Alejandro Canales
Si la inversión en Investigación y el Desarrollo Experimental (IDE) es el indicador utilizado en las comparaciones internacionales, como lo vimos aquí la semana anterior, entonces ese debiera ser el referente para el prometido uno por ciento del PIB en el sector. Sin embargo, no parece posible lograrlo en los próximos cinco años y tampoco es seguro que la actual administración esté pensando en ese indicador.
Según hemos advertido, el Manual de Frascati precisa que las actividades científicas y tecnológicas se integran por tres diferentes componentes: la enseñanza y la formación científica y técnica; los servicios científicos y tecnológicos; y la IDE.
La suma de los tres tipos de actividades representa el esfuerzo sectorial en la materia, pero no se pueden confundir unos con otros. El mismo Manual señala que la IDE, la cual representa el trabajo creativo y el núcleo duro, debe distinguirse claramente de las otras dos actividades (p.17).
Las estadísticas internacionales, aunque destacan el número de posgraduados, el volumen de recursos humanos especializados o el número de patentes, cada una representa un rubro de comparación diferente. El nivel de inversión se refiere única y exclusivamente al gasto en IDE.
Las estadísticas de la OCDE del 2010, año que incluye cifras para casi todos los países de la organización, muestran que Israel es la nación que realiza la mayor inversión: 4.3 del PIB en IDE. Le siguen: Finlandia (3.9); Corea (3.7); Suecia (3.4); Japón (3.3); y Dinamarca (3.1). Después, con una inversión de entre 2 y 3 por ciento del PIB: Estados Unidos (2.8); Alemania (2.8); Austria (2.8); Francia (2.2); Australia (2.2); Eslovenia (2.1) y Bélgica (2.1).
Una docena de países tienen una inversión de entre 1 y 1.9 del PIB, en orden descendente están: Países Bajos; Canadá; Reino Unido; Irlanda; Noruega; Estonia; Portugal; la República Checa; España; Italia; y Hungría. Finalmente, con menos de un punto porcentual están: Turquía (0.8); Polonia (0.7); República Eslovaca (0.6); y Chile (0.4). No aparecen cifras para México en el 2010 ni en el 2011, pero en el 2009 la inversión era de 0.44. La media de la OCDE es de 2.4 del PIB.
Otro dato de comparación relevante es la participación relativa del sector gubernamental y del privado en el gasto en IDE. En este caso, un extremo lo ocupa Polonia, país donde el sector gubernamental financia alrededor del 60 por ciento; la media de la OCDE es de 38 por ciento. El otro extremo lo ocupa Japón, donde el sector industrial tiene la participación relativa más alta con casi el 78 por ciento; la media de la OCDE es de 50 por ciento.
Las cifras para México tampoco aparecen, pero las estadísticas nacionales indican que alrededor del 40 por ciento es financiado por el sector privado. Por tanto, con esos niveles porcentuales estaría colocado junto a Polonia y Grecia en el conjunto de países de la OCDE.
En términos absolutos, para el caso de México ¿de qué volumen estamos hablando? Si consideramos las cifras del 2012, las estimaciones más recientes disponibles, el monto para IDE, en términos corrientes, fue de 66 mil millones de pesos (mmdp) en cifras redondas. La cifra representó el 0.44 por ciento del PIB.
Llevar la cifra anterior al uno por ciento del PIB en los próximos cinco años, bajo el supuesto de que el volumen del PIB se conservaría, significaría llevarla a 150 mmdp; un incremento de alrededor de 84 mmdp al gasto en IDE. Esto es, 16 mil 800 millones de pesos cada año hasta que concluya este sexenio. Algo casi imposible que ocurra con las actuales expectativas de crecimiento.
En este año, el incremento en el gasto para todas las actividades de ciencia y tecnología, no solamente para IDE, fue de alrededor de siete mil millones de pesos. Es poco probable que el presupuesto para el año próximo lo duplique o incluso que alcance el mismo volumen de este año.
Otra posibilidad para alcanzar el uno por ciento del PIB en el sector sería considerar todo el gasto nacional en ciencia y tecnología, el cual en el 2011 alcanzó la cifra de 111 mmdp y representó el 0.77 del PIB. La meta se lograría solamente con un incremento similar al de este año.
El mayor inconveniente de considerar todo el gasto del sector es que no se trata de un indicador reconocido y aceptado internacionalmente. Las publicaciones y comparaciones internacionales no registrarían el incremento.
Entonces, lo más probable es que el compromiso del uno por ciento quede incumplido. Todavía quedaría depositar unas infundadas esperanzas en el sector privado o en la magia de las cifras. Pero no. Tampoco parece posible.
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