En 1996, el crítico social y especialista en educación norteamericano, Neil Postman, escribió un libro fundamental: The End of Education: Redefining the Value of School. Postman usó en su título la palabra “end” en el doble sentido de “final” y de “propósito” para decirnos que una educación sin finalidad (trascendente y honorable, lo cito), es una con la que conviene acabar (lo más pronto posible, lo cito de nuevo).
The End of Education viene hoy especialmente a cuento en México, lugar en el que, como sabemos, inició recientemente el ejercicio denominado “Foros de consulta nacional para la revisión del modelo educativo”. Un ejercicio, hay que decir, que tiene un tufito espantosamente parecido al de aquellas “consultas” que organizaba el IEPES en los tiempos dorados (y no tanto) del “PRI-gobierno-Estado-México”, pero que, en cualquier caso, se agradece, pues, por fin, dejamos (un ratito) de hablar de los medios para intentar hablar de los fines (deseables) de la educación en México.
En el libro, Postman usa la noción de dios/es como metáfora para referirse a los fines de la educación (esos —insiste una y otra vez—sin los cuales, no tiene sentido y es mejor acaba con ella) en general y, en particular, en los Estados Unidos. Señala que los dioses que hasta ahora han guiado a la educación en ese país (entre otras, las narrativas de la democracia, de Jesús, del melting-pot y de la ética protestante) están muy desgastados y tienen que ser reemplazados urgentemente. Critica los falsos dioses que se pasean como reemplazos (la utilidad económica y la tecnología, por ejemplo) y propone cinco nuevas narrativas para darle brújula, contenido fuerte y sentido a la educación presente y futura en su país.
Las enlisto. 1. La narrativa de los seres humanos como conductores y responsables de la nave-Tierra, misma cuyo centro está en las nociones de cooperación e interdependencia. 2. La del “Ángel caído” cuyo propósito es hacer de los alumnos “detectores de errores” y seres capaces de cuestionar las verdades absolutas y, al mismo tiempo, buscar sin cansancio las verdades incontrovertibles y las ideas que perduran. 3. La tercera narrativa, la del “experimento americano” que alude a la idea de que argumentar y experimentar es lo que los americanos “hacen” y, con ello, se “hacen”. 4. La “Ley de la diversidad” que postula que “somos el resultado de nuestras interacciones con otros, distintos” y por ello conviene conocerlos. Y, la quinta, la de la relación entre la realidad y el lenguaje, en la que nos recuerda que la realidad sólo es a través del lenguaje y, simultáneamente, que es construida por éste; en suma la idea de los seres humanos como tejedores de palabras y hacedores del mundo, misma que para Postman constituye el fin último de la tarea de educar.
Resumir este libro en este brevísimo espacio es un ejercicio condenado al fracaso. Para intentar motivar su lectura, los dejo mejor con un par de citas:
“…cuando es mejor, la escuela puede ser acerca de cómo construir una vida, lo cual es muy distinto a cómo ganarse la vida…”
“…la educación pública no sirve a un público. Crea al público”.
bherediar@yahoo.com
Publicado en La Razón