El 8 de agosto de 2022 estaríamos celebrando los veinte años de vida del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); institución que se creó por la necesidad de contar con información válida y confiable sobre los distintos componentes del Sistema Educativo Mexicano (SEM), cada uno de sus subsistemas (entidades federativas), niveles educativos, zonas geográficas y tipos de escuela. La idea de crear este instituto en México no fue original ya que, desde varias décadas atrás, existían instituciones similares de mucho prestigio en otros países desarrollados, como son los casos de: NAEP, de los Estados Unidos, creado en 1969; CITO, de Holanda, creado en 1968 y ACER, de Australia, creado desde 1930. Como éstas, existen otras instituciones en diferentes países alrededor del mundo, cuya función es generar evidencias para que las naciones puedan mejorar la calidad de sus servicios educativos y, con ello, los resultados de aprendizaje que logran sus estudiantes.
Desgraciadamente, el INEE no pudo alcanzar la adultez, pues el Estado mexicano, siguiendo las órdenes de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cometió un parricidio cuando apenas el instituto había cumplido 16 años. La desaparición del INEE obedeció, por un lado, al desconocimiento sobre el valor que representaba el INEE para mejorar la calidad de los servicios educativos que se ofrecen en el país, por las falsas suposiciones de las atribuciones e intenciones del Instituto, así como por la falta de voluntad de AMLO de contar con instituciones autónomas que estén fuera de su órbita de poder y que pudieran generar información contraria a la visión que el mandatario tiene sobre la realidad mexicana y, especialmente, sobre la eficacia de sus políticas de gobierno.
Adicionalmente, el INEE coordinó el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, en el que participaban tanto autoridades educativas federales como estatales; capacitó a personal técnico de las entidades federativas en temas de evaluación e investigación educativas; coordinó y participó en diversos estudios internacionales, como fueron los casos de PISA, LLECE, TALIS y CIVICS.
Con la Reforma Educativa de 2013, al INEE le dieron atribuciones para coordinarse con el Servicio Profesional Docente (SPD), cuyo eje central era la evaluación del personal con funciones docentes, directivas y de supervisión para el ingreso, promoción y permanencia en el sistema público de educación obligatoria. Al INEE nunca le correspondió evaluar al magisterio, pero sí normar y supervisar esta actividad, cuya responsabilidad recayó en las autoridades educativas federales y locales. El INEE no hizo otra cosa que apegarse a las leyes que regían sus atribuciones y que la Secretaría de la Función Pública le demandó en todo momento.
Sin el INEE, México retrocede educativamente varias décadas, igualándose a los países más subdesarrollados o autoritarios que por falta de recursos económicos, ignorancia o posturas ideológicas retrógradas evaden la responsabilidad de generar información para tomar decisiones en forma documentada y rendir cuentas a la sociedad. En medio de una pandemia que no cede, el país navega sin brújula en un contexto educativo muy complicado y con un capitán (Delfina) que ya se bajó del barco.
@EduardoBackhoff