“Los partidos políticos, el Poder Legislativo y el gobierno de la República impulsaron una reforma que moderniza nuestro sistema educativo, con ella, niños y jóvenes contarán con educación de calidad…”, esta frase ha sido difundida a lo largo de la campaña informativa que marca puntualmente en qué consiste la reforma educativa propuesta por el presidente de la República en diciembre de 2102 y aprobada este año por la Cámara de Diputados y el Senado.
El rechazo que esta reforma causó en los maestros, las declaraciones y explicaciones –como la difundida por Manuel Gil Antón, experto en temas educativos, que explica la reforma con una analogía de un camión escolar en pésimas condiciones— forman parte de un escenario que podría marcar un parteaguas en la educación de México; pero hoy, ¿quién tiene claro qué cambios prácticos tendrá como resultado?…”nadie” de acuerdo con las palabras de Alfonso Ordaz, profesor del colegio Alemán.
En el día a día de los maestros crece la incertidumbre y el temor a perder el trabajo; y cuando se les pregunta qué cambios surgen a partir de la reforma en términos prácticos, es evidente que hay maestros que saben lo que va a ocurrir y otros que no.
Marco Ramírez, profesor de la Escuela Secundaria Técnica 118, en Oaxaca, donde ejerce desde hace 12 años como profesor de secundaria comentó en entrevista: “se estandariza nuestro trabajo con el de una industria y no manejamos la misma materia prima, no es lo mismo hacer coches que formar parte del crecimiento de adolescentes. El trabajo de profesor no es sólo una actividad que realizo a cambio de dinero es una forma de vida, una filosofía de formación y crecimiento”.
Modernidad es una palabra que hemos leído y escuchado en repetidas ocasiones; no obstante, hay aún escuelas que forman parte del Sistema Educativo Nacional que no cuentan con el equipo necesario que pueda catalogarlas como modernas. “La escuela en la que trabajo cuenta con tecnología pero no es la más reciente y no es suficiente, tenemos computadoras de escritorio con pantallas de cinescopio que hacen daño a la vista. Son menos de 20 y los grupos son de 40 o más alumnos”, dijo el profesor Ramírez.
El plan de estudios de la escuela en la que trabaja ha tenido cambios que se acoplan a las necesidades de los alumnos desde antes de que hubiera una reforma—y el mismo caso fue el de la escuela Juan B. Molina a la que Educación Futura tuvo la oportunidad de entrar para documentar la forma en la que la reforma educativa se vive en las aulas. “La reforma no toca ni un solo aspecto pedagógico, no pide que cambies métodos de enseñanza o la forma de evaluar a los alumnos, todo sigue igual, yo no veo en dónde está la reforma educativa”, dijo el director Carlos Alcivar, de la escuela Juan B. Molina, ubicada en la colonia Agrícola Oriental en la ciudad de México.
El rechazo a la reforma no es el único problema, los maestros entrevistados no comparten la forma en la que el Sindicato ejerce su papel y comentan que su representación dista cada vez más de los intereses reales de los maestros; “para mi nunca lo tuvo, siempre está al servicio del mejor postor, los verdaderos profesores nunca hemos estado de acuerdo con sus representantes ni posturas”, comentó Alcivar.
Mientras quedan a la espera de la metodología para las futuras evaluaciones y sus respectivos resultados, las escuelas y los maestros seguirán con el plan de estudios que hayan instrumentado en los últimos años.