Puede que el Secretario de Educación haya debido tener una adecuada estrategia mediática y mejores sustentos técnicos para determinar la suspensión de la prueba ENLACE; puede también que el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), honrando su autonomía, haya debido ser más enfático y tomar distancia ante la SEP pues nunca ha sido su función aplicarla. Pero no debería haber dudas de que no ha sido una equivocación cancelar la prueba ENLACE. Tampoco debería haber dudas de que el INEE no fue quien canceló la prueba sino la SEP.
Ningún actor del sistema educativo niega la necesidad de aplicar pruebas de aprovechamiento escolar masivas. Pero no hay acuerdos sobre su naturaleza (muestral, censal); el contenido de la prueba (alineada al currículo o habilidades); las ponderaciones de sus resultados (por desempeños previos y diversidad socioeconómica de regiones y zonas del país); las funciones (pedagógicas, clasificatorias de escuelas e individuos, informativas, de promoción o estímulo laboral); las precauciones sobre sus efectos no deseados (sustitución del currículo, rankings, propaganda de escuelas privadas; denostación de maestros); su papel en la toma de decisiones de política educativa (apoyos específicos, distribución de recursos, aprendizaje de experiencias exitosas o no exitosas); el uso de sus resultados en las escuelas y en las familias; su peso en el contexto de una evaluación integral de los estudiantes, de las escuelas y del sistema en su conjunto…
La mala calidad técnica de la prueba ENLACE, el inexistente sentido de su función educativa, la propensión de sobreponerse a los planes de estudio y pautar la práctica de enseñanza (enseñar para contestar la prueba, no para aprender), su vinculación con políticas laborales, su contenido basado en un currículo desastroso y muchos otros temas hicieron insostenible su puesta en práctica. Además, esa prueba se aplicó en uno de los periodos más oscuros que ha vivido la educación nacional gracias a la incompetencia mostrada por la SEP en su rama de Educación Básica y a la entrega que el gobierno federal hizo del sistema educativo a la camarilla que gobierna al SNTE. Todo esto se expresó en lo que fue probablemente la peor reforma educativa que se tenga memoria en toda la historia de la educación mexicana. En ese marco, la decisión de la SEP de suspender la prueba ENLACE fue acertada.
Es necesario hacer evaluaciones. En eso está el nuevo INEE y ha encargado un estudio técnico tanto de la prueba ENLACE como de la que el mismo Instituto aplica (ESCALE) para tomar decisiones bien sustentadas sobre la evaluación de los desempeños escolares de los alumnos. No vale la pena, en aras de tener evaluaciones este año, repetir algo que se sabe es impresentable. La organización Mexicanos Primero y algunos respetados colegas en el campo de la investigación educativa se han empeñado en presionar al gobierno y al INEE para que se aplique la prueba. Su argumento principal es débil: dar continuidad a la información sobre el desempeño de los alumnos. No es muy bueno el razonamiento: si los niños no son evaluados a través de este instrumento este año no pasará absolutamente nada pues la prueba misma era bastante irrelevante para saber lo que saben los chicos, lo que pasa en las escuelas y lo que es necesario mejorar.
El tema principal no debería ser éste. Está abierta la convocatoria para participar en los foros de consulta para revisar el modelo educativo. Ahí deberá estar la parte medular de la verdadera reforma: qué educación queremos para nuestros niños y jóvenes; bajo qué principios pedagógicos deben diseñarse el currículo y los materiales educativos; qué extensión deberán tener el plan de estudios en cuanto a contenidos; qué habilidades deberán enfatizarse; cuál será el papel del maestro y de los líderes escolares en el mejoramiento del aprendizaje; qué lugar tendrá la lectura, la escritura y la matemática; cómo deberán ajustarse los currículos y las escuelas a los contextos específicos (indígenas, rurales, marginales, urbanos, etcétera). Estos son los temas sustanciales. De su buena resolución dependerán los buenos instrumentos de evaluación y no al revés. Por eso, mejor que concentrarse en presionar al gobierno y al INEE para que apliquen una prueba insulsa los actores del sistema educativo deberemos esforzarnos por aportar ideas para construir un modelo educativo esbelto, claro, moderno y comprensivo cuyo objetivo fundamental sea desarrollar en los alumnos el gusto por el conocimiento.
* El autor es investigado del Departamento de Investigaciones Educativas, Cinvestav