismo autónomo y con la facultad para evaluar al sistema educativo es una novedad trascendental en el escenario político de la educación nacional.
Se trata de una entidad singular que vino a modificar los equilibrios tradicionales dentro del sistema educativo y dio lugar a una nueva relación institucional. La peculiaridad es su condición autónoma, es decir, se trata de un órgano de Estado, pero que no depende de los poderes tradicionales (ejecutivo, judicial y legislativo).
La creación de este instituto equivale a la gestación de un poder “independiente” y “paralelo” a la autoridad educativa y con facultades constitucionales para evaluar “la calidad, el desempeño y los resultados” del sistema educativo nacional.
Como es natural, su novedad ha dado lugar a ciertas incertidumbres y dudas. Por ejemplo, se ha querido reducir su función a las tareas relacionadas con el servicio profesional docente, o bien se le ha presentado —a veces con ánimo peyorativo—como instrumento de la SEP o del gobierno.
El INEE es autoridad en el ámbito de la evaluación educativa Su misión es realizar mediciones rigurosas y serias de componentes, procesos y resultados del sistema y con base en la información que arrojen esas mediciones, emitir directrices que apoyen políticas que mejoren la calidad de la educación.
El INEE no es autoridad educativa como la SEP o los gobiernos estatales. Es una agencia autónoma que, al cumplir su función, informa a los actores educativos y a la sociedad de los resultados que arroja el sistema educativo en cada una de sus funciones.
El INEE evalúa si los centros escolares cumplen con las condiciones básicas para la enseñanza, mide aprendizajes de los alumnos y participa en el servicio profesional docente, pero además tiene facultades para evaluar las políticas y programas de educación independientemente de su origen (federal o estatal). Es decir, puede y debe funcionar como un espejo fiel que refleje las virtudes y defectos del sistema educativo.
Esto significa que la principal función política del INEE es la transparencia. Por primera vez, México cuenta con un medio privilegiado para ponderar, con base en evidencias a su sistema educativo, lo que implica conocer sus fallas, defectos, dificultades y aciertos.
Su puesta en práctica apenas comienza. Ha habido en estos cuatro años de actuación del Instituto no pocas vicisitudes, pero también ha habido aprendizajes y realizaciones. La sociedad comienza a hablar de evaluación educativa y los principales actores educativos (maestros, alumnos, padres de familia) comienzan a identificar al INEE. Signos de un cambio crucial todavía en germen.